En Táchira piden reactivar la Zona Económica Especial y abrir la frontera para salvar la economía nacional

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Muchos acontecimientos han tenido lugar en la frontera colombo-venezolana en el Táchira que afectaron la economía no solo de esa zona, sino de toda la entidad y del país. Quienes hacen vida en ella piden a gritos una apertura de la línea limítrofe y la reactivación de la Zona Económica Especial para retomar actividades.

San Cristóbal. Tras cinco años del cierre de la frontera colombo-venezolana —lo que estaba abierto hasta antes de la pandemia era un corredor humanitario— la situación en la que otrora fuera la más viva de América Latina cada día es más deplorable. Sin fuentes de trabajo, quienes hacen vida en esa zona, incluso aquellos que en su momento estuvieron de acuerdo con las medidas gubernamentales, piden que se reabran los pasos binacionales.

La pandemia del coronavirus evidenció una crisis que ya existía en esa zona, pero no solo eso, la agudizó: sectores como el transporte se vieron muy afectados con el cese de operaciones hacia municipios fronterizos, cuyo movimiento de personas al día superaba las 5000.

Tal es el caso de la Central Socialista de Trabajadores del estado Táchira, que demanda la apertura de la frontera, a pesar de la pandemia. José Bracca, presidente de esa organización sindical, hizo un llamado al mandatario Nicolás Maduro, así como a su tren ministerial, para reactivar la Zona Económica Especial (ZEE).

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El paso binacional llegó a ser la frontera viva más grande de América Latina.: Archivo

Bracca destacó que la gran mayoría de las empresas básicas en el Táchira están paralizadas. Aseguró el dirigente socialista que unos 46.000 puestos de trabajo se reactivarían solo en la franja fronteriza, entre el sector transporte, manufactura, comercio, metalúrgica, entre otros.

Precisamente, cámaras como la de transporte, comercio, transporte pesado, entre otras, han elaborado propuestas para la puesta en marcha de la Zona Económica Especial.

De la ZEE

Esta Zona Económica Especial fue promulgada en diciembre de 2014 y puesta en marcha el 26 de agosto de 2017 durante el gobierno de José Gregorio Vielma Mora. En su momento el mandatario regional anunció con bombos y platillos la activación de la ZEE en esta región deprimida ya desde hace mucho tiempo, dados los constantes cambios en la política fronteriza. Cierres de los límites en reiteradas ocasiones y altos índices de corrupción fueron parte del inicio de una cadena de hechos que tributaron en detrimento del sector.

De acuerdo con el entonces secretario de producción, Nelson Ortega, unas 42 empresas de diferentes ramas, tales como talabartería, automotriz, manufactura, vidrios, plásticos, entre otros, harían vida en esta ZEE.

A estas empresas les permitirían las transacciones en divisas, mientras que a los que no estaban dentro de esta zona no las podían hacer, esto pese a que en la frontera el intercambio es en pesos colombianos y no en bolívares desde hace más de 10 años dada la pérdida de valor de la moneda local.

Muchas empresas de la frontera, por razones desconocidas, quedaron fuera de esa ZEE, por lo que poco a poco quedó inactiva y solo se observan locales vacíos y viejas gigantografías que recuerdan algo que pudo ser.

A comienzos de año, Freddy Bernal, “protector político del Táchira”, tuvo intenciones de reactivarla, pero solo quedó en asambleas y reuniones. La actividad comercial se la zona se mantuvo igual.

Con la llegada de la pandemia, el ya deprimido anillo fronterizo vio cómo la única fuente de ingresos se desvanecía: el tránsito de personas hacia Colombia y la migración hacia otros países de América del Sur.

Los afectados

Por su parte, el gremio de transporte de carga pesada denunció que ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis económica nacional, sobre todo ante la imposibilidad de poder transportar carga hacia Colombia y demás países, tras el cierre de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander desde febrero del año pasado.

Pidieron la remoción de los contenedores ubicados no solo en estos dos puentes, sino en el de Tienditas, recientemente construido y cuya estructura se ve afectada por el peso permanente de contenedores repletos de arena.

Manifestamos al Ejecutivo que se debe reactivar el empleo en la industria, aduana, pasajeros, comercio y que siga nuestra frontera viva y dinámica, como ha sido reconocida en el ámbito mundial”, dijo Wladimir Tovar, presidente de la Cámara de Transporte.

