Fundación Edgardo Alfonzo trabaja para alejar a niños de la delincuencia

Antonio Fernández, exmiembro de un colectivo en Petare, usa su mala experiencia con el delito para brindarles valores a los muchachos de su comunidad, junto con varias disciplinas deportivas

Yohana Marra/@yohanamarra

Cúa. En medio de la comunidad Santa Cruz de Cúa está un terreno, recuperado y convertido en cancha deportiva. Aún le faltan muchos arreglos, pero esto no detiene a quienes trabajan por alejar a los chamos del ocio y la delincuencia.

Entre los miembros de la fundación Edgardo Alfonzo y algunos vecinos cortaron todo el monte, botaron escombros y la habilitaron para que los niños pudieran jugar béisbol, softbol o kikimbol. Fue un trabajo de hormiguita desde principios de año, pues lograron conseguir donaciones de la Gobernación del estado Miranda para levantar un campo.

La fase uno, instalar algunas rejas para cercar el campo, terminó. Ahora esperan por la segunda para terminar de colocar el cercado, construir unas gradas y unos dugout, todo del mismo lado porque no tienen mucho espacio.

El creador de la fundación, Antonio Fernández, comentó que por ahora participan 149 niños y jóvenes, pero esperan ir creciendo mucho más. Practican en diferentes horarios, depende del colegio, pues un requisito fundamental para jugar es ir a clases todos los días y cumplir con sus deberes escolares.

Antonio perteneció al colectivo Abre Brechas, en Petare. Por muchos años mantuvo una vida delictiva, hasta que decidió salirse. Lo siguieron varios amigos, a quienes con orgullo dice que logró sacar de la delincuencia. Es por eso, que se empeñó en levantar una fundación para evitar que los niños tomaran el camino del malandreo, etapa en la que él comenzó.

“Los niños practican deporte y mantienen su mente ocupada en otra cosa. Les damos un mensaje y además les enseñamos religión. Hablamos con los padres, porque nada hacemos si damos un mensaje y los padres no les dan valores”.

Por ahora lo apoyan 11 personas, cuatro salieron de la delincuencia, y el resto son vecinos. Los instructores en las tres disciplinas deportivas son integrantes de la fundación. “Los vecinos nos apoyan con comida y bebidas cuando hacemos actividades. También con las labores de limpieza, poco a poco nos hemos ganado respeto en la comunidad. Antes algunos padres ni dejaban salir a los niños a jugar con nosotros, ahora sí, porque ven que nos estamos esforzando”.

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El terreno fue recuperado por la fundación. Esperan la segunda fase, en la cual se construirán gradas y se terminará de cercar. Crónica.Uno/Cristian Hernández

Inculcar valores

Antonio y los miembros de la fundación no solo tienen la meta de evitar que los niños caigan en el delito, sino que con la religión cristiana quieren inculcarle los valores que en casa no les dan.

Contó que a las prácticas van algunos niños que los maltratan en sus hogares. Y aunque por seguridad no pueden reclamarle a los padres, tratan de aconsejarlos para que no repitan conductas agresivas.

“Acá hay muchos problemas. hay muchos padres alcohólicos, que le pegan a los niños, familias problemáticas. Y espero que con mi trabajo podamos darle aliento a los niños, lograr cambiarle la vida a mucha gente”, soltó.

Por ahora los muchachos juegan con equipos prestados o materiales que han conseguido por donación. Muchos van a los partidos en cholas, porque no tienen suficientes recursos para comprarse zapatos.

“Necesitamos donaciones de guantes, pelotas, bates, lo que nos puedan dar. No exigimos cantidad, veremos cómo lo distribuimos con los niños. Hay mucha gente que nos ha donado ropa y la damos a los muchachos”.

Además de fajarse con los niños y jóvenes de la comunidad, también han visitado otros barrios como Vista Hermosa, en Petare y Aparay, en Cúa. Este sábado 28 de noviembre tuvieron una actividad con 240 chamos de seis zonas, tanto de Caracas como de los Valles del Tuy.

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Fotos: Cristian Hernández


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