John Magdaleno recomienda que en primarias opositoras se escojan varios candidatos en lugar de uno solo

John Magdaleno

A juicio del politólogo John Magdaleno, tener varios candidatos presidenciales, producto de una elección primaria que sea similar a una plurinominal legislativa, eliminaría el riesgo de que si el candidato es inhabilitado, la oposición se quede sin margen de respuesta y maniobra.

Caracas. El politólogo y profesor universitario John Magdaleno señaló que las primarias anunciadas por la oposición para el año 2023 deberían servir no solo para escoger un candidato presidencial, de hecho, recomendó que dicho proceso se usara para escoger un grupo de candidatos, esto teniendo en cuenta lo que él considera será un proceso electoral con garantías limitadas.

Magdaleno detalló en una entrevista con Crónica.Uno que, más allá del o de los nombres que pudieran surgir de dicho proceso, es necesario que las primarias de la oposición sirvan para poder reconectar los liderazgos opositores con una sociedad venezolana que en la actualidad se encuentra ajena a una lucha por la redemocratización del país que requiere su participación.

El académico recomendó además que la oposición prepare una serie de escenarios estratégicos para poder enfrentar un proceso comicial que, de acuerdo a experiencias previas, puede estar marcado por inhabilitaciones de candidatos y partidos, todo como característica de una lucha política asimétrica que se puede esperar de un gobierno como el de Nicolás Maduro, el cual describió como autoritarismo hegemónico.

¿Qué expectativas le genera el anuncio del intento de revivir el diálogo de México?

—En lo personal no me hago ninguna expectativa. Son varios los procesos en los que se ha ensayado el inicio de una negociación que conduzca a un acuerdo concreto, pienso que la médula de la negociación es la restitución de una serie de libertades civiles y de derechos políticos que no pueden ser ejercidos en la práctica y obviamente una redemocratización del país que demanda un proceso de libre formación de la opinión pública y las preferencias electorales, de tolerancia política y, obviamente, de elecciones libres, competitivas, periódicas, justas y verificables.

Es decir, es bastante clara la agenda de lo que habría que hacer para redemocratizar al país pero, obviamente, no es una tarea sencilla. El régimen político que hay en Venezuela en mi opinión es autoritarismo hegemónico, eso supone una cantidad de violaciones y restricciones a las garantías constitucionales que acabo de mencionar. No es un proceso sencillo, el balance de poder no ofrece todavía demasiados incentivos como para que dentro de la coalición dominante se haya producido o se produzca una fractura en lo inmediato que conduzca a la redemocratización.

No está claro que eso sea un escenario de alta probabilidad de ocurrencia en lo sucesivo, por lo tanto, veo el muy probable reinicio de la ronda de negociaciones en México como un nuevo intento exploratorio para que por lo menos se produzca una restitución, así sea gradual, de las garantías.

Con respecto a las primarias anunciadas para el 2023 ¿Siente que es un período de tiempo suficiente para que el vencedor pueda reconstruir el liderazgo de la oposición?

—Evidentemente, depende de cuánto se planteen esas primarias. Para mí, las funciones más importantes de las primarias son tres: la primera, es un proceso que relegitima los liderazgos en el sentido sociopolítico, hay evidencias en el pasado de que las primarias logran robustecer la capacidad de influencia de los liderazgos sobre sectores de la población (…) La segunda función es que no pueden ser solo una consulta para seleccionar a un candidato presidencial, me parece que eso hay que tenerlo claro, personalmente creo que las elecciones presidenciales que están por celebrarse no van a estar exentas de violaciones de garantías. Vamos a tener inhabilitaciones de candidatos y de partidos de oposición y cuidado si se agregan nuevas inhabilitaciones. De forma tal que ante ese escenario, la primaria es el escenario para elegir a varios candidatos, no a uno solo.

La oposición no puede tener un solo candidato, debe tener varios porque en el caso de que lo inhabiliten se queda sin capacidad de respuesta estratégica. La oposición no puede ir tranquilamente a las elecciones, debe planificar un diseño en el que cada jugada le eleve el costo al régimen autoritario por violar garantías.

