En la Prolongación Unidad Vecinal en San Cristóbal llevan un mes sin luz por explosión de transformadores

Más de un mes tienen sin ver un bombillo encendido en la Prolongación de la Unidad Vecinal. Corpoelec no solo no solventa, sino que no dan razón de la llegada del transformador que sustituirá al que explotó. Vecinos denuncian que no tienen paz, pues en la noche, el hampa busca llevarse lo que dejen a la vista. El domingo pasado Corpoelec instaló otro transformador, pero el lunes en la tarde explotó también.

San Cristóbal. En el estado Táchira son permanentes los apagones y fallas en el servicio eléctrico. Cortes prolongados de 6, 12 y hasta 24 horas son parte de la vida diaria de los andinos. Pese a tener una hidroeléctrica propia y una central termoeléctrica, el Táchira padece desde hace varios años por esta situación.

El temor más grande entre los habitantes de la zona fronteriza lo representan los transformadores. Desde el megapagón nacional en marzo de 2019, la crisis eléctrica se agudizó en la entidad y es más común que los transformadores exploten pues son equipos viejos y no reciben el mantenimiento debido, tampoco son repuestos cuando cumplen su vida útil.

Esto ha generado que en varios sectores la oscuridad reine no solo 24 horas, sino semanas y hasta meses y acaben con la paz de quienes habitan en esas zonas.

La historia se repite en varios sectores de San Cristóbal como Palo Gordo y en la Prolongación de la Unidad Vecinal. Sin contar las reiteradas veces en las que explotan los transformadores al llegar el servicio eléctrico.

Más de 38 días

Argenis Guevara, quien tomó la batuta como vocero por la comunidad afectada de la Prolongación de la Unidad Vecinal, asegura que ya llevan más de un mes sin el servicio eléctrico las veredas que van de la 1 a la 6, lo que equivale a 56 familias afectadas. Desde la noche del 9 de julio, estas personas viven como en la época de las cavernas: pasan las 24 horas sin electricidad.

Son más de 38 días los que llevamos sin electricidad. La mayoría de las personas que vivimos aquí somos de la tercera edad. Estamos viviendo la pandemia confinados. Viviendo un viacrucis sin necesidad. No tenemos gasolina, no tenemos gas, ni electricidad”.

Dada la situación, muchos se han visto en la obligación de cocinar con leña ante la falta de gas para la preparación de los alimentos, lo que agrava el estado de personas mayores con afecciones respiratorias.

Pero este problema trae otro peor. Cuando la luz del día se va, los delincuentes aprovechan la oscuridad para hacer de las suyas.

Ya a las 6:00 p. m. estamos como las gallinas, guardados, y ni asomarse a la puerta, porque no falta el malandro que llega a robarse un reflector o las lámparas de la casa”.

Aseguran que en varias oportunidades los ladrones se han metido a las viviendas.

El alimento deben comprarlo a diario, pues al no contar con refrigeradores, no pueden adquirir productos perecederos, por lo que el poco dinero que llega rinde menos.

Indican los afectados que deben pedirle ayuda a los vecinos que no se vieron afectados por la explosión, para cargar los teléfonos, usar la licuadora u otro artefacto para preparar algo de comer. Asimismo, comentan que incluso hay pacientes que deben nebulizarse a diario y no han podido, precisamente por la falta de electricidad y tampoco pueden trasladarlos a un centro asistencial porque no hay combustible.

Denuncian además que hay casas “guindadas” (conectadas de manera irregular) del tendido eléctrico, pues en la zona, al estar tan cerca del Hospital Central, no sufrían cortes de electricidad tan prolongados como en otros sectores. No descartan que esto haya afectado al transformador, pues era una carga para la cual no estaba diseñado.

Vale acotar que una solución rápida era la compra del transformador, pero este tiene un costo en el mercado entre 1800 y 2000 dólares, dinero con el que no cuentan quienes habitan en la zona.

Por la falta de electricidad y la incomodidad que esto causa a la hora de descansar, porque el calor y la plaga no permite conciliar el sueño, algunos vecinos se han visto obligados a tomar pastillas para dormir.

transformadores
Foto: Cortesía.
Buscando la luz

Dentro de las casas todo es penumbra. Los pocos vecinos que tienen gas se alumbran con las hornillas de las cocinas mientras preparan alimentos, pues las velas se acaban y el dinero no alcanza para comprarlas tan seguido.

Para tener alguna distracción cuando cae la noche, algunos padres se llevan las computadoras, teléfonos y demás dispositivos electrónicos a sus trabajos para recargarlos y así poder tener algo con qué entretenerse.

Las neveras ni agua tienen. Las mantienen cerradas a la espera de que llegue nuevamente la luz para ponerlas a funcionar.

Mi nevera no tiene nada desde hace un mes. Tuvimos que sacarle todo y ahora huele a humedad. Sin electricidad también estas cosas se le dañan a uno”, dijo una de las afectadas.

Duró poco

El pasado 16 de agosto hubo algarabía en las viviendas afectadas por la explosión del transformador, pues la cuadrilla de Corpoelec llegó al lugar para instalar el aparato. Tras unas horas de trabajo, de nuevo vieron luz los vecinos de la Prolongación de la Unidad Vecinal.

Pese a que esos días hubo varios cortes de luz, sabían que el servicio volvería, pues ya el problema estaba resuelto. Sin embargo, en horas de la tarde de este lunes 17 de agosto, se repitió la pesadilla: el transformador instalado explotó de tal manera que incluso de los cables salieron chispas.

Vecinos aseguran que también salía aceite del equipo. Luego de llamar a Corpoelec, supieron que el transformador no era nuevo, sino repotenciado, pues no hay disponibilidad para reponerlo. La desesperanza llegó cuando les dijeron que deben esperar un mes más para la llegada de un nuevo transformador.

“No sabemos qué hacer. Llegaron a puentear la línea y ahora una casa tiene luz y la otra no. Esto es horrible. Pensamos que ya se había resuelto esto, pero mire, ahora unas casas están sin luz y otras no”, dijeron los vecinos.

Foto principal: referencial LosSinLuz Táchira


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