En el pueblo de Perdomo en Barlovento sobran las mujeres echadas pa’lante

Lilia León levantó sola a cinco hijas haciendo de todo: tumbó cacaos, cuidó niños y ahora lidera un grupo de emprendedoras y prepara la “cafunga”

Andreina Malavé/@andreinamalave

Río Chico. Lilia León es famosa en el pueblo de Perdomo de Barlovento. Su hija, Yurmania, le echa broma porque “hace todo menos muchachos. Ya está vieja para la gracia”.

Es una de las fundadoras del grupo Las Emprendedoras, donde están sus hijas, sobrinas y su hermana Rosalía, y se hacen llamar “las intensas”. Pero en Río Chico no solo la conocen por esto, sino por su “cafunga”: un bollito dulce hecho con cambur manzano, coco, azúcar y harina de trigo y envuelto en una hoja de topocho.

Tiene 53 años recién cumplidos, es madre de cinco mujeres, que levantó sola, y abuela de nueve muchachitos. A veces su hermana Rosalía la ayudaba cuidándolas mientras que salía a buscar dinero para poder echar pa’lante.

“Mucha gente me pregunta cómo hago para parecer de menos edad si trabajo tanto y bajo el sol, pero el secreto es que la piel negra no se arruga”, dijo sonriente.

Cuando Lilia se mudó a Perdomo, en la parroquia de Río Chico, no había agua ni había luz. Para tener agua para fregar en la casa tenía que ir al río que queda en la esquina, pero si quería buscar agua potable debía caminar como 500 metros con un tobo en la cabeza, y hacer varios viajes.

Llegó al pueblo con tres de sus cinco hijas y se ganaba la vida cuidando a ocho niños de la comunidad en su casa. “Tenía que levantarme a las 4:00 am para transformar la sala en una guardería, para que los niños estuviesen en un lugar seguro y divertido”.

“Una vez, cuando mis hijas estaban pequeñas, no tenía nada para darles de comer y me iba a volver loca. Ese día mi compadre me preguntó si quería bajarle unos cacaos de la mata y él me pagaba. Le dije que sí y me encaramé en la mata y los bajé, luego me puse con mi hermana a hacer bolitas de cacao”, relató.

Así fue que decidió salir de su casa a buscar el pan para sus hijos y comenzó a trabajar en una casa de familia en San José de Río Chico. “Al comienzo planchaba y limpiaba porque no me gustaba cocinar, pero después me metí en la cocina porque la señora me enseñó, al final ya conocía mi sazón. Cuando ella se murió me pegó mucho, la lloré como a una madre y desde ese momento cocino para ganarme la vida”, confesó.

Ahora trabaja en Río Chico, donde le prepara el almuerzo a los empleados de un centro comercial cerca de Perdomo. En Semana Santa, o cualquier temporada alta, trabaja para más de 20 personas, pero normalmente solo prepara comida a seis trabajadores de una licorería.

Sale a las 6:00 am de su casa y regresa a las 4:00 pm, y cuando hay eventos como el Día del Niño, Día del Padre, Día de las Madres o reciben la visita del gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, monta una tiendita con sus hijas y hermanas para vender tortas, yogures, papelón con limón y tizana, pero su especialidad es la famosa “cafunga”.

Lilia se siente orgullosa no solo por sus logros sino porque ve que su familia le echa pichón a la vida con el proyecto que fundó, y con el que ha logrado contribuir a la comunidad de Perdomo, y por eso dona parte de sus ganancias a la Capilla. “No puedo pedir nada más, solo quiero ver que mis hijas se superan y que nos mantengamos unidas”.

Fotos: Cristian Hernández

El grupo de Emprendedoras del pueblo de Perdomo, en Río Chico, entregan un reconocimiento al Gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, durante un gabinete en Perdomo. Crónica Uno/Cristian Hernández
El grupo de Emprendedoras del pueblo de Perdomo, en Río Chico, entregan un reconocimiento al Gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, durante un gabinete en la comunidad. Crónica Uno/Cristian Hernández

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