En Santa Eduvigis, frente al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, hay mucha gente inconforme. Celebran la medalla de plata olímpica de “Julito”, pero se preguntan si recibirán próximamente la mano amiga de las autoridades locales y nacionales, en vista de que la zona padece el colapso de los servicios públicos, sin desdeñar la acción del hampa común.

La Guaira. Desde el pasado 28 de julio, cuando el pesista Julio Mayora Pernía ganó la primera medalla de plata de Venezuela en los recién concluidos Juegos Olímpicos de Tokio, en su barrio de Santa Eduvigis esperan algo más que promesas electorales.

Aquella madrugada hubo una pantalla al mejor estilo cinematográfico para ver al pesista en la división de 73 kilogramos, mientras la alegría desbordó a decenas de vecinos, incluso a los de sectores contiguos como Barrio Aeropuerto y Brisas del Aeropuerto.

Aun así, la felicidad conseguida por el triunfo de su hijo ilustre en tierras niponas, no hace olvidar el colapso de los servicios públicos en esta zona, cercana al principal terminal aéreo del país, ubicada entre Maiquetía y Catia La Mar, el cual está a la vista de cualquier visitante.

Por aquí pasaron en caravana y tambores para hacerle un homenaje a ‘Julito’ y los otros atletas. Se lo merecen, pero mañana ¿sacarán la basura que obstruye la quebrada o empezarán a arreglar la cancha donde nuestro campeón jugaba futbolito y de allí lo vieron para llevarlo a las pesas?”, se preguntó el vecino Juan Luis Rada.

Los moradores de Santa Eduvigis viven a diario la escasez de agua potable en medio de la pandemia del coronavirus, los constantes bajones de luz eléctrica que afectan sus teléfonos locales y móviles, y limitan también el acceso a internet. Por si fuera poco, a algunos ya se les han dañado sus electrodomésticos.

Ello sin olvidar “el toque de queda” que soportan luego de las 8:00 de la noche, por la acción del hampa. Aquí no todos están seguros del mantra propagandístico de la Gobernación de La Guaira: “este es el estado más seguro de Venezuela”.

Nos sentimos felices por la hazaña de ‘Julito’, pero ni siquiera en la campaña del PSUV vinieron por acá. Aquí hay niños y adolescentes que no comen bien, que sus familiares no tienen trabajos estables. En fin, es un rosario de penas”, se lamentó Francisca Rodríguez, cuyo hijo de 11 años cargaba un tobo de agua, camino a su vivienda.

Esfuerzos inconclusos

En abril de este año, el gobernador Jorge Luis García Carneiro anunció un plan de reconstrucción de viviendas de infraestructura endeble en la zona, así como la limpieza de la quebrada. Tras su muerte, un mes después, los vecinos comentaron que esos trabajos quedaron inconclusos. 

Cada vez que hay un aguacerito, solo debemos rezar. Hay quienes se refugian en casas de otros vecinos para salvaguardar a sus hijos y parientes”, añadió Alfredo Echarry, albañil de 52 años, quien vive en la parte alta de Santa Eduvigis.

Otros habitantes del lugar expresaron su temor por este riesgo, el cual les recuerda el deslave del 15 y 16 de diciembre de 1999, dada la precariedad de las infraestructuras de sus viviendas. 

“A mí, que soy de este barrio y tengo tres hijos pequeños, nunca me han ofrecido una planilla para optar por un apartamento de la Misión Vivienda. Tengo muy claro qué voy a hacer en las próximas elecciones”, puntualizó Betsabé Grillo.

La mujer labora eventualmente en las cuadrillas de limpieza de la Alcaldía de Vargas y como otras en Santa Eduvigis deben recurrir a la venta de comida u otros productos, a fin de sortear la hiperinflación. “Espero que se acuerden de que Santa Eduvigis está en La Guaira”, agregó.


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