Hace apenas 33 años, la homosexualidad fue eliminada de lista de enfermedades mentales por parte de la Organización Mundial de la Salud. Gracias a ese hito, la población LGBTIQ+ gana cada vez más espacios para mostrar su talento en expresiones artísticas como el drag.

Caracas. Cuando se encienden las luces, el rechazo, la discriminación y los límites desaparecen. El maquillaje ayuda a definir, más que los pómulos, una posición ante la vida. Un nuevo auge del movimiento del arte de las drag queens en Venezuela ha llegado para desmontar paradigmas, estereotipos y prejuicios.

Conocidas hasta hace poco más de una década como “travestis”, término ya en desuso al menos en Venezuela, o mal llamadas “transformistas”. Estas reinas de la noche pueden ser, de día, desde el arquitecto que diseñó el último edificio de moda en la ciudad hasta el enfermero que funge como actor humanitario en una organización no gubernamental (ONG) de asistencia médica.

Así, una nueva y empoderada generación de drag queens venezolanas lucha por sus derechos al ritmo de la canción más pegada en la radio. Rompen esquemas un paso de baile a la vez y asumen esta expresión artística y de género lejos de la clandestinidad a la que fueron condenadas muchas de sus antecesoras.

Con su arte, representan una de las muestras más claras del nuevo tiempo que el movimiento a favor de los derechos humanos de la población de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer (LGBTIQ+) ha alcanzado en Venezuela y que parece no tener vuelta atrás.

Foto: Manuel Díaz
Reivindicación

Crónica.Uno acompañó a un grupo de las siete drag queens que compitieron en la gala Always Queen 2023, que produjo la ONG País Plural el 29 de abril pasado. El evento permitió constatar, a través de los testimonios de las participantes y organizadores, cómo esta manifestación de la cultura queer. Además de entretenimiento, es una forma de reivindicar los derechos de las personas LGBTIQ+, mediante el uso del espacio público y la desmitificación de los roles de género.

No obstante, su práctica y arraigo en la comunidad LGBTIQ+ es también un medio para ganar la visibilidad negada por décadas. Este 17 de mayo se cumplen 33 años desde que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobó la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. De ahí que cada año se conmemore el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.

Pese a los avances en materia de acceso a derechos en el mundo, como el reconocimiento del matrimonio igualitario en alrededor de 35 países hasta la fecha, la discriminación persiste. Por eso, la comunidad LGBTIQ+ halla en el drag una forma de expresión y resistencia. En esto coincidieron los artistas en aquella brillante noche del 29 de abril. 

Daniel Uzcátegui en pleno proceso de transformación en Nebraska from la Taska. Foto: Manuel Díaz
Nebraska salva a Daniel 

Daniel Uzcátegui Correa, un joven arquitecto, fotógrafo, diseñador industrial y profesor universitario, se muestra seguro previo a su transformación en Nebraska from la Taska.

El nombre de su drag queen alude a las mujeres de su entorno que lo han inspirado. Uzcátegui practica el drag desde el año 2015, aproximadamente. Pero fue en 2020, que el personaje se volvió una constante en su ocupada vida. 

Aunque se ha presentado en un par de eventos y competido en dos más, Uzcátegui admitió que Nebraska no se expone. Su existencia está limitada a espacios Seguros. Es decir, donde su creador sabe que no estará en riesgo de padecer ataques por su expresión de género.

Hacer drag significa para mí muchísimo, porque mi personaje drag es como mi superheroína. Ella está inspirada en todas las mujeres espectaculares que me rodean. Aunque Nebraska es una mujer que puede contra todo, realmente siempre ha existido en espacios seguros para ella, en espacios sin discriminación, indicó.

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Daniel Uzcátegui convertido en Nebraska from la Taska. Foto: Manuel Díaz

Ella es mi manera de afrontar cualquier problema, cualquier miedo, pues pienso en ella y me ayuda a superarlo, aunque suene un poco cliché. Es que cuando yo realmente tengo la peluca puesta, puedo encontrar lo que sea. Es como un momento fantástico en el que me siento sumamente empoderado, confesó.

Un lenguaje propio

Federico tiene 27 años edad e incursionó en el arte del drag hace dos años. Este licenciado en Idiomas Modernos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) conoció de esta manera de arte gracias Rupaul’s Drag race, un reality show pionero en la masificación de esta manifestación artística que se estrenó hace más de 15 años a través de un canal de televisión por cable de Estados Unidos.

Con Crystal Claire, su nombre de drag, combina referencias de la cultura pop y de exparticipantes del popular reality show estadounidense. Al principio, solo publicaba resultados de sus sesiones de maquillaje en redes sociales. En la actualidad, participa en competencias y otros espacios donde le permiten mostrar su evolución.

Una escena tras bastidores de la gala drag Always Queen. Foto: Manuel Díaz

Para Federico el drag es una síntesis de su vida. Hábil para las manualidades desde muy niño, ha encontrado en el transcurso de los años darle un sello especial a su personaje. Un lenguaje propio con el que comunica lo que le inquieta, apasiona y le hace sentir libre, feliz y aceptado.

