Jo D’ Elia, director de la ONG Civilis DD. HH., afirma que el país vive una crisis humanitaria extrema, pero la sociedad está más consciente del significado de los derechos humanos, de su capacidad para organizarse y del trabajo de los defensores. El suyo, dedicado a la investigación, fue premiado por la Embajada de Canadá.

Caracas. En derechos humanos, la investigación, la formación y organización de redes de población es la otra dimensión, menos visible, del trabajo exigente, responsable y dedicado de  defender “24×365 días al año” la dignidad de la gente. Un Estado autoritario ni respeta ni protege.

Esa es labor, desde hace 20 años, del sociólogo venezolano Jo D’Elia, director de la ONG Civilis DD. HH.  Y por ella la Embajada de Canadá, conjuntamente con el Centro de DD. HH. José María Olaso, de la UCV, le entregó el Premio de Derechos Humanos 2021, en su undécima edición, luego de una suspensión obligada por la pandemia. En el acto, realizado el 29 de marzo, también se le confirió mención especial  a la abogada Mariana Romero, miembro del Centro de Derechos Humanos de la UCAB y fundadora del Centro para los Defensores y la Justicia. Se encarga de documentar los ataques a los defensores y de las violaciones al derecho a la defensa de los DD. HH.

D’Elia, egresado de la UCAB (1989), es fundador de la ONG Convite (2006), además de Civilis (2010) y es miembro activo de otras organizaciones como Sinergia y Provea. Aquí contribuye con el capítulo sobre salud de los informes anuales, desde hace 10 años. El derecho a la salud es el más golpeado, refiere. “No puede haberlo sin instituciones que lo garanticen”, dice el especialista en investigación social y políticas públicas.

Su dedicación al área de los derechos humanos le permite identificar que en Venezuela “estamos frente a una situación de graves y masivas violaciones a más de la mitad de la población, y es muy grave”. Urge el rescate de la institucionalidad que devuelva al Estado la capacidad de proteger a  la población, dice. “Pero mientras eso no ocurra, debemos reclamar el derecho de ser asistido y protegido para que se garantice el derecho. No solo en salud, sino en cualquiera de los derechos sociales, como educación o servicios básicos”.

La “otra cara” de los derechos humanos

¿Qué significa este premio en este momento?

—Es la primera vez que recibo un premio como este, el cual recibieron varios colegas en ediciones anteriores. Fue una absoluta sorpresa, pues quienes me conocen saben que soy una persona no expuesta públicamente. No es que tenga bajo perfil. Un defensor de derechos humanos en general hace un trabajo público en favor de las personas, porque es la manera como se puede mostrar para que sean atendidos, sea por el Estado o por órganos de protección, cuando requieren actuar para que el Estado asuma sus responsabilidades. Pero mi trabajo siempre ha sido de mucha investigación, relación y contacto humano con  las personas y organizaciones que hacen vida en el ámbito de derechos humanos.

¿Por qué te dedicaste a los derechos humanos si en la década de los años 80 no eran tan relevantes?

—No hay razón más allá de haber sentido siempre la vocación de trabajar para ayudar a los demás. La acción política en ese tiempo era importante para las personas y movimientos que deseaban cambios, pero no desde el punto de vista cívico. La sociedad civil en Venezuela realmente no había tenido la fuerza que tiene en otros países, porque estaba muy disminuida. La mediación política de los partidos con el Estado era muy fuerte y también el Estado transfirió mucho de su capacidad a la sociedad y esta influyó a su vez en la construcción de instituciones públicas. Por ejemplo, se creó un Ministerio de la Familia y otro de Desarrollo Social. Todo eso fue posible por la influencia de la sociedad pequeña pero influyente.

¿Qué ha significado tu labor en un país donde se irrespetan sistemáticamente los derechos?

—El trabajo en derechos humanos es exigente y muchas veces duro. Trabajamos para quien está sufriendo, quien pasa por situaciones complejas de abuso, injusticia. Siempre estamos frente a estas situaciones muy duras y además trabajamos con víctimas, tanto individuales como colectivas, con grupos de población.

Patrones sistemáticos

¿Cuándo comienzan a verse patrones de violación sistemáticos?

—En la medida en que el Estado fue debilitándose y sus instituciones instrumentalizadas o usadas para marginar, separar a la sociedad venezolana de las decisiones públicas, comenzaron a verse patrones de violación sistemáticos y generalizados. El trabajo que uno estaba haciendo en materia de derechos humanos se fue incrementando de manera importante y se fue haciendo cada vez más complejo porque teníamos que abordar no solo casos de violación, sino a miles de personas afectadas de una manera masiva. Ese trabajo no solo es exigente y duro sino que se convirtió en un trabajo de 24×365 días al año para poder enfrentar la  magnitud del problema.

