Aguacatal II es la letrina de Maracay

Aguacatal II - Maracay. Foto Gregoria Díaz

Entre olores nauseabundos, aguas negras que fluyen en calles y dentro de las viviendas, ancianos y niños enfermos por la contaminación, el olvido de las autoridades y el incumplimiento de miles de promesas oficiales y electorales, permanecen 120 familias del sector Aguacatal II, al sur de Maracay, a escasos metros del Lago de Valencia.

Maracay. Una anciana permanece sentada frente a la puerta de su casa. No puede salir. Las aguas negras y nauseabundas que fluyen libremente por la vereda le impiden moverse de la cárcel en la que se convertido lo que queda de su vivienda. El problema ya no son solo las lluvias que aumentaron el nivel del Lago de Valencia —o Lago los Tacariguas— y que por años han sido un serio problema social y ambiental que autoridad alguna ha resuelto.

Los pobladores de Aguacatal II, al sur de Maracay, viven confinados a sus casas porque las aguas negras no los dejan salir.

Esta vez, una modesta bomba apenas si logra drenar la gran cantidad de aguas negras en las que aún permanecen 120 familias de Aguacatal II, al sur de Maracay, mientras esperan por el cumplimiento de las cientos de promesas que les han hecho desde que era gobernador el hoy prófugo de la justicia Rafael Isea, pasando por Tareck El Aissami, la gobernadora designada Caryl Bertho y ahora Rodolfo Marco Torres.

Vivimos en medio de cloacas, somos la letrina de Maracay sin que nadie se ocupe de nuestros problemas. Antes de postularse como candidato y una semana antes de ganar la Gobernación, Marco Torres vino aquí, lloró con nosotros y nos prometió que en una semana nos indemnizarían, dijo María Moncada, una de las afectadas a quien le prometieron reubicarla, como al resto de sus vecinos.

Han pasado tres meses desde el triunfo del exministro de Alimentación como gobernador de Aragua y cientos de familias al sur de Maracay siguen padeciendo las penurias que representa el desbordamiento del Lago los Tacarigua y sus consecuencias. De hecho, en sus declaraciones aún mantienen la esperanza de que algún gobernante los saque de allí.

Estamos cansados de las promesas —comentó el dirigente comunal Henry Blanco— aquí solo vienen a prometernos que nos sacarán y pasan los años mientras las aguas inundan nuestro único patrimonio. Exigimos, una vez más, nuestra indemnización.

Algunos vecinos se acercan para mostrarle a los medios de comunicación el estado en que se encuentran sus hogares. Muchos han perdido enseres y otros, peor aún, su único sustento. Como una bodeguita que servía de manutención a una de las residentes de la zona y que perdió su nevera y sus vitrinas a causa de las aguas negras.

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Otros muestran sin pudor su piel enferma por la contaminación: escabiosis, llagas, afecciones respiratorias, son apenas algunas de las enfermedades que padecen.

Quienes aún permanecen en sus casas presentan enfermedades de la piel.

En el publicitado muro de contención que levantaron las autoridades para contener las aguas del Lago instalaron una bomba que estuvo varios días sin funcionar por falta de gasoil. Los propios vecinos debieron hacer una colecta para encontrar el escaso combustible y poner en marcha la bomba, que no se da a basto para drenar los miles de litros de aguas negras que se mezclan con las aguas del lago.

Las aguas putrefactas corren libremente por las calles de Aguacatal II sin que las autoridades hagan nada.

Así esperan el año nuevo, mientras claman porque Caryl Bertho, exgobernadora designada —y hoy viceministra de Redes Populares en Vivienda del Ministerio para Hábitat y Vivienda desde el 7 de diciembre de 2017, según Gaceta Oficial N° 41.295— los reubique o para que el actual gobernador Marco Torres abra y lea las cartas que le han dejado en su despacho, “porque ahora ni recibirnos quiere”, expresó otra vecina afectada.

Fotos: Gregoria Díaz y Cortesía César David Bracamonte.


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