Recientemente estrenada, la película venezolana apuesta por un género que busca un público amplio con una historia de encuentro de mundos   

Caracas. La comedia en el cine venezolano es un género que hace casi 10 años descolló en la producción local con Papita, maní, tostón, hasta ahora el largometraje venezolano más visto en el país.

La chica del alquiler es una apuesta que busca esa dirección, la intención de ofrecer al público la posibilidad de distenderse con una historia amena y cercana, de esas que pueden resonar fácilmente por la cotidianidad del chiste a pesar de la penuria.

Dirigida por Carlos Caridad Montero, cuenta la historia de un escritor llamado Sebastián (Agustín Segnini), quien se enamora de Lorena (Patricia Schwarzgruber), pero el día de la boda, ella lo abandona.

Agobiado por todo, decide refugiarse en la casa que había alquilado para pasar la luna de miel. Es recibido por Valeria (Daniela Alvarado), quien regenta el lugar. Al verlo en crisis, ella decide hacer todo lo posible por aliviar la pena. Además, el protagonista es un tipo bastante cuadrado en sus maneras, de esos personajes llevados al extremo para contrastar de manera abismal con quien aparecerá más adelante para girar todo.

La chica del alquiler
La película apuesta por rostros conocidos de la televisión venezolana como gancho

Entonces, cuando ambos establecen una dinámica analgésica del despecho, Lorena decide aparecer también en la casa de playa, confiada en el que el otrora prometido estaría ahogando sus penas en otro lugar.

Así se acrecienta el conflicto en La chica del alquiler, película que cuenta con un guion escrito por Fernando Martínez y Daniel Alfonso Rojas, bajo la producción de Agustín Segnini.  

Una de las fortalezas del largometraje es la actuación de Daniela Alvarado, quien hace del personaje de clara calma que necesita el escritor en medio del revuelo por la repentina partida. Sabe muy bien cómo hilvanar las emociones que difieren con el dolido; en ese conocido papel de persona que sin superar límites, lleva al sujeto a un universo más liviano y dicharachero.   

Ahora bien, en el caso de Sebastián, cuesta enlazar con las respuestas a lo que le ocurre, pues si bien en ocasiones pueden resultar exageradamente inverosímiles, la interpretación no fortalece lo delineado en el papel. Hay un vacío en el proceso que desvincula de la credibilidad ante lo planteado.

La chica del alquiler
Daniela Alvarado luce cómoda en un papel que parece escrito para ella

El papel de Lorena tampoco ofrece una bandeja diversa ante lo que pasa en pantalla, mientras que los personajes de Luis Olavarrieta y Augusto Nitti son correctos en el acompañamiento de los principales.

Como se ha dicho en otras líneas, hay una clara alusión al universo de Pedro Almodóvar en una de las dosis de La chica del alquiler, así como reminiscencias de Mi novia Polly, la famosa comedia protagonizada por Ben Stiller y Jennifer Aniston.

La propuesta llega a las salas nacionales en momentos en los que los estrenos, especialmente los locales, se enfrentan a la baja asistencia de espectadores. Una comedia que apuesta por un público amplio, lejano a la escatología, puede ser interesante en la actual dinámica de consumo. Ahora bien, aunque la idea luce hilarante en planteamiento, se va desluciendo en una trama en la que dos de sus personajes principales van opacando intenciones, a la vez que calca correctamente lo que se sabe que ocurrirá antes de los créditos.

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