En Macuto a sus habitantes no les paran ni porque hubo béisbol profesional en su estadio

Macuto

Los habitantes de Macuto, parroquia litoralense, buscan atraer la atención del gobernador de La Guaira, José Alejandro Terán, y el alcalde del municipio Vargas, José Manuel Suárez Maldonado, a quienes apenas vieron en la pasada campaña electoral. Se sienten frustrados de que el nuevo estadio de béisbol no haya representado un cambio para su cotidianidad.

La Guaira. Los juegos de béisbol profesional en el nuevo estadio y la actividad permanente en el boulevard de la Cinta Costera no han sido razones para que las autoridades del Litoral Central volteen su mirada hacia los problemas que sufren los habitantes de Macuto.

Cada tarde o noche de la pelota profesional terminaba siendo un episodio aislado. Una burbuja, casi impenetrable, para el reclamo popular. Allí no hay mayor repercusión económica y social para los lugareños.

Me venía con mis empanadas a las afueras del estadio, pero vendo poco. No me dan el permiso para hacerlo legalmente en las tribunas”, señaló Melania Guillén, que reside a pocas cuadras en la avenida Álamo.

Macuto
El estadio n o ha representado mayores beneficios económicos para los macuteños. Foto: Cortesía Mirna Montemayor.

No son pocos los que perciben que la actividad deportiva no ha derivado en más seguridad policial en las calles o para remodelar sus espacios públicos, en especial los adyacentes a los balnearios del Paseo de Macuto y Camurí Chico, respectivamente.

En el estadio Fórum La Guaira, en Macuto, el equipo de los Bravos de Margarita disputó todos sus encuentros de la temporada de béisbol profesional, mientras que el conjunto de los Tiburones de La Guaira también jugó algunos encuentros como local.

Macuto
Los Bravos de Maragarita y Los Tiburones de La Guiara disputaron partidos en el estadio Fórum esta temporada de béisbol. Foto: Cortesía Mirna Montemayor.

Un mundo paralelo
Fundada en 1740 como San Bartolomé de Macuto, es la parroquia central de la región. Antecede a la parroquia Caraballeda en dirección al este y al mismo tiempo, es la que sigue a la capital, La Guaira.

Herederos del cacique Guaicamacuto, sus moradores hoy resienten la indolencia oficial entre sus avenidas y construcciones coloniales, las cuales, a su vez, soportan el olvido que atestigua el salitre caribeño.

“Todo lo del béisbol es un mundo paralelo para quienes vivimos en Macuto, porque la realidad, esa que no quieren ver los que hacen negocios con la fulana cinta y el estadio, desborda a los ojos”, sostuvo Nelson Galvis, dirigente comunal del sector Las 15 Letras.

En la mencionada zona, todavía se observan las huellas de la tragedia del 15 de diciembre de 1999, cuando las aguas de la quebrada de El Cojo destruyeron el castillete del pintor Armando Reverón, además de inundó de lodo y piedras a decenas de edificios, viviendas y hasta la sede del Club Unión Canaria de Venezuela.

Entre El Cojo, las 15 Letras y la bajada del Playón, abundan restaurantes de delicias marinas, cuyos propietarios se habían recuperado del deslave, pero desde 2017, con el proceso de hiperinflación, se sienten de nuevo afectados.

Ya no es lo mismo: Cuando la gente viene a las playas no puede pagar lo que vendemos. El gobernador debería ayudar con créditos para que los emprendedores y comerciantes de Macuto se recuperen de la pandemia”, indicó Milton Rodríguez, encargado de una fuente de soda en el balneario de Camurí Chico.

Macuto
El esplendor de Macuto quedó en el olvido. Foto: Cortesía Mirma Montemayor.

Los macuteños, igualmente, anhelan la pronta intervención en los ríos Galipán, La Veguita y El Cojo, cuyos cauces están repletos de rocas, monte, sedimentos y basura.

Para ellos, todavía está fresco lo que ocurrió con las lluvias del pasado 28 de agosto, cuando los afluentes de Camurí Grande y Naiguatá, en el este, abandonaron sus canales.

“En Macuto nos aterramos cada vez que llueve más de una hora”, comentó, vía whatsaap, Abraham López, residente del sector El Teleférico.

Esplendor en la memoria del pasado
En esta parroquia, se ha procurado por varias décadas la remodelación definitiva de uno de sus principales activos turísticos: el Paseo de Macuto, el mismo en el que se bañaba, sin escoltas, el presidente Isaías Medina Angarita; el del salvavidas Quintín Longa, que se convirtió en una leyenda. Trabajó más de 50 años y comenzó en la época cuando los hombres y las mujeres se bañaban aparte. Y el que soporta la desidia sobre el Hotel Miramar, una joya arquitectónica del siglo XX en la que se hospedó en 1935 el cantante de tangos, Carlos Gardel.

Pero, el desdén gubernamental ha vencido la añoranza de los buenos tiempos. Atrás quedaron también las historias de miles de caraqueños que iban de noche (tras la puesta en marcha de la autopista Caracas-La Guaira) a disfrutar del mar en el paseo, con luz eléctrica y seguridad.

Por estos días, ese boulevard playero, recreativo y gastronómico, que se inauguró en 1877 como “los baños de Macuto”, no muestra su mejor cara. Gran parte de su infraestructura, caminerías y legado cultural están a la deriva desde la tragedia de 1999.

“Es increíble que no entiendan que para los macuteños es mucho más importante rescatar el paseo y recoger a tiempo la basura en las playas que cada juego de pelota en ese estadio o las pachangas de la cinta. Solo piensan en los negocios”, dijo Olegario Ledezma, un economista jubilado del Banco Central de Venezuela que vive en las cercanías del aludido balneario.

Frente a la intermitencia en la prestación del servicio de aseo urbano, desde hace varias semanas, algunos comerciantes del sitio asumieron el traslado de desechos sólidos hasta la calle San Bartolomé, donde tampoco llega oportunamente el camión recolector.

Pava en la plaza Las Palomas
Para colmo de males, en el inicio del referido boulevard está la plaza en honor al poeta Andrés Mata (mejor conocida como la plaza Las Palomas), cuyos nuevos palomares (construidos en 2004), ya no convencen a estas aves de resguardarse en ellos.

No hay una explicación científica al respecto, pero muy pocas palomas se dejan ver. Eso ha ahuyentado a cientos de niños que solían divertirse junto con sus padres y representantes.

Hasta esa pava nos cayó a los macuteños. Como otros sitios públicos de Vargas, la plaza es insegura y el alumbrado no sirve”, expresó Hilda Nóbrega, dueña de una pizzería que se encuentra a 100 metros.

Aun así, los comerciantes coincidieron en solicitar más eficiencia al gobernador de La Guaira, José Alejandro Terán, y al alcalde del municipio Vargas, José Manuel Suárez, en cuanto a la prestación de los servicios de agua, luz y la recolección de desechos no solo en el paseo sino en toda la parroquia.

“No puede seguir tanta suciedad, todo hecho un desastre. Es un milagro que todavía venga gente a las playas de Macuto”, expresó Alejandro Díaz, artesano que recorre la zona durante los fines de semana.


Participa en la conversación