Pietro Ceniccola, presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios del estado Táchira, indica que es pertinente tener en cuenta que se deben adoptar nuevas medidas que ayuden a todos. Destacó que las decisiones adoptadas para evitar la propagación de la COVID-19 en Venezuela no han sido las más acertadas, pues afectan la productividad y el derecho al trabajo de los ciudadanos. Agregó que es trascendental e impostergable la apertura de los puentes internacionales.

“Ya van cinco años de este cierre de puentes y necesitamos que se normalice el paso libre de personas y bienes sobre esas estructuras que tenemos con Colombia”.

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El comercio fronterizo superaba los 6 millardos de dólares. Foto: Miguel González/Archivo.

Justa y necesaria
El economista Aldo Contreras se suma al llamado de apertura de la frontera, la cual está cerrada al paso vehicular desde agosto de 2015. “Lo que existe es un canal humanitario”.

Explicó que la frontera entre San Antonio del Táchira-Ureña y la capital del Departamento Norte de Santander de Colombia fue la más viva, cuando el intercambio comercial superaba los siete millardos de dólares anuales y cuando Venezuela pertenecía a la Comunidad Andina de Naciones. “Compararnos con esas épocas es un tanto complicado”, agregó.

En esa época dorada, Venezuela exportaba plásticos, electricidad, gas, pinturas, metalmecánica, derivados del petróleo y carrocería, entre otros. Esto dejó de ocurrir desde hace más de una década.

Venezuela se convirtió en una economía netamente importadora y ese poco intercambio comercial que se daba era relacionado con temas de contrabando, llámese combustible o de productos con control de precios”.

El economista explica que los venezolanos durante este año se trasladaban a Cúcuta para comprar alimentos, medicinas, entre otros bienes y servicios. “San Antonio y Ureña vivían del poco turismo que dejaba el alquiler de posadas, cuartos, viviendas y del transporte”.

Advierte que las ventas en la zona han mermado en más de 80 %, precisamente por la imposibilidad de que las personas se desplacen hacia la frontera tras la pandemia.

“Abrir esta frontera es importante. Debe hacerse con los protocolos de seguridad, pero abrir la frontera económica y comercial. Inaugurar de una vez por todas el puente de Tienditas para minimizar los impactos de escasez de gas doméstico, combustible y bajar la hiperinflación en Venezuela”.

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Solicitan inaugurar de una vez por todas el puente Tienditas. Foto: Cortesía

Contreras asegura que con una apertura con todas la de la ley, esta “economía esquizofrénica” podría controlarse en beneficio del poder adquisitivo del venezolano.

Lamenta que actualmente el intercambio comercial se limite a la compra de algún repuesto, de medicinas y venta de alimentos colombianos que son cruzados a través de trochas ilegales.

“Ya hasta la Pepsi y la Postobón colombiana se ve en Caracas, pero es por gente que va y las pasa por las trochas y luego las lleva a esas ciudades”.

Genocidio laboral
José Rozo, expresidente de la Cámara de Comercio de San Antonio y expresidente de Fedecámaras Táchira, explica que la debacle en la frontera viene desde mucho antes del cierre.

Narra que entre 2005 y 2008, el presidente Hugo Chávez tomó decisiones serias luego de la detención de Rodrigo Granda —canciller de las FARC—; y la muerte de Raúl Reyes, segundo al mando de esta organización guerrillera colombiana, que golpearon la economía binacional.

Chávez juró llevar el comercio con Colombia a cero y lo cumplió. Un comercio que llegaba a seis millardos de dólares anuales”.

Indicó que estas medidas comenzaron a afectar sectores de carga pesada, almacenamiento de mercancías, servicios aduaneros e industria manufacturera. “El bloqueo comercial contra Colombia acompañado del retiro de Venezuela de la CAN fracturó adentro a la producción nacional de bienes de uso y consumo de los venezolanos y debilitó la capacidad de producción en general”, dijo Rozo.

Explica que para ese entonces, unos 30.000 empleos se perdieron, y actualmente de 6000 establecimientos comerciales en toda la franja fronteriza, 10 % se mantiene abierto a medias. Rozo recordó con nostalgia que grandes empresas de cosméticos, calzado y carrocerías tenían sus sedes en la franja fronteriza, pero de aquello solo quedan ruinas.

Advierte que la frontera no se encuentra cerrada. “Lo que están cerrados son los puentes internacionales por donde transita la legalidad, el comercio legal de exportación, por donde transitan los ciudadanos”.

Rozo asegura que él mismo ha solicitado a través de los canales regulares al gobierno colombiano la apertura del ingreso peatonal, con los respectivos controles de seguridad para que los ciudadanos puedan abastecerse de alimentos y demás bienes y servicios necesarios para todos.


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