Esa magnitud fue creciendo hasta que en 2006 tuvimos que alertar internacionalmente porque la población ya no podía ejercer estándares mínimos de los derechos humanos. Tuvimos que alertar sobre la necesidad de que en Venezuela se reconociera una crisis de gran escala y severidad. Esto se define en el mundo internacional como una emergencia humanitaria compleja, cuando la crisis tiene origen en factores políticos. Y esos factores pueden expresarse de diferentes maneras.

¿Cuáles?

—Una manera es la que vivimos en Venezuela, de larga inestabilidad política por modelos autoritarios, no democráticos. En otros países eso lleva tiempo y puede expresarse a través del conflicto armado o la guerra. Pero en Venezuela, sin conflicto armado, ni guerra, llegamos a una emergencia humanitaria compleja por largo tiempo de inestabilidad política, con prácticas de represión, de persecución, de criminalización hacia la capacidad cívica de la sociedad venezolana que busca protegerse o reclamar frente a un Estado que no estaba cumpliendo la Constitución ni sus obligaciones internacionales.

Situación de Venezuela en la región 

¿Cuál es la situación de Venezuela en derechos humanos?

—Como lo ha dicho el movimiento, Venezuela atraviesa una crisis estructural de derechos humanos, en la cual todos los días se cometen violaciones. Estas han llegado a alcanzar una altísima gravedad, por ser masivas, y ameritan incluso la necesidad de reclamar el derecho a la protección internacional para amplios sectores de la población y prestar asistencia humanitaria. Eso es así desde hace varios años y sigue sucediendo. Estamos frente a una situación de graves y masivas violaciones a más de la mitad de la población —no te puedo dar cifras— pero es muy grave.  En un contexto de devastación de capacidades institucionales, esas capacidades han caído de una manera profunda, extendida y por eso ha sido importante pedir que se reconozca la emergencia humanitaria compleja. Internamente no existe la capacidad para ayudar a la población.

¿En el contexto latinoamericano, como está Venezuela en materia de derechos humanos?

—En comparación con América Latina, está atravesando por situaciones muy complicadas, con un autoritarismo cada vez más extenso y permitido desde el punto de vista internacional. A pesar de que eso comenzó antes, Venezuela manifiesta esta situación de manera cruda hace muchos años y cada vez lo vemos en más Estados de América Latina. Solamente que ninguno de esos países ha llegado a los extremos de emergencia humanitaria compleja de Venezuela.

¿Ha sido solitario el trabajo de los defensores en la búsqueda de justicia?

—Los defensores nunca han estado solos. Mi impresión es que la sociedad civil encontró en los defensores y defensoras de los derechos humanos una oportunidad y un espacio para protegerse. La labor de un defensor siempre es incomprendida porque es proteger a toda persona y sus derechos, sin distinción alguna; es una labor de altísima responsabilidad. Inclusive, sin ver la acción que ha tomado.

Un ejemplo mayor: si no tratáramos a todos como un igual, no habría defensores de personas en cárceles. Pero el hecho de que sea incomprendida no quiere decir que en un momento tan crucial como Venezuela, a pesar de que el Gobierno busque una sociedad a su medida, creando división, marginación, esa sociedad civil y la sociedad en general perciben en los defensores de derechos humanos la posibilidad de seguir siendo autónoma y de ser un espacio donde la sociedad misma puede tomar decisión sobre su destino y aspiraciones de país.

derechos humanos

Avances en el país

¿Qué se ha logrado en materia de derechos humanos?

—Los derechos humanos han logrado en estos últimos años darle fortaleza a la sociedad y una base desde la cual desarrollar la capacidad, tanto de protegerse como de verse a sí misma con capacidad para exigir y demandar cambios en la manera como el gobierno ha conducido al Estado.

Los derechos humanos tienen relevancia en Caracas, pero ¿cuál es la situación de las organizaciones en el interior del país?

—No es casual que parezca así porque vivimos en un Estado que ya era centralista y se centralizó mucho más. No extraña que Caracas sea el centro importante para influir en las autoridades o en el poder público. Pero en realidad, el movimiento de derechos humanos y la sociedad civil en general han entendido que  es importante expandir las capacidades de la sociedad civil sobre la base del vínculo, del tejido. Hasta ahora es un logro importante de las organizaciones, un logro en conjunto, porque el movimiento de derechos humanos tiene cada vez más representantes regionales.

