Prácticas de “jala pa’ tierra” y “la chica” amenazan ecosistema marino de la costa sucrense 

"la chica" y el "jala pa tierra

Las prácticas artesanales conocidas como “jala pa tierra” y “la chica”, cobran fuerza debido a la escasez de gasolina y altos costos de los enseres de pesca. Expertos aseguran que estas técnicas amenazan el desarrollo de la franja costera de Sucre.

Cumaná. Tras la eliminación de la pesca de arrastre y las dificultades en el acceso al combustible, así como los altos precios de los derivados como aceite de motor, entre otros argumentos; han incentivado en la franja costera del estado Sucre, el auge de otras artes de pesca que se asemejan a la práctica prohibida y estas consisten en arrastrar a tierra las redes, para sacar provecho de una determinada especie. Las prácticas en cuestión son llamadas por los pescadores como “la chica” y hala para tierra, conocido coloquialmente como “jala pa’ tierra”.

Sin embargo, en el trayecto y desarrollo de estos métodos, mueren cualquier cantidad de especies consideradas juveniles y alevines. 

“En el jala pa’ tierra en islas como Margarita y Cubagua, las embarcaciones tienen mayor calado, con motor a gasoil y el mismo se realiza desde las 4:00 am hasta las 11:00 am, para sacar especies como corocoro cabeza dura. El jala pa tierra consiste en primero tirar la red y cuando se ven los peces, otro tren va por fuera y empieza a halar hasta llegar a la orilla”, explicó Hediberto Rodríguez, presidente de la Asociación de Pescadores del municipio Cruz Salmerón Acosta.

Según Rodríguez, la práctica de “jalar pa’ tierra” siempre ha existido y es conocida como tren jurelero, que rinde provecho en temporadas como Semana Santa o entre los meses de abril y mayo, cuando grupos de pescadores se instalan desde las 6:00 am hasta las 6:00 pm., para precisar dónde se encuentran las especies y de esa manera, lanzar el tren.

Ciertamente, los pescadores van atraídos por una especie en particular, pero en la práctica se vienen otros peces y algunos mueren. Sin embargo, no se producen grandes daños como antes, cuando se arrastraban hasta 500 metros de la orilla. Ahora solo se llega a 150 o 200 metros”, dice.

Rodríguez sostiene que el panorama de la pesca cambió, por las fallas en el suministro regular de gasolina que afecta sobremanera a los pescadores quienes en la actualidad, deben pagar 20 dólares por el suministro de 120 litros de gasolina a quién le pueda facilitar su huella dactilar a través del sistema Patria y, además, pagar por el servicio en la estación ubicada en La Marina de Cumaná de lo contrario, no pueden surtir combustible.

A ello se le sumó el alto costo del aceite dos tiempos y la falta de fuerza en los embarcaciones, porque “hace un par de años, cada pescador tenía de cuatro a seis motores, pero ahora solo trabajan con uno o máximo dos” dijo.

Práctica agresiva 

La práctica conocida como “la chica” es más agresiva y requiere motores fuera de borda para su ejecución. Por ejemplo, para extraer cinco kilos de camarones, se pueden matar 20 kilos de peces pequeños.

Aunque esta modalidad fue prohibida tras la entrada en vigencia de la Ley de Pesca, específicamente en su Artículo 23, Rodríguez asegura que fue permitida en poblaciones como Taguapire (municipio Cruz Salmerón Acosta), entre los años 2008 y 2009. 

En Taguapire no se veían los trenes sardineros o jureleros y el camarón allá se podía perder, pero cuando hay veda, se llevan las embarcaciones (quedan aproximadamente 50 unidades en la entidad), a otras zonas como Los Cachicatos, La Angoleta, Laguna Chica, Salazar (municipio Cruz Salmerón Acosta) y al sur del Golfo de Cariaco como: San Antonio del Golfo (municipio Mejía), Marigüitar (Bolívar)”, precisó Rodríguez.

El kilo de camarón puede costar entre 8 y 11 dólares, y los pescadores pueden obtener en cada faena nocturna, de 20 a 30 kilos. 

El atractivo es tan grande que las embarcaciones realizan recorridos desde sectores como El Peñón hasta Los Bordones en Cumaná, y desde Caigüire en el municipio Sucre, hasta Punta Arenas en Cruz Salmerón Acosta, perjudicando los suelos y acabando los fondos marinos.

Descontrol y complicidad

Rodríguez alertó sobre la complicidad gubernamental porque los pescadores deben pagar con productos marinos para que se les permita faenar de noche y eso acarrea discordia en el gremio pesquero.

El biólogo Fernando Blanco, reconoció que tanto “la chica” como el “jala pa’ tierra”, tienen gran impacto.

Significa, como decimos coloquialmente, pan para hoy y hambre para mañana, aunque sabemos que con hambre se fríe cualquier cosa para comer en medio de la situación que atraviesa el país, pero eso no debe justificar estas prácticas”, aseveró. 

Señaló que el “jala pa’ tierra”, es un tipo de pesca de arrastre que utiliza una malla muy pequeña que está prohibida debido a que no deja crecer las especies y cuando la sacan mueren peces de todo tipo como: corocorito, rayaito, san pedro, cagalona, entre otros.

"la chica" y el "jala pa tierra
La práctica no tiene selección de captura como la pesca de arrastre y es peor porque se hace muy cerca de la costa. / Foto: Cortesía

Blanco lamentó que éstas viejas prácticas no sean normadas, ni se respeten las tallas de las especies.

“No hay seguimiento, evaluación o fiscalización a través de las instituciones competentes y los llamados Consejos Locales de Seguimiento para monitorear el tamaño de las especies tampoco hacen su trabajo, tal como ocurre con la sardina que pese a toda la regulación establecida, no se respeta”, dijo.

Al respecto, el ingeniero pesquero Luis Guilarte, sostiene que el daño causado a la biomasa por las dos modalidades es evidente.

En la chica utilizan dos botes que tienen un saco parecido al de la red de arrastre con un copo que se ata a la red, van mar adentro por un trecho largo, hasta que consideran que está pesado y tiene la producción deseada para llevarlo a la orilla, donde lo descargan. Mientras que el “jala pa’ tierra” es la red de pesca llevada por varios pescadores, cercan las especies y las halan hasta la costa, donde se interrumpe el desarrollo de especies juveniles y alevines”, explicó.

Guilarte reconoció que la práctica no tiene selección de captura como la pesca de arrastre y es peor, porque se hace en la costa y es aprovechada para la extracción de camarones, calamares y pulpos, pero advirtió que en la costa es también el lugar donde se reproducen las especies ícticas (nativas) así como moluscos y crustáceos, además que los peces pequeños son botados. 

El biólogo fue enfático al ratificar que ambas prácticas no deberían permitirse porque son costaneras y dañan el ecosistema marino, mientras la biomasa que se revende en mercados es de baja talla.

Lamentablemente, se observa que los cuerpos de seguridad tratan de castigar al carretillero, bicicletero o vendedor ambulante de pescado, pero en realidad deben supervisar, evaluar y fiscalizar esas prácticas durante la faena”, señaló.

El experto reconoció que los cuerpos de seguridad e instituciones competentes como el Instituto Socialista de Pesca (Insopesca), requiere de capacidad para controlar y “muestrear” la captura durante la faena costera, pero los funcionarios no cuentan con vehículos, embarcaciones y tampoco cumplen los horarios de faena de los pescadores, para controlar las irregularidades.

“El estado debe implementar una estrategia capaz de controlar la pesca indiscriminada a través de recursos suficientes para hacer el muestreo requerido”,  añadió.


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