Benigno Alarcón advierte que una fractura de la FAN implica el riesgo de una guerra civil

Alarcón

Comportamiento de las fuerzas armadas, posibilidad de una elección parlamentaria este año, situación de la oposición en medio de la pandemia son algunos de los temas analizados por el politólogo e investigador de la UCAB durante un foro virtual.

Caracas. El director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, el politólogo Benigno Alarcón, advirtió que, contrario a tender a fracturarse, las fuerzas armadas suelen comportarse como corporaciones. Es decir, la decisión de apoyar o dejar de apoyar a un gobierno determinado la toman en bloque, más allá de las deserciones marginales de efectivos que pudieran ocurrir y de hecho ocurren.

“Los casos comparados lo que enseñan es que las fuerzas armadas no se fracturan, porque cuando se fracturan se genera una guerra civil. Y no se fracturan básicamente porque la educación, la disciplina y la subordinación son muy arraigadas. Cuando la fuerza armada cambia, cambia en bloque, no se enfrenta”, expresó.

El pasado jueves 4 de mayo, durante un foro virtual ofrecido por el CEPyG, Alarcón afirmó que los mismos militares evaden las fracturas internas, porque entienden que la primera víctima es la propia institución: “La fractura de una fuerza armada implica el enfrentamiento de dos o más facciones que conocen cómo está armada la otra parte, conocen el costo del enfrentamiento y entienden que eso termina con la muerte de personas de lado y lado”.

Como ejemplo, citó los casos de la fuerza armada chilena que apoyó a Pinochet en bloque durante 15 años hasta que este pretendió desconocer el resultado del plebiscito; el caso de la fuerza armada de Zimbabue, que estuvo al lado de Robert Mugabe por 37 años hasta que este decidió imponer a su esposa como su sucesora en el poder, desplazando a factores políticos y militares; y el caso de la fuerza armada de Egipto, que luego de apoyar a Hosni Mubarak durante 30 años le quitó el respaldo en medio de multitudinarias protestas de calle que clamaban su renuncia.

En los cuatro procesos de transición registrados en Venezuela en el siglo XX (1936, 1945, 1958 y 1999) la Fuerza Armada Nacional se movió hacia un lado u otro como un solo bloque, con fisuras pero sin fracturas, como lo evidencia la historia. Y los motores que la han llevado a quitar el apoyo al gobernante de turno o al modelo de gobierno han sido variados: el ímpetu de modernización en el 36, el intento de controlar esa modernización en el 45, el auge democratizador en el 58 y el anhelo de reivindicaciones institucionales y acceso al poder en el 99.

La oposición y la COVID-19

La primera víctima de la COVID-19 es el plan de la oposición de volver a movilizar al país, señaló Benigno Alarcón durante su exposición virtual del pasado jueves.

Recordó que la semana en que Nicolás Maduro decretó la cuarentena, Juan Guaidó recién regresaba de una exitosa gira internacional y junto con la oposición convocaba a sus seguidores a retomar las protestas de calle con fuerza.

A su juicio, esa situación “encendió las alarmas” en el entorno de Maduro, quien el 13 de marzo, con tan solo dos casos positivos de COVID-19 confirmados y cuando apenas se comenzaba a entender globalmente el comportamiento del virus, decretó el estado de alarma.

Maduro activa el estado de emergencia no por evidencia de que el virus hubiera entrado al país, sino por razones meramente políticas. Para evitar que continuara la escalada de protestas. El plan que manejaba el grupo de Guaidó hace aguas porque un componente esencial del plan era movilizar al país, afirmó.

Si bien en el contexto externo las acciones de la oposición junto con sus aliados internacionales no se han detenido (sanciones, persecución del narcotráfico, acusaciones judiciales), las cosas dentro del país se enfriaron con una población encerrada en su casa o que apenas sale para buscar su sustento diario.

Consultado sobre qué podría hacer la oposición en tales circunstancias para no verse completamente anulada, Alarcón replicó:

“No mucho. Lo único que puede hacer es aprovechar el confinamiento para planificar, tomar buenas decisiones, reevaluar lo que ha hecho, comunicarse con los actores que tenga de su lado y replantear su estrategia. Sin movilización de la sociedad civil es poco lo que la oposición puede hacer dentro del país. Pero es un momento útil para reorganizarse y replantearse estrategias. Lo mismo aplica para la sociedad civil”, indicó.

Estados Unidos y sus dos frentes

En el foro virtual titulado “Impacto político de las decisiones de Estados Unidos en la situación actual de Venezuela”, Alarcón también ofreció un detallado análisis de las más recientes decisiones de Washington respecto a la administración de Maduro.

A su juicio, la acusación fiscal por narcotráfico presentada el 26 de marzo por el Departamento de Justicia estadounidense contra 15 altos funcionarios, incluido Maduro, y el Plan para una Transición a la Democracia en Venezuela expuesta el 30 de marzo por el Departamento de Estado por Mike Pompeo y Elliot Abrahams son dos acciones separadas, no orquestadas.

Son dos asuntos que caminan en paralelo pero no necesariamente son coordinados, sino que tratan de armonizarse una vez que se producen: la declaración del Departamento de Justicia es consecuencia de una investigación de años sobre los nexos con el narcotráfico; mientras la propuesta del Departamento de Estado es parte de un plan consensuado con el gobierno encargado de Juan Guaidó y los factores que le apoyan, recalcó.

No obstante, de alguna manera los dos mecanismos (persecución judicial y levantamiento de sanciones a cambio de avanzar en una transición) terminan abriendo una vía para “combinarlas de la mejor manera para que una sea el garrote y la otra de zanahoria”, afirmó.

Maduro y las parlamentarias

Otro de los temas diseccionados por el profesor Benigno Alarcón en el foro virtual del pasado 4 de mayo fue el electoral.

En su opinión, hay que tomar por cierta la palabra de Maduro cuando hace un par de semanas atrás dijo en una entrevista a un medio extranjero que no sabía si este año habría elecciones, dada la situación excepcional creada por la pandemia.

“Creo que Maduro no sabe si va a haber elecciones. Ojo, no han renunciado a que haya elecciones. De hecho, han seguido haciendo ciertos preparativos para caminar hacia una elección a final de año, pese a la destrucción del material e infraestructura electoral”, indicó, pero sostuvo que su concreción dependerá de factores políticos.

Señaló que el oficialismo no ha descartado ese proceso porque está pautado en la Constitución y, principalmente, porque la Asamblea Nacional en manos de la oposición ha sido una verdadera piedra de tranca para el proyecto madurista.

Una elección, a la cual la oposición aún no ha decidido si irá, si no irá o si se va a dividir, es una “oportunidad de oro para arrancarle la AN”, dijo el politólogo y concluyó:

Pero si finalmente el gobierno decide que quiere hacer la elección, tiene los recursos. Es un proceso costoso pero no inmanejable. No sería un asunto complicado, por ejemplo, para las empresas chinas fabricar las máquinas en corto tiempo. La destrucción del material no es un obstáculo insalvable. Todo depende de si el gobierno quiere o no hacer la elección.


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