“La figura de mujer fuerte que lleva la casa es una excusa para evadir la incomodidad del machismo en Venezuela”

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Estereotipos como la madre, la cuidadora del hogar o la miss han sentado las bases en la sociedad para que se normalice y se reproduzca la violencia contra las mujeres. Desde hace más de dos semanas la discusión se mantiene en el país, afianzada en el movimiento #YoTeCreo, tras las múltiples denuncias de abusos, acoso y violencia sexual.

Caracas. La crisis institucional de Venezuela, las protestas antigubernamentales de los últimos años, las fallas recurrentes de los servicios públicos, como el gran apagón de marzo de 2019 que dejó a la nación a oscuras por unas 100 horas, han llevado a repetir que el país no está listo para conversar sobre otros temas. Sin embargo, desde mediados de abril aparecen en redes sociales más y más testimonios de mujeres relatando el acoso y abuso sexual que han experimentado a lo largo de sus vidas, lo que levantó el silencio que existe alrededor de un problema estructural como el de la violencia de género. 

La idea de que todas las mujeres aspiran a ser madres, que estas “mandan” en la casa o que el país sea reconocido mundialmente por los concursos de belleza dejan estereotipos profundamente marcados en la sociedad. Para la cofundadora y directora de contenidos digitales de El Bus TV Claudia Lizardo lo anterior son “falacias y excusas que se han creado para evadir la incomodidad de reconocer el machismo en Venezuela”. Además, dice que estos arquetipos sobre lo que “debe ser la mujer venezolana” son reproducidos en los medios de comunicación masivos y sientan las bases de la desigualdad entre hombres y mujeres. 

Lizardo, quien vive hoy en México y trabaja para Documental Ambulante A. C., una organización sin fines de lucro dedicada a difundir cine documental, no titubea al responder que Venezuela es un país machista y apunta que es en medios de comunicación masivos, como la televisión, las novelas o los contenidos humorísticos, donde se reproducen estereotipos sobre “qué es la mujer” y permean en la sociedad.

“Casi siempre se reduce la mujer a un espacio doméstico, se le presenta como la cuaima, que no es aliada de otra mujer, por eso hay que redescubrir otras narrativas para combatir esa violencia que se gesta desde ahí. Esta no es una narrativa solamente instaurada en los hombres, las mismas mujeres de manera inconsciente han fortalecido esos estereotipos que no solo son de Venezuela, sino también muy latinoamericanos”, dice en entrevista a Crónica.Uno

La socióloga Lissette González considera que esto empieza en casa, no necesariamente porque haya violencia de género en el hogar. “No hace falta que sea una familia maltratadora. Es un tema de cómo se percibe la mujer, generalmente se concibe como una persona que debe ser sumisa, que no es autónoma y que debe obedecer a la pareja. Ahí estamos sentando las bases de abuso, maltrato, etcétera, porque está profundamente metido en la cultura y en la mayoría de las culturas en el mundo”, explica.

Otro estereotipo es el de los cuidados, donde se asume que las mujeres están obligadas a encargarse del hogar y de los hijos. Para González “esa relación de desigualdad entre hombres y mujeres propicia un clima donde diversas formas de violencia son posibles”: “Lo que se plantea es una relación asimétrica entre hombres y mujeres, que establece roles muy claros para las mujeres y todo lo que se aleje de ese ideal se entiende como una amenaza, por ejemplo, una mujer exitosa en el mundo laboral o que tenga liderazgo político”. 

La Organización Mundial de la Salud advierte que la pandemia de COVID-19 ha exacerbado las violencias contra la mujer. Medidas como el confinamiento para prevenir los contagios repercuten en los medios de vida y en el acceso a los servicios. “Probablemente aumenten los riesgos de las mujeres y las niñas que sufren violencia. A modo de ejemplo se podrían señalar las tensiones de carácter sanitario y económico existentes en el hogar que incluyen la pérdida de ingresos o del medio de vida de las mujeres, un acceso limitado a los servicios básicos y la imposibilidad de huir de una situación de maltrato”, se lee en un informe elaborado junto con ONU Mujeres publicado en abril del año pasado. 

