Crisis del psiquiátrico de Lídice solo permite atender a 17 pacientes hospitalizados 

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Las áreas para adolescentes y Psiquiatría Infantil siguen cerradas. Igual sucede con Lencería. Peter Contreras, delegado sindical, destacó que faltan los 5000 litros de gasoil para prender la lavadora y la secadora. “Cambiamos a los pacientes con ropa que nos donan”, afirmó. Recientemente se llevaron el equipo de laboratorio para el hospital Jesús Yerena y dejaron desasistido el servicio.

Caracas. Los trabajadores del hospital psiquiátrico de Lídice salieron de nuevo a la calle. Esta vez para rechazar el cierre del laboratorio que deja desasistidos a los pacientes hospitalizados, y para denunciar el “intento de expropiación” de ese centro que, al parecer, asomó el viceministro de Salud, Armando Marín. 

Peter Contreras, delegado sindical de este puesto asistencial, basó la denuncia en las recientes declaraciones que dio el funcionario durante una reunión en la que participaron algunos trabajadores.

En ese encuentro Marín, presuntamente, dijo que el Hospital Psiquiátrico de Caracas debía ser un anexo del hospital de Lídice Jesús Yerena, ubicado a tan solo media cuadra.

“Quieren suprimirnos. Ya empezaron al llevarse el aparato de análisis hematológico del laboratorio. Lo trasladaron para el Jesús Yerena. Sabemos que las estadísticas de uso nos dicen que la mayoría de los exámenes corresponden a ese hospital, pero es una irregularidad lo que están haciendo, cuando aquí quedan pacientes”, destacó el dirigente gremial.

En estos momentos en el psiquiátrico de Lídice hay 17 hospitalizados. Menos de la capacidad instalada, y eso porque no hay ni recursos ni insumos para atenderlos.

De ahí la exigencia del personal de salud para que las autoridades capitalinas, encabezadas por el doctor Earle Siso, atiendan la crítica situación de este centro de referencia para la región central.

De acuerdo con la enfermera Yohana Hernández, en la sala 7 hay tres hombres internados; en el servicio 2 no hay, en el 3 hay ocho, y en el 1 solo uno.

Ahora nos dicen que va a quedarnos un médico. Aquí no se reciben más personas porque no tenemos cómo atenderlos”, lamentó.

Hace más de seis años los trabajadores fueron a la Defensoría del Pueblo. Se crearon mesas de trabajo para buscar solución a la precariedad y para atender la falta de personal.

Se acordó, en ese momento, llenar las vacantes con los suplentes, pero pasado el tiempo se paralizaron los ingresos.  

Tampoco hay medicamentos ni comida. Contreras destacó que hace poco les enviaron huesos para hacer una sopa, y luego 20 pollos que repartieron por pedacitos para que alcanzara.

Luego de la protesta de junio de este año –cuando dejaron pasar a los medios de comunicación para que pudieran constatar denuncias como el hecho de que muchos  hospitalizados dormían sobre sus heces y orinas– llegaron algunas donaciones y pudieron subir la capacidad asistencial a casi 40 ingresos.

Pasados cuatro meses, lo que observa el personal es retroceso en todas las áreas. Tan es así que los servicios para adolescentes y Psiquiatría Infantil siguen cerrados. Igual sucede con Lencería. Contreras destacó que faltan los 5000 litros de gasoil para prender la lavadora y la secadora. “Cambiamos a los pacientes con ropa que nos donan”, expresó.

Desde las 7:00 a. m. un grupo de trabajadores se apostó en el portón principal para hacerse eco de la crisis interna. “Estamos aquí y mañana seguiremos hasta que nos escuchen. Nada de esto es nuevo. Lo que estamos viendo es que el viceministro ha tomado decisiones que nos afectan. Ya se llevó la máquina del laboratorio, ahora quedó cerrado. Pero también nos quiere quitar el estacionamiento, pues sostiene que debemos funcionar como un anexo”, destacó Contreras. 

El técnico que se llevó el equipo les dijo que era por falta de presupuesto y que podía trasladarlo a otro centro, pues son subarrendados del Ministerio de Salud.

“Lo que vemos es que quieren desmantelar este hospital. Marín es viceministro de Salud, pero también es director del Jesús Yerena. Desde el 2 de octubre de 2018 los hospitales no reciben asignación, pero ¿va Marín a administrar dos presupuestos, cuando por fin el gobierno se digne a enviarlos?”, denunció el sindicalista

El psiquiátrico de Lídice luce abandonado. Las paredes están peladas, el monte está crecido, no hay detergente ni desinfectante para limpiar los pasillos que se parecen a los de una casa de misterio: solos y oscuros en las noches.

Escasea el personal de seguridad. “Lo que  han hecho con el hospital es colocar pañitos de agua tibia”, denunciaron los obreros.

El director del psiquiátrico de Lídice, Guillermo Bastidas, casi al mediodía salió de parrillero en una moto rumbo a la oficina de Earle Siso, director de Salud del Distrito Capital.

Se rumoró entre el personal que iba a buscar respuestas. No obstante, la protesta sigue hasta tanto se reactive todo el hospital y se mejore la atención al paciente psiquiátrico.

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Foto: Mabel Sarmiento

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