La familia de cartón

Fotos: Tairy Gamboa

La vida de James Alexander Blanco no es precisamente un cuento de hadas. En su relato no existen rosas, ni azucenas pero sí hay cartón, mucho cartón.

Tiene 16 años y la cotidianidad condicionada por un embarazo. Sus jornadas, desde hace siete meses, comienzan aproximadamente a las 7 de la mañana y se extienden hasta las 10 de la noche. El sustento depende de la recolección y clasificación de desechos que se decanta por tres materiales principales: cartón, plástico y aluminio. La venta de estos es lo que le permite a él y otros seis hombres llevar comida a sus hogares, enquistados bajo un puente que atraviesa la quebrada Anauco (Caracas).

En casa —una vivienda improvisada a partir de desechos— espera Mahyleth, su pareja de 13 años. El único accesorio del hogar es un colchón viejo donde la muchacha ve la evolución de su cuerpo gestante mientras, de lado y lado, conviven siete familias más, entre ellas la madre y los hermanos menores de Mahyleth.

La pequeña comunidad tiene a su cuidado 10 niños en edad escolar que, sin embargo, no forman parte del sistema educativo. La razón está ligada a su realidad: se trabaja para comer o se estudia para dormir sin cenar. Todos colaboran en la recolección de materiales. Una de las excepciones es Mary Hernández, nieta de Emma Pedrón, la habitante más longeva de la comunidad. La mujer sufre de hipertensión arterial crónica y, como el resto de la población venezolana, tiene dificultad para acceder a los servicios de salud y medicinas que la ayudarían a mitigar los estragos de su patología. Emma trabaja como empleada doméstica en una casa y de allí saca los recursos para mantener a Mary, de 11 años y quien estudia 4to grado en un colegio ubicado en Guarenas. 

James no era del barrio. Llegó allí durante una temporada vacacional en compañía de su madre, quien buscaba alejarse de la violencia de su sector, en la Colonia Tovar, por unos días. Entonces James conoció a Mahyleth y se enamoró de la niña. No regresó a la Colonia.  

Vivir bajo los pies de una urbe como Caracas nunca fue el sueño de ninguno de los habitantes de esta comunidad. Sin embargo, muchos prefieren permanecer acá que regresar a sus zonas de origen. 

Primos resguardando los desechos ya clasificados. Foto: Tairy Gamboa

Uno de los pequeños de la casa se distrae mirando una novela, desde la silla hasta el televisor fueron rescatados de la basura. Foto: Tairy Gamboa

La pequeña Rossy en la puerta de su casa. Foto: Tairy Gamboa

Emma Pedrón tomando una taza de café a las afueras de su casa junto con su nieta. Foto: Tairy Gamboa

Familia cocinando panquecas para el almuerzo. Foto: Tairy Gamboa

Cocina de la familia Pedrón, algunos utensilios son reciclados. Foto: Tairy Gamboa

James Alexander Blanco junto con la familia de su pareja. Foto: Tairy Gamboa

La pequeña Rossy y su mamá participan en la clasificación de los desechos. Foto: Tairy Gamboa

La casa de la señora Emma Pedrón es una suerte de cartones y placas de madera sujetas al borde de la quebrada. Foto: Tairy Gamboa

Bajo el puente hay dos mundos, en uno habitan familias recolectoras de desechos y más abajo están los mineros urbanos cazando tesoros en el río. Foto: Tairy Gamboa

Katherine Oropeza espera en la entrada improvisada del puente que su familia traiga el cartón para guardarlo. Foto: Tairy Gamboa

James Alexander Blanco registra una bolsa de basura esperando conseguir algo valioso. Foto: Tairy Gamboa

Mientras James busca el cartón otras personas en situación de calle revisan la basura. Foto: Tairy Gamboa

Rompe los cartones para que ocupen menos espacio. Foto: Tairy Gamboa

En su rutina se consigue con otras personas que desempeñan el mismo oficio. Foto: Tairy Gamboa

James moja los cartones para que pesen más al momento de venderlos. Foto: Tairy Gamboa

Su herramienta de trabajo son sus manos. Foto: Tairy Gamboa

Su tío lo ayuda a subir la bolsa llena de cartones a la acera. Foto: Tairy Gamboa

Quebrada Anauco vista desde la Av. Pateón. Foto: Tairy Gamboa

En un solo punto colindan los dos mundos, arriba la urbe y abajo trabajadores del cartón. Foto: Tairy Gamboa

Fotos: Tairy Gamboa

Texto: Gleybert Asencio

Montaje: Leslie Cavadias

Edición de textos: Natasha Rangel