Familia ucraniana-venezolana luchó en el frente armado contra los soldados rusos

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“Estamos en el sótano de nuestra casa de campo. Allí teneníamos todo lo necesario para refugiarnos durante más de un mes y protegernos de bombas y del peligro de tiros”, comentó Manuel Ghanain, jefe de la familia ucrania-venezolana, antes de abandonar ese refugio con la intención de llegar a Varsovia, Polonia. Detalló que el bunker es de difícil acceso y ubicado a seis metros de profundidad. Antiguamente, funcionó como una despensa, sin embargo las cosas cambiaron cuando el esposo de la hermana de su suegra un militar de élite ruso les informó que muy pronto invadirían Ucrania. “Una vez que recibimos esa noticia nos preparamos para cualquier escenario”.

Valencia. “¡Qué llore su madre y que se pudra Rusia!”. Estas podrían ser perfectamente palabras de un ucraniano, pero no, no es un ucraniano sino un carabobeño armado que está decidido a defender su segunda patria de la amenaza inminente que representa Rusia para él y su familia ucraniana-venezolana.

Eso es justamente lo que Manuel Ghanain, valenciano de 56 años de edad, piensa cada vez que dispara sus rifles en contra de los invasores de Vladimir Putin, presidente de Rusia. Lo ha hecho varias veces y lo volvería a hacer si eso significa proteger a su familia y a Ucrania.

Ghanain argumenta: “No se agrede, te defiendes ante una situación que te obliga a ser objetivo y eso es igual a ver muertos como parte del conflicto. Al final te sientes bien por defenderte”.

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Manuel Ghanain vivieron unos días en  un bunker a seis metros de profundidad. Foto: Cortesía: Manuel Ghanain.

Este venezolano llegó a Ucrania en 2009. Era su segunda migración, la primera fue en 1997 y vivió entre España e Israel. Para aquel entonces trabajaba en el sector joyero. Ahora es empresario, tiene una compañía de transporte en España, mientras que en Ucrania una comercializadora de productos de alimentación.

Vivía entre Kiev y Markiv, una ciudad a 37 kilómetros de la capital, ahí tiene su casa de campo. “Es muy placentero estar ahí por la calma y la naturaleza”.

Sin embargo, este pueblo ha dejado atrás su pacifismo ante la entrada de las tropas rusas. Temiendo que los ataques acabaran con su hogar, huyó en compañía de su esposa, su hija y su suegra. Dejó atrás su vivienda, ubicada en la calle C Ruganscodo de la capital.

Sus negocios están paralizados y desde un búnker, donde vivió por varios días, limpiba las armas y daba instrucciones a las tres mujeres, que permanecieron gran parte del tiempo cubiertas por edredones para protegerse del frío.

Estamos en el sótano de nuestra casa de campo. Allí tenemos todo lo necesario para refugiarnos durante más de un mes y protegidos de bombas y del peligro de tiros”, comentó Ghanain que agrega que ese bunker es de difícil acceso y está ubicado a seis metros de profundidad. Esto fue días antes de abandonar el refugio.

Antiguamente, funcionó como una despensa, sin embargo las cosas cambiaron cuando el esposo de la hermana de su suegra, un militar de élite ruso les informó que muy pronto invadirían Ucrania. “Una vez que recibimos esa noticia nos preparamos para cualquier escenario”.

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Los constantes ataques obligaron  a la Ghanain a huir hacia Polonia. Foto: Cortesía Manuel Ghanain.

Actualmente, Markiv es un escenario de batalla entre las tropas de ambos bandos. Hay alrededor de 200 tanques en la zona y a pesar de los ataques mantienen el control del pueblo, pero temen la llegada de los chechenos. “Son asesinos, sanguinarios, animales que no se paran en leyes, ni en nada”.

Minetras estaba en el bunker, cada tantas horas salía a hacer guardias en compañía de vecinos y aliados, entre el frío y la incertidumbre piensa en su hija.

“Papá prométeme que volverás, prométemelo”, dice Beatriz Ghanein, su hija y estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Kiev.

Quiere protegerlas, pero también respira con calma porque las tres mujeres en el refugio saben defenderse.

Todas ellas saben usar las granadas, las Ak 47 y las pistolas 9 mm que están en el sótano. Son mujeres patrióticas que darían la vida por defender a su país. Son guerreras”.

