María Laura Jiménez cuenta a Crónica.Uno cómo a sus 17 años vio un abanico de oportunidades de estudios en Caracas. Viajó desde Apure para cursar estudios en la universidad y planea quedarse en la ciudad que la acogió después de graduarse.

Caracas. María Laura Jiménez vio en Caracas un abanico de oportunidades para emprender sus estudios y vivir sus sueños. Tenía 17 años en el 2014, cuando viajó desde Apure, con todo y el carrusel de ilusiones e intensidad que le deparaba el trayecto.

Cuando Jiménez se mudó a la capital para estudiar Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), percibió de inmediato una diferencia con respecto a su lugar de origen: Apure se encuentra en el centro de los llanos venezolanos, está surcado por numerosos ríos, fincas y pueblos llenos de naturaleza. Es un estado de clima caliente y en el que la tranquilidad abunda. Su vida tenía otro ritmo allá y ahora le tocaba vivir sola experiencias en una ciudad agitada, con transporte público caótico y gente que brotaba por todos los rincones.

Caracas cumple su aniversario número 453, y atañe a los nativos y residentes de todas partes de Venezuela. Su historia alberga rasgos que la valorizan en cada calle, esquina o avenida; mientras muestra una cara emotiva de la gente y su dinámica.

A mí Caracas me acogió. Al principio la rechazaba y decía ‘no te quiero, no te quiero’, pero sabía que tenía la oportunidad de una buena educación en una universidad reconocida, de mucho prestigio. Con el tiempo me fue gustando más y definitivamente pienso quedarme a vivir cuando me gradúe, relata Jiménez.

Una de las cosas que más le gusta a María Laura de Caracas es su gente. Admira al caraqueño porque a pesar de las dificultades que vive no se le quita la sonrisa. Cuando llegó a la capital le preguntaban que si no era de la ciudad porque no tenía el acento “neutro”. Echaban broma sobre eso, pero jamás me sentí excluida. Son chalequeadores y eso me gusta. Percibo como cierta confianza y, en parte, solidaridad, comenta.

Por otro lado, también le ha tocado padecer las fallas eléctricas del Metro de Caracas, transporte que ha usado desde sus inicios universitarios. Aunque admite que hay una parte del servicio que no le desagrada tanto.

Nosotros podemos estar en el Metro, todos apretados, full de gente y aglomerados, pero siempre hay alguien que te saca una sonrisa con alguna de sus ocurrencias. Eso me gusta. Este sistema puede tener muchos problemas, pero a pesar de eso, se le ve el lado bueno. Es admirable cómo los caraqueños se montan todos los días temprano a echar pa’ lante, es decir, a trabajar. No importa que quizás el sueldo no les alcance, pero igual tienen la motivación, cuenta.

Entre las zonas que prefiere visitar está el centro capitalino. La Casa Natal del Libertador, la plaza El Venezolano, la plaza Bolívar y las múltiples tiendas que se encuentran en los alrededores son lugares a los que ha ido en varias ocasiones. Le parece que su estruendo es lo que lo hace único.

En Caracas siempre se inventa una 

María Laura recuerda la primera vez que subió en teleférico hasta el Ávila con su papá, una experiencia increíble para ella. Le fascinaron las fresas con crema y el chocolate caliente.

Desde la montaña, la ciudad tenía otro rostro, uno que la reconciliaba con una imagen distinta a la de las inseguridades y los peligros. “Caracas no aburre nunca”, dice María Laura: “Uno puede no tener suficiente dinero para salir, pero siempre hay manera de inventarse una. Por ejemplo, vas al Parque del Este, caminas, das una vuelta, haces bailoterapia, o ves a los animales. Es un lugar donde tú no te aburres nunca porque siempre hay posibilidades de divertirse, tengas dinero o no”.

Recuerda que otra de sus mejores experiencias fue visitar el parque de recreación Cuevas del Indio, un lugar que describe como natural, libre y lleno de tranquilidad. También ha disfrutado de sus recorridos en El Junquito, en el que se encuentran diversos puestos de comida y que destaca por su cultura.

Una ciudad que conecta con la gente. Su clima tropical también gusta. “La vida en Caracas es tan agitada que te acoplas a la rutina. La ciudad me da cierta independencia”, dijo Jiménez.

María Laura en El Junquito

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