Siento que es un arte que abarca muchos aspectos de mi vida. Ese aspecto tan ecléctico, esa característica tan ecléctica que tiene (su personaje de drag queen) de poder tomar de aquí, de acá, de allá, para crear algo nuevo con las cosas que ya existen e incluso con las que no, explicó. 

En su experiencia, el drag no solo consiste en transformar un rostro con maquillaje. Su aspiración es que logre cambiar prejuicios, estigmas y esquemas que fomentan el odio a la diversidad. Una manera de romper paradigmas en la sociedad venezolana, una de las pocas en la región sin mayores avances en cuanto a derechos de la población LGBTIQ+ en las últimas dos décadas.

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Crystal Claire en pleno proceso de transformación. Foto: Manuel Díaz

Nos transformamos en algo completamente nuevo y le mostramos a la gente que está bien poder hacer cosas a las que uno no está acostumbrado, que nunca se nos enseñaron o que nunca nos dieron la posibilidad tampoco de hacerlo. No quedarse en lo que ya nos vienen enseñando desde mucho tiempo atrás sobre cómo debemos comportarnos, qué es lo que está bien o qué es lo que está mal, reflexionó.

Un repaso por el brillo

En Venezuela, las expresiones artísticas asociadas a la diversidad sexual y de género, como el drag, han sido fundamentales para la lucha por los derechos de la población LGBTIQ+, recalcó Aisak Ovalles, actor y drag queen, actualmente a cargo de la coordinación de autogestión de País Plural. En un país donde la discriminación y la violencia contra esta comunidad son una realidad recurrente, el arte drag ha sido una forma de lucha contra la opresión.

Artistas drag han sido pioneros en la lucha por la aceptación de la comunidad LGBTIQ+ en Venezuela. A través de sus espectáculos, han desafiado las impuestas normas de género y han creado espacios seguros para la expresión de la identidad de género y la sexualidad.

Foto: Manuel Díaz

Además, el drag ha sido una forma de crear comunidad y solidaridad entre las personas queer, señaló Daniel Picado, director de País Plural a su llegada al evento Always Queen. Festivales, certámenes de belleza y concursos de drag, como el Miss Gay Venezuela, han reunido a la comunidad LGBTIQ+ y han creado una cultura queer vibrante y diversa en el país.

Sin embargo, a pesar de la importancia del drag y otras formas de arte en la lucha por los derechos LGBTIQ+ en Venezuela, la comunidad aún enfrenta muchos obstáculos y prejuicios, insistió el activista.

Antecedente clandestino

El arte del drag en Venezuela tiene una historia colorida y vibrante que se remonta a las décadas de 1960 y 1970. Desde entonces, la comunidad LGBTIQ+ comenzó a organizarse y a crear espacios seguros para expresarse. Entonces, el drag, conocido con otra denominación y practicado casi en la clandestinidad en sitios nocturnos, era una forma de resistencia y transgresión, una manera de desafiar las normas de género y los cánones sociales, recordó Federico.

Uno de los pioneros del drag en Venezuela fue la famosa Arona Backer, quien a principios de los años 1980 se convirtió en un ícono del espectáculo drag en el país hasta su fallecimiento en el año 2020.

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Edward Ramírez es actor humanitario en su cotidianidad y Bella Swan algunas noches. Foto: Manuel Díaz

Con sus presentaciones se convirtió en una figura muy popular en la noche caraqueña y en el mundo artístico alternativo de su época. Gracias a esa popularidad le abrió las puertas a muchas otras artistas drag en el país.

A pesar de todo, el drag sigue siendo una forma de expresión y resistencia muy importante en Venezuela. En la actualidad hay muchas artistas drag talentosas y reconocidas en el país. Como otros medios de expresión de la comunidad LGBTIQ+, el drag se ha adaptado a los tiempos. Sin embargo, se mantiene como una forma de desafiar las normas y de celebrar la diversidad y la libertad.

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Aisak, The Queer Queen, es una de las drag queen más destacadas de la noche caraqueña. Foto: Manuel Díaz
Avance y resistencia

Las expresiones artísticas de la comunidad LGBTIQ+ en Venezuela han evolucionado a lo largo del tiempo. De ser formas de resistencia y transgresión en los años 1980 y 1990, se han convertido en herramientas para la creación de espacios de inclusión y celebración de la diversidad en la actualidad.

El drag, la música, el teatro, la literatura y otras formas de arte han sido fundamentales para la lucha por la aceptación y la visibilidad de la comunidad queer en el país. Artistas como las vigentes Chiky Lorens y La Parchita, una apropiación para contrarrestar el uso peyorativo de la palabra, pioneros en la escena drag en Venezuela, son referencias para las nuevas generaciones de artistas queer.

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Daniel Picado, fundador de la ONG País Plural, organizadora del evento Always Queen. Foto: Manuel Díaz

Además, la comunidad LGBTIQ+ ha encontrado en las redes sociales una forma de difundir su arte y sus mensajes de lucha y resistencia. Plataformas como Instagram y TikTok han permitido que artistas queer lleguen a audiencias más amplias y creen comunidades de apoyo y solidaridad.

Junto a otras expresiones, la comunidad queer sigue en lucha por sus derechos y por una sociedad más justa e inclusiva. En función de esto, el arte es una herramienta fundamental para hacer incidencia, subrayó Ovalles.

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