La tercera función es que las primarias también pueden ser un mecanismo para reconectar a la oposición con sectores de la sociedad.

Ahora que menciona la posibilidad de escoger múltiples candidatos ¿Siente que estas primarias se prestarían para un cambio de formato en el que los votantes pudieran escoger no una sino varias opciones?

—A eso me refiero, sería una primaria en la que los participantes ejercerían un voto estratégico. Es decir, sería como votar en un circuito plurinominal en una elección al Parlamento en la que puedes votar por varios candidatos. Debe haber suficiente información al elector como para que sepan, en el caso que proponemos, que va a votar en orden de prelación, que va a elegir varios candidatos pero con un orden particular, de forma que el que obtenga más votos para el primer lugar, ese sería el primero, y así sucesivamente con el segundo y el tercero. Sería un voto estratégico para escoger en orden a los candidatos.

Dado que hay un sector pidiendo al CNE que organice las primarias y otro que se opone a involucrarlo ¿Ve un escenario en el que se hagan dos primarias distintas?

—Obviamente, lo ideal sería una sola primaria en la cual se seleccionaran estas candidaturas. Una segunda primaria obviamente comunicaría fragmentación en sectores de la oposición y como sé que en efecto eso no está bajo el control de un sector de la oposición, es decir, si otro sector dice que no va a participar sino que va a hacer una distinta, obviamente dependiendo de la capacidad de influencia, la imagen de las oposiciones, habrá mayor o menor impacto de las primarias.

Puede terminar ocurriendo que la negativa de unos sectores a participar en una primaria convocada por lo que conocemos como la oposición oficial le termine restando legitimación social, así que cuando intenten la segunda primaria lleguen a estar en dificultades porque la participación sea muy inferior a la primera.

Esto involucra un problema ¿Qué se hace con algunos sectores que no son la oposición coaptada? Algunos lo son, otros no. ¿Qué pasa con ellos? Hay dos opciones: se les invita a las primarias y ahí se demuestra que no gozan de apoyo popular, o sencillamente se les bloquea el acceso, y en mi opinión, ahí se corre el riesgo de que esos actores lleguen a acuerdos con factores del régimen autoritario y no solo puedan convocar la otra primaria sino que, eventualmente, puedan invalidar la primera con, por ejemplo, recursos ante el TSJ.

Hay que pensar bien qué se hace, esa decisión no puede ser solo producto de códigos de moral privada, tiene que ser una decisión que remita a unos beneficios estratégicos claros.

¿Siente que las condiciones están dadas para que surja un outsider?

—En mi opinión sí, o incluso un insider desconocido, es decir, un insider con baja exposición público, pero, en efecto, el contexto es adecuado para un outsider, alguien que no está en la política profesional y que venga de sectores de la sociedad y cuya imagen contribuya a visualizar una opción. Claro, eso siempre plantea riesgos, hay casos en los que la entrada de outsiders en la política es beneficioso porque refresca la política, refresca los paradigmas y los esquemas de toma de decisiones. En otros casos esto ha conducido a lo contrario, ha conducido a que inexpertos tomen las riendas de un país en sus manos y cometan muchos errores, ha conducido a que gente que no comprende los códigos de la política termine planteando más problemas que los que existían cuando llegaron al poder.

Es decir, los outsiders no son una varita mágica que resuelve todos los problemas, a veces plantea nuevos. Lo ideal sería un insider con buena imagen o un outsider que si bien no sea un político profesional, sí haya tenido contacto con ella. Imagina que un outsider llegue durante un período de redemocratización gradual, bueno, si un inexperto comete muchos errores esto puede llevar a que se desperdicie una oportunidad para que inicie una transición en Venezuela. Por eso creo que el momento requiere de gente que tenga experiencia, que tenga algún vínculo con los asuntos públicos.

¿Siente que el efecto Guaidó sea posible recrearlo para el 2023?

