La cisterna enviada por Hidrocapital solo permite llenar dos tobos por casa. Pero son más de 200 familias las que dependen de una cisterna mediana que va a la comunidad todas las semanas desde hace más de dos años, el mismo tiempo que llevan sin ver agua por tuberías.

Caracas. La última vez que José Leotaut se bañó con regadera fue hace más de dos años. Ese es el tiempo que más o menos calcula que dejó de llegar agua por las tuberías de su casa. José vive en Petare, sector La Parrilla, una comunidad ubicada en la parte baja, sentido norte. Allí el servicio de agua potable lleva casi diez años fallando, y en las partes de mayor altura unos cinco años más.

José recuerda aquel baño con emoción. Había pasado tiempo desde la última vez que vio salir tanta agua por la ducha. Ese día llegó con tanta fuerza que rompió varias tuberías en las casas de algunos vecinos, comentó. Pero desde esa vez no volvió a llegar más, o al menos no con tanta fuerza. De vez en cuando llega, pero a ciertas zonas y un chorrito que da lástima, que no dura ni siquiera un día, añadió.

Foto: Luis Morillo

En compañía de otros vecinos, José esperó este jueves 27 de agosto la llegada de la cisterna, de capacidad mediana, que los abastece una vez por semana. Igualmente desde hace dos años esa es la única solución que les ofrecieron desde Hidrocapital y la Alcaldía del municipio Sucre para abastecerlos ante la falta de bombeo.

La opción de la cisterna fue establecida luego de varias protestas que organizaron los vecinos por la falta del servicio. Antes les tocaba cargar agua, principalmente de la urbanización Terrazas de El Ávila, la cual está a más de un kilómetro de distancia. Las otras opciones eran el agua de lluvia o comprar agua, pero en la zona un botellón cuesta 1,5 dólares, lo que en moneda nacional representa la totalidad del sueldo mínimo (7.000.000 bolívares).

Nosotros todos los jueves esperamos la cisterna. Sacamos los tobos a la calle principal y esperamos. A veces llega en la mañana y otras a mediodía, comentó José.

Foto: Luis Morillo

Para mantener motivado a los choferes de las cisternas, los vecinos de la comunidad acordaron entre todos juntar varios alimentos para prepararles desayuno y almuerzo. Ofrecerles café y cigarros, o cualquier detalle que pueda servir para que sientan que su trabajo es valorado. Los vecinos dejan bien claro que esta es una iniciativa que surgió entre ellos, y no como algo que exigieron los conductores.

Nosotros entendemos que tienen un sueldo bajo y que todos somos pobres. Uno entiende que ellos también tienen familia y que sería preferible para ellos ir a otras zonas donde les van a pagar con dólares por la cisterna, expresó Ana Silva, otra vecina afectada por la falta de agua por tuberías en la zona.

Las dificultades de no tener agua

Jazmín trabaja seis días a la semana con día libre. Ese día, que se supone debería ser de descanso, lo usa para esperar a que llegue la cisterna a llenar los dos tobos que permiten por familia. Son más de 200 familias las que deben abastecerse de una sola cisterna. Ese día quedo más cansada que en toda la semana, contó.

En casa de Jazmín solo hay mujeres. Vive con sus dos hijas y su nieta. La falta de agua potable constante representa un gran obstáculo para la salud de la mujer. El derecho al agua es un aspecto indispensable para poder tener un buen manejo de la higiene menstrual.

En todo el mundo, contar con disponibilidad y acceso a agua segura, que los baños estén en las mejores condiciones y que haya acceso a materiales para la menstruación es fundamental para tener una vida digna y para el cumplimiento de los derechos humanos, indica la Unicef.

La organización no gubernamental Monitor Ciudad aseguró que de enero a julio de 2021 los caraqueños destinan, en promedio, 5,21 horas a la semana para la recolección de agua, debido a la falta del servicio por tubería.

sin agua por tuberías
Foto: Luis Morillo

Los vecinos de La Parrilla comentaron que los choferes de las cisternas les han asegurado que el agua la cargan en el Parque Generalísimo Francisco de Miranda (Parque del Este). Sin embargo denunciaron que no siempre el agua viene limpia, y que, en cambio, hay semanas que llega amarilla y con residuos.

En el barrio no todos tienen para pagar un botellón de agua a 1,5 dólares. Hay familias que consumen esa agua. La usan para cocinar y beber. Yo tengo la oportunidad de echarle pastillas potabilizadoras que me regalan, pero no todos pueden y les toca hervirla”, expresó José.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detallan que el agua contaminada puede transmitir enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Para 2019, la OMS calculaba que la contaminación del agua potable provocaba más de 502.000 muertes por diarrea al año.

Foto: Luis Morillo
Unos sí y otros no

El sector La Parrilla tiene más de 40 años de fundado en Petare, contó Ana Silva. Unos años más de lo que tiene de fundada la urbanización Terrazas del Ávila, la cual está ubicada justo frente al barrio. Ana comentó que hace varios años estuvo en una reunión en la que coincidió con una funcionaria de Hidrocapital. Ahora mismo no recuerdo el nombre, dijo.

Foto: Luis Morillo

Durante el encuentro con voceros y vecinos de la comunidad, Ana le preguntó a la funcionaria, quien supuestamente se identificó como representante del agua: ¿Por qué nosotros no tenemos agua y en Terrazas de El Ávila sí tienen?.

Ella me respondió: ‘Es que allá sí pagan agua’. Eso no es justo porque el barrio estuvo primero que Terrazas, y nosotros no estamos negados a pagar agua, no queremos que nos sigan regalando nada, expresó Ana.


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