Los vecinos tienen que llevar el comprobante que les dan cuando reciben la caja del Clap. La medida, adoptada por los consejos comunales, es porque solo llegó harina a una de las cinco panaderías que hay en la urbanización y, por ende, no hay pan para tanta gente.

Caracas. En la urbanización Altavista, de Catia, la harina de trigo llegó, pero a una sola panadería de las cinco que hay en la zona. Esto generó grandes colas y desespero en la población.

De ahí que la fórmula mágica implementada los miembros de los consejos comunales fue vender la bolsa de los panes regulados, que cuesta Bs. 16.000, únicamente a los residentes comprobados de la zona.

Así lo están haciendo desde el pasado jueves y este lunes el racionamiento fue más radical. La bolsa de los 10 panes solo alcanzó para 240 personas, una urbanización popular que puede llegar a los 45.000 habitantes.

La medida en estas panaderías es que 80 % de la harina se use para la producción del artículo regulado. El restante es para los otros productos panaderos.

La lucha por el pan

A las 3:00 a. m. se formó la cola este lunes. Los primeros que compraron lo hicieron a partir de las 8:30 a. m. Ya a las 10:00 a. m. no quedaba el subsidiado.

Venden un paquete por persona, pero ya no hay la posibilidad de que todos podamos adquirir ese alimento, pues ahora se aprobó que solo podrán comprar los que acrediten suficientemente que viven en Altavista. Deben presentar el comprobante que reciben cuando les entregan la caja de Clap, lo que llamo racionamiento comunal, dijo Ángel Cacique, dirigente vecinal.

Otra denuncia expuesta por los vecinos es que los bachaqueros, que son los que tienen el efectivo, se apropian descaradamente de la mercancía, delante de los llamados colectivos, consejos comunales y la misma Policía Nacional Bolivariana (PNB).

Mucha gente se fue con las manos vacías. Tampoco pude comprar el pan el que no es regulado a Bs. 30.000. Dos son Bs. 60.000 y no tengo ese presupuesto, dijo Rosa González.

Fetraharina durante el primer trimestre del 2018 ha denunciado insistentemente que los molinos trabajan al 50 % de su capacidad y que de las 30.000 toneladas del insumo requeridas para dotar durante un mes a los estado Vargas, Miranda y a Caracas, solo llega la mitad; razón por la cual las panaderías lucen anaqueles y dispensadores vacíos.

Esta escasez y la poca disponibilidad también tumbaron los beneficios a las personas de la tercera edad y a los que sufren algún tipo de discapacidad.

Desde las 3 de la madrugada empezaron a hacer la cola.

Ya no tienen el privilegio de ahorrarse la cola. Ante la necesidad todos somos iguales. Ya eso se acabó, dijo otro comprador que también madrugó.

En la cola del pan que se vio en esta panadería de Altavista la indignación caló de punta a punta.

No es nuevo este trajín, venimos desde hace mucho soportando esta humillación. Sucede que cada día nos están sacando más las costuras de la necesidad y la miseria. En mi casa aunque sea pan con una taza de café comemos. Pero ni eso tenemos. Uno reúne los 16.000 bolívares y se para a las 3:00 a.m. para ver este panorama de tristeza y preocupación, comentó Isaura Ramos.

Esos eran los sentimientos marcados en los rostros de quienes aguardaban en la acera, donde se armó una fila de más de dos cuadras. Muchos de los que resistían a la parada eran personas de la tercera edad, que ni siquiera tenían en sus estómagos la primera comida del día.

Fotos: cortesía Ángel Cacique


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