En mueblerías de San Martín, los vendedores, en su mayoría inmigrantes árabes, ya no recuerdan la fecha en la que dejaron de ofrecer créditos. Algunos eran gestionados por la banca pública y privada, y otros de iniciativa propia. Las tarjetas de crédito también han quedado arrumadas en casa a la espera de si en el futuro vuelven a ser usadas.

Caracas. “Los productos de crédito paralelo permiten la adquisición de línea blanca, línea marrón, computadoras, viajes y mucho más”. En internet aún se consiguen fragmentos de la publicidad que algunos bancos mostraban para ofrecer créditos, pero el servicio ha desaparecido tanto en lo digital como en el espacio físico. 

A pesar de que en 2021 el consumo se recuperó luego de años de contracción económica que restaron 80 % al PIB, las secuelas de la crisis todavía son sólidas en los comercios, sobre todo en aquellos que tienen más de 40 años y les ha tocado enfrentar la hiperinflación, la escasez y la pérdida de poder adquisitivo. Para la gente, los créditos de línea blanca o marrón no son más que anécdotas que alguna vez sirvieron para amoblar sus casas. 

En mueblerías de San Martín, los vendedores, en su mayoría inmigrantes árabes, ya no recuerdan la fecha en la que dejaron de ofrecer créditos. Algunos eran gestionados por la banca pública y privada, y otros de iniciativa propia. Sin embargo, la caída de las ventas, que ya venía mal por la contracción económica y empeoró con la pandemia, ha provocado que algunos empleen sistema de apartado.

El año pasado no trabajamos con crédito, todo era de contado. En agosto hablé con el dueño para empezar a ofrecer esta opción de pagar por parte. El mismo dueño cuando vino se dio cuenta de que las ventas estaban flojas. Aquí se sobrevive y eso generó de nuevo dar crédito”, dice Jean Carlos García, encargado de una mueblería en la avenida San Martín. La tienda permite a los clientes pagar en dos partes con plazos de dos a tres semanas.

“Hace rato vino alguien a pagar un box spring, dio $15 y luego $20”, comenta García. Esa tienda tiene más de 40 años. 

Pagar de contado se vuelve difícil para una población que en su mayoría es pobre por ingresos, según la última Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela. El sueldo mínimo mensual es de apenas 130 bolívares ($30 a la tasa oficial). Renovar los muebles desde hace mucho se volvió un lujo para las familias. Por ejemplo, un colchón matrimonial puede costar $220 y una litera individual sin colchón $300. Solo una colchoneta ($60) dobla el salario de un trabajador al mes.

Roxana Martel usó hace mucho los servicios de Credicompra del Banco de Venezuela. “No tengo exactamente la fecha, pero fue hace más de 10 años. En su momento pude comprar: lavadora, nevera, cocina, hasta un pasaje para Argentina, todo con Credicompra. Mucha gente compraba con extra financiamientos, donde trabajo teníamos Mercantil, Banesco y Venezuela, los clientes también compraban celulares con ese sistema”, dice a Crónica.Uno.

La hiperinflación, que se mantuvo en el país por cuatro años, acabó con los límites de las tarjetas de crédito hasta casi extinguirlas. Hoy ya nadie las usa, debido a que los montos son irrisorios, consecuencia también del elevado encaje legal, que mantuvo severas restricciones en el sistema bancario desde enero de 2019. Pese a que en febrero de este año las autoridades rebajaron el encaje a 73 %, economistas advierten que aún es muy elevado para reactivar los créditos y que debería volver a los niveles que históricamente tuvo el sector de 25 % o 30 %.

Roxana Martel recuerda que no adquiere nada a crédito desde que empezó la hiperinflación. Los límites quedaron reducidos a nada, de hecho, justo estoy revisando mi cuenta para ver y mi límite de tarjeta de crédito del Provincial es Bs. 0 y del Venezuela ni existe.

En la página web del banco Mercantil aún se pueden leer las condiciones de los servicios que ofrecían CrediPlan y CrediFácil. Sin embargo, se pudo constatar que estos no se encuentran activos, según la información que brinda la institución vía telefónica.

Alí Salamé también recuerda la época en la que llegaron a trabajar con los créditos paralelos que daban los bancos Mercantil, Venezuela o Banesco. “Eso quedó en la historia”, dice. Para Alí, estos servicios beneficiaban a los clientes y también a los comercios. Hoy, a pesar de que su tienda permite apartar mercancía, sostiene que ni siquiera aplicando diversas ofertas logran levantar las ventas. 

“Ha sido bastante difícil, las ventas están lentas a nivel general, por más que uno haga ofertas. Esta tienda tiene 20 años y, afortunadamente, hemos seguido trabajando sin cerrar, pero el horario sí se redujo de una manera grande. Antes trabajábamos hasta las 6-7 p. m. ahorita máximo hasta las 5 de la tarde”.

Establecimientos como Makro también llegaron a ofrecer línea blanca y marrón a crédito. Actualmente, la cadena solo prevé trabajar con alimentos y tiene parados estos servicios. La jefa de administración de Makro La Yaguara, Raquel Yurcosa, dijo que esos planes en su momento beneficiaron no solo a los clientes, sino también a los empleados.

