Según la OMS, cada año más de 703.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos, en promedio. Los expertos recomiendan hablar del tema sin mitos y trabajar en la prevención y educación.

Caracas. No es un tema fácil, está rodeado de estigmas y mucho tabú. Pero es un problema que está presente, en cualquier hogar puede pasar y Marisol lo sabe en carne propia. Hace dos años, en pleno inicio de la pandemia de COVID-19, se enfrentó a un caso que aún no la deja dormir: a pocos metros de donde estaba cayó un muchacho desde el tercer piso de un edificio.

Sentí un golpe muy fuerte y luego los gritos. La gente empezó a correr. Me dio miedo y en seguida llamé para la casa. En lo que oí la voz de mi hija me quedé tranquila, contó.

Marisol Herrera salió del local donde se arreglaba las uñas muy contrariada. Escuchaba diferentes versiones de la caída. Unos decían que tenía hasta su carnet de la empresa donde trabajaba, otros decían (que) vino a lanzarse aquí.

Al día siguiente le peguntó a su manicurista y la muchacha le comentó que ya era el segundo suicidio ese año. Desde entonces en mi casa sí hablamos del suicidio. Le pregunto a mis hijos qué piensan de eso y descubrí que ya ellos tenían amigos que lo han intentado. Quedé estupefacta con eso.

Una muerte cada 40 segundos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que el suicidio es un problema de salud pública importante,pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes.

Y dice: cada caso de suicidio es una tragedia que afecta gravemente no solo a los individuos, sino también a las familias y las comunidades.

Cada año más de 703.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos, en promedio. Desde que la OMS declaró al COVID-19 como una pandemia, en marzo de 2020, más individuos experimentan pérdida, sufrimiento y estrés.

El dato de la OMS

En la Región de las Américas se notificó un promedio de 98.000 muertes por suicidio al año entre 2015 y 2019, siendo la tasa de suicidio en América del Norte y el Caribe no hispano superior a la tasa regional.

Por el temor a que le fuera pasar eso a su familia, Marisol siempre trata de hablar de ese tema. Hace preguntas relacionadas y exagera (lo dice ella misma) con las veces en las que muestra interés sobre el estado de ánimo de sus hijos.

Cuando duermen mucho, cuando no comen, cuando no salen, estoy pendiente. Lo hablo con mi esposo y le explico los síntomas de la depresión y de la ansiedad. Leo, me documento, reviso las redes de organismos como Psicólogos sin Fronteras. Le pregunto a una amiga periodista y a una profesora de mis hijos si esas conductas son normales.

Infografía: Amadeo Pereiro

Su temor aumenta cuando escucha a su hijo decir me quiero morir. Enseguida me desconcierto, pero espero un rato, le ofrezco algo de comer y aprovecho para iniciar una conversación con él. Luego, veo que son frases que lanza sin saber por qué, sin medir sus consecuencias. Pero igual, siempre le doy la opción de buscar apoyo si se siente cansado.

Marisol lleva un camino adelantado. Por lo menos, metió en el hogar la palabra suicidio. Lo conversan, aunque ella con cierto miedo, pero ya ha ganado un espacio para la prevención.

Comunicación y prevención

Para la OMS, los suicidios son prevenibles con intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y a menudo de bajo costo.

Abel Saraiba, psicólogo y coordinador adjunto del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), insiste en que hablar del suicidio ayuda a la prevención del acto.

Hablar del suicidio es importante, porque el problema existe, le damos un nombre y así nos podemos hacer cargo de él, expuso durante su ponencia en el primer seminario sobre la Prevención del suicidio en la niñez y la adolescencia, en el Colegio San Ignacio de Loyola.

El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio (DMPS), organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) con el coauspicio de la OMS.

La IASP señala que los suicidios y los intentos de suicidio tienen un efecto dominó que afecta no solo a las personas, también a las familias, las comunidades y sociedades. Algunos de los factores de riesgo asociados, como la pérdida laboral o financiera, traumas o abusos, trastornos mentales, el uso de sustancias y las barreras para acceder a la atención médica, se han agudizado aún más por la llegada del COVID-19.

El dato de la OMS

El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en las Américas. Las personas de 45 a 59 años tienen la tasa de suicidio más alta de la Región, seguidas por las de 70 años o más.

En el Simposio Europeo sobre Suicidio y Comportamiento Suicida (Esssb, por sus siglas en inglés), una conferencia bienal que se celebró en Europa del 24 al 27 de agosto de 2022, se concluyó que la pandemia ha afectado a poblaciones de todas partes del mundo y se han perdido demasiadas vidas.

Nos ha recordado nuestra propia vulnerabilidad y la necesidad de cuidar a aquellos que son frágiles y están en riesgo. Hemos visto lo que se puede lograr a través de la colaboración global y la investigación basada en evidencia. En este contexto, la prevención del suicidio sigue siendo una prioridad máxima en la salud pública y es necesario explorar nuevas formas de llegar.