Pero en el bunker no estaban del todo cómodas. Es un espacio de nueve metros, reforzado con cemento, piedras, cabillas y madera en todas sus paredes. “Si derrumban la casa no quedaremos atrapados”, advirtió el hombre en su momento.

No solo tenían comida, también tienen medicinas, municiones suficientes y un generador de energía para el caso de apagones eléctricos. Para muchos es una sorpresa que en Ucrania bastante personas sepan manejar armas de guerra. “Es una nación que defiende sus principios a muerte y no se dejan amedrentar”.

Cuando las tres mujeres no están informándose por sus celulares, están preparando comida para las tropas ucranianas. Hay mucha coordinación y comunicación entre estos soldados. “Ellos saben a dónde tienen que ir”.

Para él es un orgullo que a los rusos les haya sido difícil la avanzada. Recientemente ocuparon la segunda ciudad más grande, Jersón y se dirigen rumbo a Odessa. No obstante, insiste en que ellos no se lo han puesto fácil.

Rusia tiene muchos problemas logísticos en esta guerra. Ellos jamás imaginaron que aunque tienen una superioridad militar, que el Ejército y el pueblo ucraniano les daría tal resistencia y se mantuviera la nación bajo control. Es verdad que hemos tenido altibajos pero tenemos el control”.

Se siente orgulloso de las acciones de Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania. “Es un hombre con huevos, inteligente y nacionalista al 100%. Sabe defender su nación y está rodeado de gente digna. Aquí todos queremos la paz y la tranquilidad. Esta nación es nuestra y la defenderemos al unísono”.

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La destrucción se observa en todas partes. Foto: Manuel Ghanain.

Cuando a Ghanain y sus compañeros les toca matar son enfáticos. “Esto es por defensa. No somos asesinos, si se rinden viven”. En cualquiera de los casos los despojan de sus municiones, así como uniformes, todo con la intención de infiltrarse en las tropas rusas. “Eso lo hacen los expertos”. En el caso de los cadáveres los respetan y los entierran.

En la guerra no hay tiempo para llorar y Ghanain lo sabe bien, porque el 27 de febrero murió el padre de la esposa de su cuñado. “Esto es una guerra, hay que seguir no podemos detenernos por el sufrimiento”.

Su cuñado trabajaba en el sector construcción, el Ejército le pidió que reparara unos tanques cuando fueron atacados por misiles.

Para este venezolano lo más difícil de la guerra más allá de la muerte es escuchar las preguntas de su hija: “Papá ¿dónde voy a terminar mi carrera? Tengo miedo a morir o que ustedes mueran. ¿Qué será de mí? ¿Qué nombre te gustaría para tu nieto?, ¿qué pasa si los rusos ocupan el país y ya ustedes no están?”.

Manuel Ghanain, le responde en medio del llanto: “Hija tienes familia en otros países y continentes. Ellos te ayudarán sin problema. Tenemos ahorros fuera y estarás protegida económicamente”.

Esas preguntas le quitan el poco sueño que logra encontrar, debido al sentido de alerta en el que se encuentra siempre debido a los constantes ataques. No hay horas de cese, ni minutos de calma, siempre están atentos ante cualquier cosa.

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Manuel Ghanain afirma que: “En la guerra no hay tiempo para llorar”. Foto: Cortesía Manuel Ghanain.

Ahora Ghanain está más tranquilo, durante dos días de ausencia el jefe de familia vuelve establecer la comunicación con Crónica.Uno e  informa que tuvieron que abandonar el refugio.

 Las cosas se pusieron peor. Ya no hay servicio de luz ni de agua. Eso es muy peligroso así que nos movimos a un pueblo cercano con Polonia”.

La ruta que recorrió la familia ucraniana-venezolana fue la siguiente: Makariv – Jitomer – Rivno – Leopolis. Esta última ciudad es la más cercana a la frontera con Polonia.

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La invasión rusa ha obligado a los ucranianos a defender su territorio.  Foto: Cortesía Manuel Ghanain.

Este venezolano tiene como plan llevar a toda su familia a Varsovia, en Polonia. “Allí estaremos seguros, encontraremos trabajo y volveremos a empezar”.

Cuando se le pregunta, si regresará a Ucrania una vez finalizado el conflicto bélico, sin titubeos responde: “Si. Ucrania es mi hogar, es como una Venezuela, pero con frío. Yo se que volveremos todos para reconstruirla”.


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