El oeste de la ciudad mostró dos caras tras el llamado de la MUD: los transportistas de la avenida Sucre y la parroquia Antímano dijeron que el trabajo estuvo flojo, pues no había casi pasajeros. Pero en el centro y la avenida Baralt se mantuvo el bululú de siempre.
Caracas. Este viernes de quincena tenía pinta de domingo en algunas zonas del oeste de Caracas, pero en otras no. El paro cívico convocado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), desde las 6:00 a. m. hasta las 6:00 p. m., se cumplió a media máquina en estos sectores.
La estación del Metro Antímano lucía desolada para el flujo de personas que tiene normalmente a las 9:00 a. m. Los mototaxistas estaban hablando y echando cuentos, con sus vehículos estacionados, y diagonal a la salida estaba apostada una hilera de unidades de transporte, esperando su turno para trabajar.
Carlos Justo estaba recostado en el asiento del piloto, inclinado hacia atrás y con las manos detrás de la cabeza. Esperaba el momento para iniciar la ruta, pues a las 9:50 a. m. generalmente ya hubiese dado una o dos vueltas, pero el día estaba flojo.
“Parece domingo, no hay mucho movimiento ni mucha vida. Tenemos que trabajar porque si no trabajamos no comemos, por eso no acatamos el paro de la oposición”, expresó sentado desde su puesto.
Su compañero de trabajo que inicia a las 5:30 a. m. y le entrega alrededor de las 9:00, solo dio dos vueltas por la poca cantidad de pasajeros.
[irp posts=”38359″ name=”Gobierno intensificó las inspecciones a las industrias y comercios este 28 de octubre”]La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) estaba abierta pero sin clases. Una alumna de Administración, que aprovechó el día libre para hacer unos trabajos, contó que los profesores anunciaron que acatarían el paro y los miembros del centro de estudiantes les informaron que las inasistencias de hoy no tendrían validez.
Hacia las urbanizaciones Montalbán y El Paraíso el panorama era otro. Las colas afuera de supermercados y abastos no cesaron y los centros comerciales abrieron sus puertas en su horario de rutina, menos en el Centro Comercial Caracas, de Montalbán III, donde las actividades empezaron tarde porque estuvieron dos horas sin luz.
Sin embargo, el flujo de personas no era el común de un día normal, menos para el típico viernes de quincena. Muestra de ello fue la avenida Las Fuentes de El Paraíso, donde todos los locales laboraron, pero había pocos vecinos comprando.
En Carapita, los jeeps y las camioneticas estaban cargando pasajeros como de costumbre y los comercios tenían la santamaría hasta arriba. Los buhoneros adornaron la larga avenida principal, exhibiendo sus ofertas.
En Catia trabajaron por miedo a los colectivos
El bulevar de Catia, justo afuera de la estación del Metro Pérez Bonalde, tenía el bululú habitual: comerciantes informales a lo largo de las aceras, personas pidiendo dinero, vecinos sentados en los banquitos comentando las anécdotas de rigor y las personas que hacen algún tipo de espectáculo con la finalidad de ganar una limosna.
Un comerciante, quien prefirió mantener su nombre en reserva, sostuvo que tenía muchas ganas de sumarse al paro pero tenía miedo de que “tú sabes quiénes” lo tildaran de opositor y luego le hicieran la guerra.
“Una de las razones por la que trabajé es porque tengo un hijo que va a la escuela y debo mantenerlo, la otra es porque me da miedo que esa gente la agarre conmigo, por más que sea no nos molestan si no los hacemos molestar”, contó detrás del mostrador.
Un cliente que conversaba con él añadió que los colectivos son quienes mantienen el orden en el bulevar de Catia y los comerciantes se cuidan mucho para no identificarse: “Tengo toda mi vida viviendo en Catia y el bulevar siempre tiene este bululú. La gente sale a buscar comida, a buscar qué hacer para comer”.
Le faltaba gente a la Av. Sucre
Eran las 11:00 a. m. y la avenida Sucre no tenía la multitud habitual. Varios comercios, que normalmente abren temprano, mantuvieron sus santamarías abajo y los transportistas también se las vieron negras con el día flojo.
“Tengo que pagar 30.000 bolívares diarios por trabajar con la unidad y tengo que trabajar. El gremio decidió no unirse porque no es problema de nosotros, nosotros nos paramos cuando es por pasaje, repuestos o inseguridad”, soltó Jhonny Colmenares, chofer desde hace seis años en la Unión Conductores Caracas-Los Caracas.
El transportista explicó que, por lo general, en un viernes normal a las 11:30 a. m. no hay casi unidades detenidas afuera del parque del oeste pues todas están cubriendo la ruta Caracas-La Guaira y la cola de gente esperando por las unidades es larguísima. Pero este viernes fue al revés, no había cola y había muchas unidades habilitadas.
“Toda esta semana trabajamos normal. El miércoles [día de la marcha de la MUD] esto fue horrible, la gente se nos guindaba en la puerta porque se querían ir y había mucha cola”, destacó.
Gabrielis Leal, empleada de un local de copias, narró que sus jefes no le dijeron que cerrara y por eso fue en su horario. Pese a esto, notó que no había tantos clientes como suele suceder a golpe de mediodía: “A las 11:00 a. m. 12:00 del mediodía aquí hay mucha gente, pero hoy es lo contrario. Hay locales que abrieron temprano y cerraron después”.
El centro como si nada
Las avenidas Baralt y Urdaneta eran otra Caracas, no se percibió el llamado a paro cívico como en otros sectores. La gente caminaba por sus calles, como de costumbre, al igual que las colas afuera de supermercados o abastos.
Los comercios abrieron de par en par, al igual que en La Candelaria, donde un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) caminaba. “A la gente le dio miedo cerrar, después de las amenazas del Gobierno”, contó un transeúnte.
Bellas Artes se congestionó, pues una marcha de afectos al Gobierno pasó por la avenida México y Universidad, con destino a la Asamblea Nacional, donde los esperaba el presidente Nicolás Maduro.
A pesar de la caminata de chavistas, los locales en el bulevar del centro estuvieron abiertos y su afluencia de personas fue la de siempre.
Fotos: Mariana Mendonza, Yohana Marra
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