Infografía: Amadeo Pereiro
Caso Venezuela

En Venezuela, no solo ha sido muy cuesta arriba tener acceso a datos oficiales, sino que no hay una política de prevención pública. El anuario de mortalidad, que debería publicar el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS), no tiene cifras actualizadas desde 2016.

Los datos más recientes, documentados por el equipo de investigación del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), que realiza un monitoreo a 81 medios de comunicación, identificaron 340 casos de presuntos suicidios en todo el territorio nacional, durante el 2021.

En 2020, se conocieron 306, lo que marca una tendencia de aumento en el número de hechos (11,1 %).

Aun cuando el incremento no fue muy significativo, al OVV le llama la atención, desde una perspectiva espacio-territorial, el aumento de los números en ciertas regiones como Mérida (de 18, en 2020, a 45 casos en 2021), Guárico (de 17 a 38) y Delta Amacuro (de 1 a 9).

Otras entidades como Amazonas, Anzoátegui, Aragua, Barinas, Carabobo, Táchira y Zulia también mostraron un incremento de los casos conocidos. Sin embargo, en valores absolutos fue mucho menor que en aquellos tres territorios.

Con respecto a los intentos de suicidio, de acuerdo con el OVV, se conocieron 39 casos en 2020, mientras que en el período observado de 2021 se registraron 52.

Mérida (17), Lara (10), Miranda (8) y Táchira (3) son las entidades con más casos conocidos. Le siguen Distrito Capital, donde vive casualmente Marisol, (2); Falcón (2); Guárico (2); Monagas (2); Trujillo (2); La Guaira (2); Anzoátegui (1) y Zulia (1).

El observatorio ya maneja datos preliminares sobre estos eventos en regiones como Falcón, donde durante el primer semestre del 2022 se registraron 14 casos de suicidios, lo que representa un incremento de más de 100 %,  frente a los seis documentados en 2021.

En Amazonas, es ese mismo lapso de tiempo detectaron entre cuatro y cinco  intentos, es decir, estadísticas superiores al año anterior. Cifras que de seguro alarman.

Más allá de las cifras

Me gustaría que en los trabajos, en los colegios, en los medios se hablara del tema sin amarillismo, sin crear un show. Son personas que sufren. Aún recuerdo el golpe sobre el piso de la caída de ese muchacho y me pregunto si eso se pudo haber prevenido. ¿Qué pasó por su mente? ¿Cómo estará su familia, la de él y la de esos otros casos que vemos por las redes, incluso de niños?, reflexionó Marisol Herrera.

Como ella muchos por Twitter hacen observaciones, critican, juzgan, hacen recomendaciones, muestran solidaridad, exigen atención y comprensión.

https://twitter.com/andreaoch8/status/1568293103974465542

En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio el mandato es crear esperanza a través de la acción, tal como reza el tema de la OMS, que refleja la necesidad de una acción colectiva para abordar este problema urgente de salud pública.

Entonces, ¿qué hacer? La OMS insiste en que mitigar los factores de riesgo para reducir los medios de suicidio y potenciar los factores de protección para fomentar la resiliencia, pueden reducir de manera eficaz las tasas de suicidio.

Por ejemplo, dice el organismo multilateral, el suicidio impulsivo puede prevenirse restringiendo el acceso a los medios letales. Sin embargo, la prevención no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia sobre este tema como un importante problema de salud pública, lo que impide que la gente busque ayuda.

El OVV señala, además, que hay que desmontar mitos como que quienes hablan de suicidio no tienen intención de cometerlo, cuando en realidad pueden estar pidiendo así ayuda o apoyo. Un número significativo de personas que contemplan el suicidio presentan ansiedad, depresión y desesperanza, y pueden considerar que carecen de otra opción.

Ante este otro mito: solo las personas con trastornos mentales son suicidas, dicen los expertos que este comportamiento indica una infelicidad profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no son afectadas por el comportamiento suicida, y no todas las personas que se quitan la vida tienen un trastorno mental, explicó la OVV.

El dato de la OMS

1 de cada 100 muertes en el mundo son por suicidio.

Por eso es importante saber que no está solo. Pero si usted observa en una persona deseos y búsqueda de formas para herirse, matarse o amenazar con hacerlo; sentimientos de agresividad, desgano, cansancio, desesperanza o no tener razones para vivir; mayor consumo de alcohol, tabaco o drogas; alteraciones significativas en el sueño y en la alimentación (dormir o comer demasiado o muy poco); aislamiento; hace un testamento o una carta de despedida; muestra cambios de humor, entre otros factores de riesgo, es hora de actuar.


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