Ante el desespero de no recibir agua por las tuberías, los vecinos de San Isidro, en el municipio Sucre, emplean mangueras a través de la montaña para poder agarrar agua, que por su mal estado solo les sirve para bajar las pocetas o limpiar. En 2021 el suministro solo les llegó durante la campaña electoral para las elecciones de alcaldes y gobernadores.

Caracas. Una larga manguera baja por la montaña que está frente al barrio San Isidro, comunidad del municipio Sucre, estado Miranda. Ahí el agua por tubería llega pocas veces al año. Un lado de la manguera está enterrado bajo la tierra, a mitad del cerro, y el otro cae a la orilla de la carretera, donde un gran barril metálico recoge el agua que sale de la profundidad del terreno.

Esa es la alternativa que los vecinos de San Isidro encontraron ante la escasez del agua, aunque no sea potable. Hace más de cinco años, varios habitantes de la zona se organizaron e instalaron tres mangueras en diversos puntos de la montaña y resultó en que sale un chorrito mínimo de agua. Esto ocurrió antes de que Wilson se mudara a San Isidro.

Los vecinos instalaron unas mangueras para conseguir agua de la montaña, aunque no es potable. Foto: Tairy Gamboa

En la montaña donde los habitantes enterraron la manguera hay sembradíos de plátano, cambur y lechosa. Uno de los vecinos que participó en esos trabajos le explicó a Wilson que en los terrenos donde crecen y dan frutos este tipo de matas es porque hay humedad. Con esta premisa y motivados por la necesidad, los afectados optaron por la idea de buscar agua en lo profundo de la tierra.

Wilson tiene 34 años de edad y hace dos años se mudó a la casa de Roxana Bravo, su pareja. Allí viven con sus dos hijos: el más pequeño de dos años y el mayor de ocho años de edad. La casa de tablas tiene poco espacio, solo hay una habitación para los cuatro y en el mismo espacio están el baño, la cocina y la sala. Ni la cocina ni el baño tienen conexiones de tuberías, y solo el baño cuenta con desagüe de aguas residuales.

En la casa de Wilson solo hay una llave de agua potable, en la parte de atrás, que siempre está abierta “para estar pendiente” de si llega el suministro en algún momento del día. Pero eso pocas veces ocurre. En lo que va de 2022 Hidrocapital solo ha restablecido el servicio una sola vez en San Isidro, y llegó con poca presión.

Foto: Tairy Gamboa

A comienzos de enero nos quitaron el agua, hasta hace dos semanas que la pusieron un ratico, comentó Carolina Bravo, suegra de Wilson, y quien vive en la casa al lado con sus otros tres hijos.

Agua solo en las campañas electorales

Wilson y Carolina no olvidan la promesa que hizo el actual gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, en sus dos campañas electorales. En ambas resultó ganador. Él prometió agua por tuberías, pero en ninguna de sus dos campañas ha cumplido. Ni San Isidro ni el resto de zonas del estado Miranda tienen agua constante.

Así improvisan las tomas de agua, ante las promesas incumplidas del gobernador de Miranda. Foto: Tairy Gamboa

A nosotros nos parecía bien, pero el 1° de enero ya no teníamos agua, así estuvimos hasta hace dos semanas, comentó Carolina.

En 2021 el agua solo llegó durante la campaña electoral de alcaldes y gobernadores, que inició en octubre, hasta las votaciones que fueron a finales de noviembre. En todo ese tiempo hubo agua en San Isidro tres veces por semana, cada ocho o 10 días. Este período de racionamiento se mantuvo hasta diciembre y ya en enero de 2022 el servicio fue cortado indefinidamente.

El baño de casa de Wilson no tiene conexiones de tuberías. Foto: Tairy Gamboa

Antes de la campaña electoral no llegó el agua casi por tres meses. Faltó solo un día para los 90 días continuos sin agua por tuberías”, comentó Wilson.

Agua no apta para el consumo

En más de 400 viviendas usan el agua que extraen de la montaña solo para limpiar la casa y bajar las pocetas, porque no es apta para el consumo. Los afectados no saben bien de dónde viene el agua, suele tener residuos y un color amarillento que no logran quitarle ni hirviéndola varias veces.

Solo una vez, motivados por el desespero de no tener agua en casa, Wilson, Roxana y Carolina bañaron a los niños con el agua de la montaña. Hasta el sol de hoy se arrepienten de aquella decisión porque luego de la ducha los niños presentaron escabiosis en la piel.

Nos gastamos, entre ambas familias, 60 dólares en consultas y medicinas, contó Wilson.