—En mi opinión, no. Desafortunadamente, tengo que decirlo porque me han entrevistado y en varias ocasiones me han hecho esta pregunta y tengo que decirlo en aras de la honestidad intelectual: yo nunca creí que eso podía llegar a prosperar, es decir, nunca creí que ese fuese el inicio de la transición. Eso partía de unas deficiencias de tipo estratégico. El interinato se montó en lo esencial en el respaldo de Estados Unidos y algunos de la Unión Europea, pero no es con una fuente de presión externa que se pueda promover una transición a la democracia, incluso en los casos en los que la presión externa ayudó y contribuyó hubo ahí una fuente de presión interna.

No se le puede pedir a la presión externa que haga magia si no hay dentro Venezuela niveles de actuación, articulación y coordinación entre factores de oposición, y no solo entre partidos, sino entre partidos y la sociedad civil. En Venezuela tiene que reconstituirse la fuente de presión interna.

En Venezuela debe haber un aprendizaje creativo acerca de los instrumentos que se han utilizado, no se ha sabido utilizar la elección para presionar, la oposición ha ido cándidamente esperando que le reconozcan el triunfo, no ha utilizado la elección como un instrumento para introducir dilemas estratégicos en la coalición dominante y eventualmente fracturarla, para eso es que se usan las elecciones en los regímenes autoritarios hegemónicos.

¿Cree que el tema del voto en el extranjero debería ser una de las banderas por las cuales luche la oposición antes o después de tener su candidato presidencial?

—Todas las garantías violadas merecen ser reivindicadas, merecen ser defendidas. Pero entendamos el juego de fondo, entendamos que la lucha contra un régimen autoritario hegemónico es profundamente asimétrica, por tanto, exigirle al régimen determinado tipo de restitución de garantías les ofrece señales de aquellas que revisten mayor importancia estratégica para la oposición.

Esto es un problema complejo. Debe lucharse por muchas garantías simultáneamente, pero a la hora de hacer un diseño estratégico que nos aproxime a una transición a la democracia hay que operar con aquello que está a la mano y que es más factible. Los venezolanos en el extranjero merecen votar, ¿qué cree que va a hacer un régimen autoritario si usted le exige eso? Si la votación de venezolanos en el extranjero le ofrece a la oposición una mayoría holgada ¿qué cree que hará el régimen? ¿le va a facilitar la construcción de esa mayoría? Hay que tener un poco de racionalidad también. Yo puedo entender la aspiración legítima de que se restituya esa garantía violada, pero ¿qué cree que va a hacer el régimen?

De las cosas que ha mencionado que se tienen que trabajar ¿es necesario esperar a tener el candidato definido para lucharlas o se pueden ir buscando desde ya?

—Hay que pensar primero en los términos estratégicos. La estrategia de la adecuación de medios afines, cómo lograr crear condiciones adecuadas para aproximarnos a una redemocratización de Venezuela, esa es la pregunta de fondo: ¿Cómo?, ¿Con qué instrumentos?, ¿Con qué opciones estratégicas?, ¿Cómo organizamos a la sociedad y a la población?, ¿Cómo la incorporamos a la lucha? Esta lucha no solo depende del liderazgo de la oposición, de hecho, no solo depende del liderazgo que aspira a la redemocratización porque hay una parte del chavismo que también lo desea aunque no lo diga. Esa es la pregunta de fondo ¿Cómo estructurar un plan por escenarios?, un plan que contemple diversos cambios del entorno con el cual aproximarnos a la transición.

Todas las transiciones a la democracia arrancan con una libelarización política, una distención del régimen autoritario, típicamente comienza de esta manera, vemos que se liberan presos políticos, hay mayor flexibilidad del debate público, se pueden ejercitar un poco mejor las libertades de pensamiento y expresión, esto es lo que pasa cuando un régimen autoritario se liberaliza. El plan que se debe hacer es para mí la prioridad, los términos de un programa mínimo común de gobierno es una prioridad. Habría que recrear un conjunto de acuerdos sociales mucho más amplios y profundos que el Pacto de Punto Fijo, que fue un buen diseño para su momento, para su tiempo. Recordemos que la Venezuela de 1958 es una Venezuela poco diversificada en el sentido sociológico, esta es otra sociedad, evidentemente, no podemos pretender un pacto de élites que resuelva.

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