El coronavirus convierte a Londres en un pueblo fantasma ¿a destiempo?

Londres

El anuncio de que el primer ministro Boris Johnson y el heredero al trono, el príncipe Carlos, están infectados incrementa el miedo en la ciudadanía en Londres, así como sus dudas en torno a la eficacia de la estrategia del Gobierno británico.

Londres. “Hola quiero informarles de algo que ha pasado hoy. He desarrollado síntomas del coronavirus, es decir temperatura y una tos persistente, y por consejo del médico en jefe me sometí a un examen que dio positivo. Ahora estoy trabajando en casa y estoy en cuarentena que es lo correcto”. Con estas palabras el primer ministro Boris Johnson anunció en Londres que se había contagiado con el Covid-19.

Pero como las malas noticias no vienen solas, horas después de que el jefe de Gobierno británico diera esta información, las autoridades anunciaron que el ministro de Salud, Matt Hancock; y que Chris Whitty, el médico que lo asesora en el combate con la pandemia habían corrido la misma suerte.

Los anuncios han expandido el miedo y las dudas en torno a la eficacia de la estrategia del Gobierno para hacer frente a la pandemia. Reino Unido ha roto el consenso europeo y asiático en torno al coronavirus y en lugar de imponer una dura cuarentena ha optado por una estrategia de endurecimiento paulatino de las medidas de aislamiento social, con el propósito de evitar un posible rebrote de la enfermedad el próximo invierno. Apenas este lunes el Gobierno llamó a la paralización de todas las actividades “no esenciales”.

Sin embargo, noticias como que el príncipe Carlos, el heredero a la corona, también se ha contagiado o que el número de muertos creció, entre ayer y hoy, en 181 y alcanzó los 759 han reforzado los cuestionamientos.

Sin tráfico y con colas en mercados

Con el paso de los días Londres, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, ha ido perdiendo su vida. Los miles de turistas que recorren sus calles para observar íconos como la Casa del Parlamento, el Palacio de Buckingham, la catedral de San Pablo o para ir de compras han desaparecido.

Pero es que aunque si los visitantes siguieran, el atractivo de la ciudad del Támesis se ha reducido. Así la gran red de museos que operan en la ciudad se encuentra cerrada, al menos hasta junio. Lo mismo que los teatros, donde se exhiben los famosos musicales; o los “pubs”, donde degustar las “pintas” de cerveza.

En la actualidad salvo los supermercados, las farmacias o las estaciones de servicio, el resto de los comercios permanecen cerrados totalmente. Pero incluso los establecimientos que aún siguen operando han visto modificados sus horarios. Así los mercados han fijado horarios especiales para atender exclusivamente a ancianos o personal sanitario, con el propósito de garantizar que ellos puedan abastecerse.

A medida que la pandemia se iba cobrando más y más vidas, el pánico comenzó a cundir entre los británicos, los cuales se lanzaron en masa a comprar alimentos y medicinas como esperando una guerra. Las autoridades estiman que en cuestión de días los ciudadanos compraron productos por un millardo de libras (1,4 millardos de dólares), algo no visto ni siquiera cuando se temía que el divorcio de la Unión Europea (UE) se produjera sin acuerdo.

En cuestión de días los estantes del grueso de los supermercados y farmacias londinense comenzaron a lucir como los de Caracas durante los años 2014 y 2017. Así mismo los habitantes de la capital británica debieron experimentar algo que para los venezolanos es cotidiano: las colas.

Foto: Juan Francisco Alonso

En la actualidad no solo hay que hacer filas para pagar sino incluso para ingresar a los comercios, debido a que las normativas de “distanciamiento social” impuestas por el Gobierno buscan evitar aglomeraciones dentro de espacios cerrados, para así reducir el riesgo de contagios.

A media marcha

Pese a que las autoridades reconocen que la tasa de contagio se está duplicando cada tres o cuatro días, todavía se resisten a seguir el ejemplo de sus pares europeos y poner freno a toda actividad. Así el transporte público continúa operando. Los famosos autobuses rojos de dos pisos aún recorren la ciudad, pese a que van medio vacíos.

Solo en el Metro se pueden conseguir aglomeraciones y ello debido a que la Alcaldía de Londres, responsable de la gestión del subterráneo, ha decidido cerrar 40 estaciones y reducir el horario de operación del mismo, alegando que el número de operadores que se han reportado enfermos no deja de crecer.

Sin embargo, las autoridades parecen estarse preparando para endurecer aún más las restricciones y por ello el jueves el Parlamento aprobó un proyecto de ley presentado por el Gobierno de Johnson, el cual permite a la policía imponer duras multas a todo aquel que incumpla las medidas aprobadas para enfrentar el coronavirus y disolver cualquier congregación.

El tiempo dirá si Londres actuó correctamente o no.


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