En casa de Wilson bañaron a los niños con el agua de la montaña y se enfermaron. Foto: Tairy Gamboa
Pocas posibilidades de buen higiene

Alejandro Crespo, pediatra y presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (SVPP), filial Aragua, explicó que la escabiosis no necesariamente está relacionada con bañarse con agua que contenga residuos, pero sí con la falta de medidas de higiene por no disponer de agua potable por tuberías. A su vez, es una de las causas que aumenta la posibilidad de desarrollar mayor cantidad de diagnósticos de enfermedades diarreicas, respiratorias e infecciones bacterianas y fúngicas, sobre todo en los niños menores de cinco años.

El problema surge cuando no hay agua por tuberías. Cuando no hay agua las medidas de higiene son menores. Las personas se lavan las manos con menos frecuencia, se bañan con menos frecuencia, lavan sábanas, paños y ropa con menos frecuencia, explicó el pediatra.

Foto: Tairy Gamboa

La familia de Wilson y Carolina utiliza el agua que compran a los camiones cisternas, que pasan por la carretera Petare-Santa Lucía a diario, para cocinar, bañarse y lavar la ropa. Desde hace varios meses, las cisternas que enviaba la Alcaldía del municipio Sucre, dejaron de pasar.

El problema no es el agua sedimentada, sino la falta de agua por tuberías que hace que disminuyan las medidas de higiene, como tener la posibilidad de bajar el agua de la poceta con más frecuencia.

En casa de ambas familias tienen poco espacio para almacenar agua limpia. Foto: Tairy Gamboa

Cada tobo de 200 litros de agua cuesta entre 1,50 o 2 dólares, lo que es igual a 7 y 9,34 bolívares. Esa agua, en hogares con niños pequeños, dura apenas dos días, así que al menos dos o tres veces por semana en ambas casas deben comprar agua. Es decir, semanalmente pueden gastar entre 5 y 6 dólares.

Las casas de Wilson y Carolina tienen poco espacio disponible para almacenar agua. En cada vivienda solo hay un tobo para el “agua limpia” y otro para el agua de la montaña.

Las medidas de higiene disminuyen ante la ausencia de agua potable por tuberías. Foto: Tairy Gamboa
Escasez desde hace 12 años

La mayoría de las veces que compramos agua tenemos que dejar de comprar alimentos o cosas para el hogar. Nuestro mayor problema es el agua. Nosotros padecemos muchísimo por el agua, expresó Carolina, quien vive en San Isidro desde hace 12 años.

Cuando Carolina llegó a la zona a vivir con su esposo y sus hijos, ya había problemas del agua. En ese momento el servicio llegaba cada ocho días, pero Miriam contó que no se hacía tan complicado el asunto, además, en ese entonces contaba con el apoyo económico de su esposo, pero este falleció de un infarto hace tres años.

Muchas veces a Carolina le tocó hervir el agua de la montaña porque no tenía opción. Ella veía que por más que la hervía y echaba unas cuantas gotas de cloro o vinagre, el líquido quedaba con una capa blanca por encima, que compara con una especie de nata.

Queda como si tuviera cal. Yo no recomiendo esa agua ni para lavar la ropa, porque pierden el color.

Durante el día los vecinos caminan hacia las tomas para recargar. Foto: Tairy Gamboa

Al menos dos veces al día, casi siempre de madrugada o de noche, Wilson va a la orilla de la montaña a buscar agua. La necesita porque los niños casi siempre están en casa, algunas veces solos porque él y su pareja tienen empleos fijos. Wilson trabaja descargando mercancía de camiones en una empresa y Roxana es costurera en un taller.

Y aunque ambos ganan más de sueldo mínimo, que en Venezuela es de 130 bolívares (aproximadamente 30 dólares), no es suficiente para los gastos de una casa, que tiene a dos niños pequeños. Además cuentan con el gasto extra de apartar semanalmente al menos 10 dólares para la compra del agua de las cisternas.

Las condiciones de la familia son precarias al no recibir agua por tuberías. Foto: Tairy Gamboa

Pedro Méndez, secretario general del partido Primero Justicia en Sucre, denunció recientemente el abandono de las estaciones de bombeo y de toda la infraestructura referente al servicio de agua potable en el municipio. Alegó que desde que Hidrocapital asumió las competencias de dicho servicio se registran más fallas, anteriormente se encargaba el Instituto Municipal de Aguas de Sucre (IMAS).

Es Hidrocapital, como empresa del Estado, quien tiene los recursos, la maquinaria y el conocimiento técnico para resolver el asunto del agua, es muy poco lo que pueden hacer los vecinos al respecto, añadió el dirigente.


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