Familiares de menor asesinado mientras cazaba iguanas exigen que se inicie una averiguación

Yeferson Segueri, de 13 años, recibió dos tiros cuando se encontraba en la zona industrial de San Vicente, en Maracay, presuntamente por los escoltas de un laboratorio. Su papá denunció que el caso está viciado, porque intentan ocultar responsabilidades con dinero.

Caracas. Hace exactamente una semana, a las 2:30 pm, Darwin Segueri escuchó la peor noticia que puede recibir un padre: ¡mataron a Yeferson, mataron a Yeferson! Recuerda que iba a ver la novela de esa hora pero le dio sueño porque había madrugado para hacer cola y comprar comida, cuando fue sorprendido por los gritos.

No se detuvo a preguntar muchos detalles de lo que había sucedido, salió corriendo, sin sus cholas, hacia la zona industrial de San Vicente, en la avenida Anthon Phillips, en Maracay, estado Aragua.

Corrió durante varios minutos bajo un sol inclemente, pensando que habían atropellado a su hijo de 13 años. Las ampollas que le salieron en los pies, por el roce con el asfalto caliente, las sintió mucho después de confirmar que sí había fallecido, pero a causa de dos impactos de bala.

Yeferson Kleibel Segueri Chourio estaba cazando iguanas el martes 6 de septiembre, con su hermano, de 16 años, su tío, de 18 años, y un vecino, de 13. Primera vez que se metía con ellos hasta ese lugar, pues anteriormente había frecuentado la calle paralela porque tiene amiguitos en ese sector.

Mientras estaban en la zona, una camioneta negra de cuatro puertas —estacionada en una empresa que queda al final de la calle ciega— pasó al lado de los cuatro jóvenes a toda velocidad, frenó repentinamente unos metros más adelante y un sujeto comenzó a dispararles.

Los muchachos asustados fueron a esconderse en la canal o en los matorrales, pero Yeferson quedó en la línea de fuego y mientras intentaba alejarse del carro recibió un tiro en el brazo.

Cayó al suelo en posición fetal, así lo recuerda un testigo. Luego, un hombre con camisa color negro y un chaleco se acercó hasta a él, lo tocó con el pie y le disparó en la cabeza.

Darwin supo todo esto horas más tarde, cuando se sentó con los testigos a preguntarles qué había ocurrido. Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) pidieron detalles a un vigilante de la empresa Reveex, quien habría visto la escena en primer plano porque el niño cayó cerca de la caseta de seguridad.

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Sin embargo, el empleado negó haber atestiguado nada, aunque se contradijo en muchas cosas, según Darwin: “Estaba resteado, dijo que si lo detenían iba a pagar para que lo sacaran. Él tuvo que ver, todo sucedió en frente de él”.

Ese martes 6 de septiembre fue largo. A las 10:00 pm el padre de la víctima aún se encontraba en el Cicpc, al igual que el vigilante, a quien recogió un sujeto a bordo de una moto modelo KLR color negro.

Después del entierro de su pequeño acudió tres veces más a la policía científica, buscando respuestas.

Sin ayuda luchan contra la injusticia

El viernes 9 de septiembre vecinos y familiares del barrio Libertador, de Maracay, apoyaron a los padres de Yeferson en una protesta. Trancaron el paso entre las avenidas Aragua y Carabobo para exigir que se iniciara una investigación.

También acudieron a la Fiscalía, donde les dijeron que el expediente de ese homicidio tardaría en llegar, y este lunes fue a la Defensoría del Pueblo y colocó la denuncia. Es primera vez que pasan por un trago tan amargo como este, por eso no saben adónde acudir.

Darwin presume que como están involucrados presuntos escoltas —quienes quizá sean funcionarios o exfuncionarios de algún cuerpo policial— quieren tapar lo que sucedió. Se pregunta por qué no se han estudiado los videos de seguridad de las empresas o no se ha detenido a los sospechosos.

“Nosotros somos pobres, somos humildes. No tenemos una guía en esto, no sabemos a dónde acudir para que haya justicia. Seguramente esas personas sí tienen mucho dinero y pagaron para que todo quede así”, declaró.

Apenas este lunes 12 de septiembre citaron a los dos sujetos, supuestos escoltas relacionados con el hecho.

“Si esos hombres pensaban que estaban haciendo algo malo lo ideal era que les hicieran levantar las manos, los revisaran, les preguntaran qué hacían ahí y al darse cuenta, dejarlos ir. Pero no, les dispararon como a unos delincuentes”, dijo el padre, afectado.

Yeferson jugaba futbolito con un equipo de su barrio, perteneciente a la parroquia Andrés Eloy Blanco. Practicaba desde los nueve años en la cancha de su comunidad y participó en torneos en varios sectores de Maracay.

Le encantaba manejar bicicleta. Su papá recuerda que apenas comía, salía a correr de un lado a otro. Había pasado para tercer año de bachillerato, estudiaba en el liceo Luis Beltrán Pietro Figueroa, en el sector 23 de Enero.

“Era un niño sumamente colaborador, nunca decía que no. Cualquier persona le pedía el favor para hacer un manda’o y él no se negaba, ahora es un angelito. Dios quiera que se haga justicia, no tenemos consuelo”, añadió una prima.

Este lunes 26 de septiembre cumplía 14 años.

Fotos: cortesía de los familiares


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