Hay importantes referentes en derechos humanos en casi todos los estados pues han entendido la importancia de fortalecerse en su autonomía para proteger a la población de esos lugares, de manera articulada con otros. Los niveles de violación son muy altos y afectan a muchas personas. Para poder estar a la altura de la escala de violaciones hay que construir un esfuerzo en conjunto. Y creo que nosotros mismos nos hemos descentralizado.

¿Cuáles son los derechos humanos más afectados en la actualidad?

—En el catálogo de derechos humanos no hay ninguno que no esté afectado. Es una sucesión de violaciones masivas y generalizadas. No hay una institución, un programa o política en Venezuela que no haya sido debilitada. En todas las áreas hay una degradación, un desmantelamiento y desinstitucionalización muy alta.

No hay derecho a la salud universal sin instituciones

Una de las áreas más golpeadas ha sido la salud. ¿Cómo ve la situación de derechos humanos en esta área y cómo resolverla?

—En materia social y específicamente en salud hay que recuperar la institucionalidad, el funcionamiento de instituciones que deben tener una capacidad rectora y ejecutiva para llevar a cabo políticas públicas que sean orientadas entre los estándares de derechos humanos de manera universal, equitativa, extendida a toda la población y en la que todos tengan acceso sin barreras para poder disfrutar de atención, medicamentos, programas de salud y cuidados necesarios para que aquella pueda tener el más alto nivel de salud posible. No puede haber un derecho a la salud universal sin instituciones que garanticen el cumplimiento de ese derecho.

¿Qué hacer mientras no se recupere la institucionalidad? 

—El mayor trabajo que pueda haber es que efectivamente las instituciones se restituyan en su funcionamiento. Mientras eso no ocurra, hay que ayudar y proteger a la población a través de la respuesta humanitaria para mitigar el daño ocasionado a la población. Y debemos reclamar el derecho de ser asistido y protegido en una situación en la que no hay instituciones que garanticen el derecho. No solo en salud sino en cualquier de los derechos sociales, como educación o servicios básicos.

¿Se genera entonces una violación múltiple de derechos?

—Como los derechos humanos son interdependientes, se tiene al mismo tiempo una población mayoritariamente afectada por violación de derechos masiva. Bien sea porque estamos llegando a situaciones extremas, o por la interrelación con violaciones de derechos civiles y políticos. Entonces, una población que no es atendida también es reprimida, censurada, marginada de las decisiones públicas. Son violaciones múltiples.

Apoyo internacional frente a violaciones

¿Qué importancia tienen la comunidad internacional para restituir garantías?

—Cuando tienes una población desprotegida es una obligación del Estado, bajo cuya jurisdicción se encuentra esta población, y es responsabilidad de la comunidad internacional. Ante esa situación, lo que hace el movimiento de derechos humanos y la sociedad venezolana es apelar a la comunidad internacional para ser asistida y protegida para encontrar un asidero en materia de órganos de protección que puedan interpelar al Estado en sus obligaciones en materia internacional, y eso es lo que hemos hecho hasta ahora. No significa ninguna intervención, sino la búsqueda de apoyo para proteger del poder que desfigura al Estado en sus funciones. Y no es buscar cualquier apoyo internacional, sino sistemas de mecanismos que existen para eso y que pueden actuar dentro de sus competencias.

¿A cuántos mecanismos se ha apelado para la ayuda internacional?

—Venezuela tiene seis mecanismos activados, en investigación, en seguimiento y en asistencia al país. Esto significa que el Gobierno no tiene la capacidad para proteger a la población, porque además se ha dedicado a desmantelar esa capacidad y se niega a reconstruirla. Es una situación muy compleja porque la sociedad está desamparada. Sin embargo, también tiene que ver sus propias capacidades para salir de esa situación. Y una es la de la sociedad civil, es la capacidad cívica de una sociedad, y hasta ahora ha dado todas las señales de mantenerse comprometida y firme con la población.

¿La población tiene la conciencia suficiente sobre la importancia de la defensa de los derechos humanos?  

—No siempre porque una sociedad que ve en el ejercicio del poder que este no le permite hacer nada se va desalentando en sus posibilidades de actuar. Y es tarea del movimiento de derechos humanos y de la sociedad civil llamar a que se entienda las capacidades de estas. Pero en comparación con años anteriores, está mucho más consciente de los derechos humanos y del trabajo que hace el movimiento, y está también cada vez más involucrada en acciones para hacer uso de esa capacidad para protegerse y también para organizarse y hacer propuestas hacia los cambios. Y uno es la reinstitucionalización y la restitución del Estado de derecho.


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