Los tres días de aguaceros pusieron al descubierto, una vez más, que las cañerías funcionan en su mínima capacidad. Expertos recomiendan a las autoridades reforzar mantenimiento de cara a temporada de lluvias.

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsamiento

Caracas. “Cuando llueve me convierto en rana (por no decir sapo), por la cantidad de charcos que tengo que saltar”. Parece una burla el comentario de Luis Pablo Sandoval, habitante de la parroquia Antímano, pero es prácticamente lo que él y el resto de los vecinos viven en la calle El Progreso.

“Allí se hace una laguna. El agua baja con fuerza, se sale del alcantarillado y se empoza. Además hay huecos y protuberancias y uno no puede pasarla sino pegando brincos. Hasta con una leve llovizna se pone la entrada como una cochinera. Nadie puede pasar”, contó.

Vivian Rangel, quien vive en la avenida Intercomunal de El Valle, dijo que para ella y su bebé de tres años es una odisea cruzar de la calle 2 a la parada. “El agua baja con fuerza arrastrando todo tipo de basura. Es imposible caminar. Hay que esperar como media hora después del palo de agua, pero luego el charquero y el barro quedan pegados en la vía y es peor. Además me da miedo andar por ahí cuando hay lagunas porque a veces no están las tapas de las alcantarillas y muchas están repletas de desechos”, expresó.

Cañerías insuficientes

Caracas colapsó por los cuatro costados con tres días de agua, producto de una vaguada fuera de la temporada de lluvias.  Las grandes lagunas que tardaron horas en dragarse demostraron que la red drenajes se quedó pequeña.

El profesor Valdemar Andrade, de la estación climatológica de la Universidad Central de Venezuela (UCV), informó que estas últimas 72 horas se precipitaron 91,4 mm de agua (el promedio de precipitación de abril es 51,2 mm).

El equivalente es 1 mm es la altura que alcanza 1 litro de agua sobre una superficie de 1 metro cuadrado. Entonces es igual a 91,4 litros en cada metro cuadrado de superficie.

Las lluvias del día 19 fueron las primeras de mayor precipitación registradas durante el año (43, mm). Este tipo de tormenta afectó principalmente la red de drenaje y, por tanto, el volumen de agua acumulada que llegó a los ríos, tal como se observó en El Guaire, fue grande.

José Luis López, director del Instituto de Mecánica de Fluidos de la UCV, dijo que esta red tiene más de 40 años de construida y, por tanto, no es suficiente para soportar la descarga de aguas servidas  y las pluviales (de las lluvias).

Es por ello que se observaron inundaciones de la proporción vistas en los días recientes.

Explicó que quizás los drenajes están obstruidos. “La primera captación de las lluvias llega a las rejas y sumideros que luego llevan el agua a los colectores y la depositan en las quebradas. Si vimos esas anegaciones en la zona urbana es porque algo no está funcionando bien. Cuando construyeron esos drenajes la ciudad era otra, más pequeña, y predominaban las áreas verdes. Ahora están pavimentadas y eso hace que el agua corra más fuerte y sin límites”, finalizó López.

Además está el hecho de las nuevas construcciones de tuberías. “Se hacen nuevos empalmes con otras dimensiones o se achica uno, y eso también interrumpe el paso del agua con fluidez. Eso sin contar que no les hacen mantenimiento frecuente. Están llenas de desperdicio y por eso no captan el paso de las torrentías”.

López aprovechó para citar el caso del río Valle, cuyo cauce se alteró con la ampliación de la autopista Valle-Coche. “Las pilas están en medio del río e interrumpen la fluidez y sirven para acumular sedimentación. Si eso no se corrige (aunque con estas lluvias no sucedió) el río es un riesgo potente para quienes circulan por esta importante vía”.

Lo mismo sucede con El Guaire en La Línea, en Petare, donde se desborda porque allí termina la canalización en concreto y empieza el cauce natural con una trayectoria de curvas que dificultan la velocidad y por eso se desborda.

Mosca con las crecidas

Zonas como La Candelaria, La Florida, El Paraíso, San Martín, Los Chaguaramos, Los Cortijos, Los Ruices, San Bernardino, Bello Monte y avenidas como Urdaneta, Baralt, Libertador, Nueva Granada, Boyacá y la carretera Panamericana, son las que más presentan problemas de circulación peatonal tras un aguacero.

Se anegan y las inundaciones llenan las aceras. Además se observó que la mayoría de las alcantarillas, sumideros y colectores están, en mal estado. Algunos tienen el cajón o las rejillas fracturados, no tienen tapas y están abarrotados de basura.

Lo que la gente hace para protegerse de los embates de las inundaciones es colocar barricadas en las entradas de las casas y negocios, que están en las partes bajas de los cerros. Otros esperan a que pase el fuerte temporal y las alcantarillas chupen las lagunas, que en algunos casos tardan hasta un día, como suele suceder con las que se desarrollan en las avenidas Fuerzas Armadas y en la Boyacá.

Al respecto el profesor López recomendó a los vecinos estar alertas con la fuerza y el tiempo de las precipitaciones, notificar a las autoridades si observan, por ejemplo -en el caso de una quebrada-, que el flujo se detiene, pues puede reventar como una ola. Sugirió a las autoridades, de cara a la temporada formal de lluvias que se prevé inicie en junio de 2016, empezar con los trabajos de mitigación de riesgo y con el mantenimiento permanente de los drenajes, que están funcionando con poca capacidad.


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