Antes había CrediFácil y CrediPlan, pero con la inflación eso se paró y sigue así. Uno podía comprar neveras, televisores, equipos de sonido. Hasta el año 2015, más o menos, esto funcionó. Ahorita nosotros estamos con un relanzamiento en la tienda, pero solo vamos a trabajar con alimentos”, comentó. 

Raquel se emociona al recordar todo lo que pudo disfrutar con esas facilidades de pago. “Con eso pude armar la casa completa”, dice. Pero a pesar de que la empresa mantuvo los créditos, ya los sueldos no les daban para hacer las deducciones debido a la hiperinflación. 

Otras tiendas de mueblería comentan que no pueden permitirse dar apartado porque los proveedores no les dan crédito a ellos. Mayes explica, por ejemplo, que vienen de una situación crítica. En los casi 38 años que tiene su tienda señala que la contracción económica les pegó, al igual que la pandemia. Para él las ventas están un poco mejor debido a que ya no hay cuarentena. “Es mejor trabajar un mes completo que trabajar 15 días”.

Locales de electrodomésticos como Daka o Damasco tampoco ofrecen ningún tipo de crédito, al menos así es en tiendas de El Paraíso y San Martín. Los encargados indican que manejan las mismas formas de pago para los clientes: de contado. En el caso de Daka hacen promociones de tres artículos los fines de semana y en noviembre lanzan el mayor número de ofertas.

Créditos
Foto: archivo Cristian Hernández

Algunas empresas también ofrecían beneficios como las cajas de ahorro, que muchas veces estaban afiliadas a locales comerciales y estos le permitían a los trabajadores pagar poco a poco equipos electrodomésticos o también boletos aéreos internacionales. Para algunos se convertía en un respiro y daba la posibilidad de adquirir esas cosas para las que muchas veces el bolsillo no tiene, como una computadora, teléfonos inteligentes o incluso un auto.

María Alexandra Semprún es una de las que recuerda que con esos créditos compró su primera nevera y lavadora, dice que fue con crédito en Sears. También llegó a usar otros instrumentos que ofrecía la banca privada. “Cada vez que terminaba de pagar algo compraba otra cosa para mantener el crédito activo y que me subieran los montos. Dos veces utilicé esos créditos para pasajes internacionales. (…) Los que más utilicé fueron los créditos especiales de Mercantil y Banesco”, cuenta a Crónica.Uno.

Una amiga compró el porcelanato para remodelar su casa. Igual, el crédito era un comodín para viajar. Las tarjetas las podías usar afuera de Venezuela. Con Cadivi y sin Cadivi, apunta.

A principios de este año el Gobierno exhortó a la banca pública y privada a otorgar mayor número de créditos, en especial a los emprendedores. “Vamos a una expansión del crédito; del financiamiento de todos los emprendedores del país”, dijo el mandatario Maduro el 15 de enero, durante la presentación de la Memoria y Cuenta. Un mes después se rebajó el encaje legal de 85 % a 73 %.

María Alexandra indica que actualmente el límite de su tarjeta de crédito es irrisorio. “Si antes compraba una nevera, ahora ni una rebanada de queso. Si compro una lavadora (estricto contado) con mi límite de $1 no podría comprar ni el detergente para lavar la ropa”. La profesora universitaria dice que le gustaría que regresaran los créditos para renovar algunos equipos o para viajar. 

Mi experiencia actual con las tarjetas de crédito es que están guardadas en la casa esperando a ver si algún día vuelven a funcionar.

En las ciudades existían estas facilidades de pago, pero en las zonas campesinas los métodos de ahorro eran un poco diferentes. En algunas partes del interior los vendedores se adentraban con sus vehículos y llevaban la mercancía en la parte trasera. Pasaban dejando juegos de sábana, de comedor o de cama. La gente se los dejaba y lo pagaban por partes. Elegían los artículos que los vendedores podían trasladar, no había tanta variedad, pero sí cómodas cuotas.

La cajera de una tienda de artículos para bebés ubicada cerca de Miraflores cuenta que con la pandemia les tocó regresar a ese sistema (de apartado). “Las ventas estaban muertas, pensamos hacerlo por dos cosas, principalmente, por la inflación y la poca capacidad adquisitiva del venezolano, se benefician ellos y nosotros, también es una forma de enganchar al cliente”, dice.

Allí el consumidor debe pagar 30 % de la totalidad del monto y tiene hasta 30 días para cancelar, incluso pueden llegar a dar plazos de hasta 45 días, debido a que los pagos son en divisas. Si son artículos de montos muy bajos, les dan 15 días. 

“En diciembre fue un plus, con eso fue que pudimos cubrir las deudas, eran pocos los que venían a pagar de contado”, apunta la vendedora. Sin embargo, señala que las ventas también están afectadas motivado a los actos presidenciales y al cierre del paso peatonal.

Los créditos serían un alivio para la mayoría de la población. Roxana Martel dice que “sería maravilloso” volver a contar con estos servicios. “El alto costo de los productos hace muy difícil su compra de contado y permitiría una mejor planificación de las compras y pagos, en este momento todo es muy inmediato, sería excelente poder planificar vacaciones o artículos para el hogar, hasta un vehículo; incluso al comprar con tarjeta de crédito el banco te daba millas con las cuales se podía viajar. Hemos perdido todas esas ventajas como consumidores”.


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