Una densa nube se aprecia a diario en los municipios del área urbana del estado Anzoátegui. La espesa capa se debe a la quema indiscriminada de basura y bosques que en la madrugada afecta a diversas comunidades. Ambientalistas aseguran que la situación desbordó la capacidad de las autoridades, que no hacen cumplir lo establecido en los artículos 65 y 69 de la Ley Penal del Ambiente, lo que agrava la situación por la COVID-19.

Barcelona. Son las 4:00 a. m. y para Alberto Guerra comienza una rutina nada agradable en su residencia. Como si fuese un reloj suizo, Guerra es despertado diariamente por un desagradable olor a humo –por la quema de basura– que penetra en el interior de su apartamento ubicado en el sector Nueva Barcelona de la capital del estado Anzoátegui.

Guerra no está solo en su padecimiento. La “invasión de humo” llega a varias comunidades no solo de Barcelona, sino también del resto de los municipios de la llamada zona norte de Anzoátegui (Lechería, Puerto La Cruz y Guanta).

Pareciera que quienes se ponen a quemar lo hacen todos los días a la misma hora. En primera instancia culpé a la gente del barrio que está detrás de mi residencia, pero la quema es muy frecuente y a la misma hora (4:00 a. m.), y cuando me asomo por la ventana de mi cuarto que da directo al barrio no veo ningún incendio. Entonces, ¿de dónde viene todo esto?, porque lo que sí he notado es que la ciudad amanece con una nube y un olor perenne de humo que no es normal.

Para Guerra es contradictorio que este tipo de incendios se produzcan en plena pandemia de COVID-19, que en la entidad hasta el momento ha dejado seis casos positivos, pues una de las complicaciones que causa el virus son las afecciones respiratorias, que se agravarían por la quema indiscriminada de basura, pues, de acuerdo con informes de la Organización Panamericana de la Salud, el humo generado por la quema de desperdicios produce gases tóxicos que generan enfermedades respiratorias, de la piel y los ojos, que pueden ocasionar complicaciones en caso de persistencia.

quema de basura
Lo desechos son quemados indiscriminadamente. Foto: José Camacho

Patricia Canales vive en la urbanización Las Aves, ubicada en la salida de Barcelona. Es mamá de dos pequeños y sostiene que, debido a la humareda que casi a diario se genera por los incendios que ocurren en dos vertederos improvisados cercanos a su residencia, los cuadros alérgicos no se hicieron esperar.

Para ella, encender el aire acondicionado es una tortura: “Prácticamente es como si hubiese prendido la basura dentro de mi casa”.

Agrega: “Esta quema de basura tiene casi tres años. La gente que está en unos de esos terrenos selecciona la basura, y asumo yo que lo que no venden lo queman. Hay días en que el humo es más fuerte y el olor más penetrante, porque ellos ahí queman cartón, basura, plástico, y el olor es insoportable. Soy alérgica y me la paso estornudando al igual que mis hijos. Esta gente tiene un horario, hay días que no queman, otros que queman o a veces lo hacen entre semanas. Ahí tenían hasta unos chivos, y entonces eso se mezclaba con el olor a basura”.

Las Aves está dividida en una especie de dos etapas, una de apartamentos, que es donde habita Canales, y otra de casas, que es donde está el segundo basurero improvisado. La vecina afirma que ambos condominios han enviado numerosas cartas a la Alcaldía de Barcelona para que solventen la situación, pero hasta el momento la respuesta ha sido nula.

Si nosotros estamos así, imagino que en la parte de las casas es peor, porque ese otro basurero que está allí lo usa la Alcaldía de Barcelona como especie de planta de transferencia de basura. En el caso del botadero que está cerca de donde vivo, no sabemos quién lo genera, porque nosotros no somos, hay gente que habita en ese terreno.

En la puerta por inconsciencia

La inconsciencia de los ciudadanos también genera problemas en comunidades como Las Casitas de Barcelona, donde habitantes del sector se propusieron el rescate de un terreno que varios vecinos terminaron adoptando como otro botadero improvisado de desperdicios de todo tipo.

Ángel Quintana vive a escasos 100 metros del terreno y dice que hasta unas matas de plátano que habían sembrado las arrancaron. Y el escenario hoy es deprimente, sobre todo en horas de la noche cuando “viene gente a quemar la basura”.

Quintana relata: “El aseo pasa cuando se acuerda, y por eso la gente viene y bota la basura, pero no se dan cuenta de que aquí vivimos personas cerca, y cuando queman es peor porque todo ese humo se mete en las casas. Mi mamá es asmática, y ella cada vez que prenden eso se ahoga. Aquí más que todo lo que pasa es que la gente no tiene conciencia y se producen estos basureros”.

Añade un problema más al botadero improvisado, pues es usado como vía de escape de delincuentes que aprovechan la oscuridad del lugar para cometer fechorías y salir a otros sectores de la zona.

Cuenca en riesgo

No solo la quema indiscriminada de basura tiene en jaque a la zona norte de Anzoátegui, la deforestación que campesinos realizan en la cuenca del río Neverí contribuye a la contaminación del aire en el área urbana.

Rodolfo Gil es presidente de la Fundación Agua Para Todos. Sostiene que, pese a ser una zona Abre (Área Bajo Régimen de Administración Especial), la tala y quema de terrenos en la zonas rurales de Barcelona y Puerto La Cruz data de años y ocurre bajo la inacción de las autoridades responsables de evitarlas.

Yo llamo a esta gente seudocampesinos, porque no se dan cuenta de que con esto lo que hacen es perjudicar a la ciudadanía por el humo que causan, y rompen con el ciclo hidrológico; deja de llover y, por ende, el caudal del Neverí disminuye. La Ley Penal del Ambiente es clara en sus artículos 65 y 69, y los organismos responsables de ejecutarla: Guardia Nacional, Inparques e Hidrocaribe, al parecer carecen de personal, equipos y voluntad para ejecutarla.

Gil afirma que las muestras de la quema indiscriminada de bosques en la zona rural se pueden apreciar en la calles de Puerto La Cruz: “Tú a primera hora de la mañana caminas por el centro y te vas a encontrar una buena cantidad de cenizas, el viento se las trae desde la zona rural”.

El ambientalista asegura que la situación sobrepasó a las autoridades porque, además de no aplicar la ley, no realizan campañas educativas para que en las ciudades se logre una mejor disposición de los desechos, y la tala de bosque sea cosa del pasado en las zonas rurales.


Participa en la conversación