Sin gasolina para los vehículos, pero echando pedal en bicicleta y haciendo frente a la escasez, los comedores Alimenta la Solidaridad siguen llevándoles comida a más de 300 personas diariamente en Anzoátegui. Mientras, Redimi ha restringido su labor.

Barcelona. En medio de la situación en Venezuela a partir de la llegada y posterior confirmación de casos positivos de COVID-19, comedores sociales, refugios y programas sociales han tenido que hacer “maromas” para llevar el alimento a las personas que atienden en el estado Anzoátegui.

El Refugio Divina Misericordia (Redimi) y el grupo que coordina los cinco comedores del programa Alimenta la Solidaridad en la entidad, señalan que, además de acatar los decretos de cuarentena, ahora para continuar funcionando deben sortear un nuevo “enemigo”: la escasez de gasolina.

Pese a que Proal les derogó en febrero pasado el aporte de alimentos y proteína animal, la directora del Redimi, María Fernández, indicó que han contado con la colaboración de donantes anónimos para mantener la obra en pie; sin embargo los decretos de cuarentena social han limitado su desarrollo, puesto que sus principales beneficiarios son adultos mayores, muchos de ellos en situación de calle, por lo que optaron solo por brindar ayuda en los casos de necesidad más extrema.

En el refugio se atiende a más de 120 personas tres veces a la semana.

Nosotros estamos viniendo muy poco por la falta de combustible y bueno los hermanos que necesiten la ayuda nos tocan la puerta y los atendemos con lo poco que tenemos. Con esto de las medidas de cuarentena no hemos dado comida como lo hacemos regularmente, porque no queremos exponer a los adultos mayores, que es el grupo más grande de personas que viene a buscar su alimento. Esperamos que esto pase para reanudar la obra, con la bendición de Dios, agregó.

Fernández afirmó que, aunque la necesidad los apremia, los abuelos beneficiaros de los almuerzos han acatado las recomendaciones que ellos les han impartido sobre el mantenerse en casa por ser una población vulnerable a los embates del COVID-19.

Alimentando pese a todo

En bicicleta, en cola, a pie o como puedan resolver, el grupo de Alimenta la Solidaridad aún continúa brindando almuerzos a las 310 personas, entre adultos mayores, niños, madres lactantes y embarazadas, que atienden en los cinco sectores donde tienen su radio de acción, ubicados varias comunidades de la zona norte de Anzoátegui.

“Ahora más que nunca necesitan ese plato de comida”. Con esa premisa, afirmó la encargada del programa, Tatiana Montiel, se ha activado el grupo de colaboradores para garantizar el alimento.

La falta de gasolina y su imposibilidad para reponerla, aseguró Montiel, también se ha convertido en un obstáculo para la continuidad del programa que, agregó, desarrollarán hasta donde sea posible.

Estamos haciendo magia con la gasolina, y para trasladarnos ha sido algo complicado, puesto que tenemos que ir a los comedores que están ubicados en los sectores Boyacá, en Barcelona; Los Cerezos, en Puerto La Cruz, y Aldea de Pescadores, en Lechería. Nuestro equipo de apoyo sigue activo optimizando los recursos que tenemos, indicó.

Antes del decreto nacional de aislamiento social en Alimenta la Solidaridad ya habían tomado medidas para evitar la aglomeración de personas en los comedores y atendían en grupos de ocho y con sus respectivas medidas de prevención, como tapabocas, lavado de manos, guantes y restricción en la admisión de los adultos mayores, por ser una población susceptible de contraer el coronavirus, sin embargo, se les garantiza su almuerzo, el cual es retirado por un representante.

Con el incremento de casos decidieron cerrar los merenderos y ahora toda la comida se sirve para llevar.

Los comedores son comunitarios y funcionan en casa de un vecino particular, pero por las medidas que restringen la aglomeración de personas lo que hemos hecho es que los beneficiarios acudan hasta los mismos y se lleven la comida, añadió.

Montiel aseguró que, así como los médicos, ellos tienen una responsabilidad con las personas que atienden, ya que el programa no solo abarca un plato de comida, es un monitoreo constante de las condiciones de salud. “Hasta ahora hemos podido resolver. Esperemos que esto no empeore y podemos hacer nuestra obra como siempre”, sostuvo.


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