Claudia Lizardo, quien ha trabajado temas de violencia de género en formato de documentales, considera que existe una forma distorsionada en el país para entender lo que es el poder y la autonomía de las mujeres. Por ejemplo, si hay más mujeres como jefas de hogar en Venezuela, dice que habría que preguntarse las razones estructurales que las pusieron allí. “¿Qué es ser jefe, cuáles son los medios con los que ellas cuentan? Habría que revisar si es una fantasía de autonomía, pero esto no significa una emancipación real”, dice. Para ella repetir frases como que “las mujeres mandan en el hogar” es una falacia revestida de formas “para sentirnos bien”. “Son excusas y argumentos para evadir la incomodidad del machismo en Venezuela”, apunta. 

La abogada Milagros Urbano, actualmente residenciada en Colombia, comenzó a entender que su país era machista luego de emigrar. Recuerda que en 2018 los medios colombianos compartían a menudo el papel de las mujeres en el acuerdo de paz no solo como promotoras, sino también como sobrevivientes de la violencia sexual por parte del ejército y de la guerrilla. Algo similar le ocurrió a Lizardo, quien cuenta que fue en su trabajo con Ambulante que comprendió la violencia estructural hacia las mujeres en México y en Venezuela. Ambas han obtenido más herramientas e información a partir de la experiencia de vivir en otros países. Para Lizardo el tema en Venezuela estaba en un segundo plano. 

He experimentado en México menos acoso en la calle, pero aquí me siento con más miedo de un ataque con relación al género. Aquí hay algo que se percibe de misoginia, indica la compositora Claudia Lizardo.

Por ejemplo, Milagros Urbano dice que en Venezuela hay mucha más presión sobre la apariencia de las mujeres y que incluso es un rasgo que se destaca como “admiro a la mujer venezolana porque a pesar de la crisis se ve bien”. Para ella esto ha sido reforzado en los concursos de belleza y en la publicidad y las empresas que insisten en mostrar a mujeres en bikini al promocionar un producto y se resisten a explorar otras formas de comunicar.

Haber emigrado a Colombia es lo que más me ha hecho darme cuenta de cómo el Miss Venezuela ha hecho daño, no sé si lo habría notado de no haber emigrado. En Colombia también hay concursos, pero la devoción es menor. Aquí me ha pasado que identifican a la mujer venezolana con prostituta o con miss. Por ejemplo, las empresas cerveceras venezolanas no creo que se atreverían a sacar un calendario de mujeres en bikini en Colombia para promocionar su producto, porque aquí ese estereotipo ha cambiado. A diferencia de Venezuela, que hay empresas que no cambian su estrategia de marketing de mujeres en bikini y cuando se les pide que lo hagan se ofenden, tienen una imagen sumamente distorsionada de lo que es la mujer”, expresa Urbano, quien posee Diplomado en Equidad de Género por la Universidad de Los Andes.

En Venezuela me sentía más insegura y tenía más miedo que aquí en Colombia. El hombre allá te dice más cosas en la calle, dice la abogada Milagros Urbano.

Claudia Lizardo, por su parte, se pregunta si con el deterioro de las instituciones en el país, incluso las culturales, el estereotipo de la mujer miss sigue siendo igual de marcado o si se ha sustituido por otro, y cita a mujeres como Diosa Canales o Rosita, cuya imagen es difundida por algunos medios desde una mirada hipersexualizada, algo que también pasa con las deportistas como Deyna Castellanos, de la que destacan sus rasgos físicos y no los profesionales. Por ello,  Milagros Urbano y Lizardo coinciden en que el rol de los medios es fundamental para incluir una perspectiva de género y dejar de reforzar estereotipos alrededor de las mujeres.

Denuncias contra músicos 

Las múltiples denuncias de abuso y acoso sexual hicieron que surgiera el movimiento #YoTeCreoVenezuela en el que las mujeres han encontrado apoyo, pero sobre todo han logrado que la discusión sobre la violencia contra las mujeres no pare. En apenas ocho días la plataforma Yo Te Creo Venezuela registró 565 denuncias, de las cuales 86 personas pidieron ayuda psicológica. 

Entre los señalados está el músico Alejandro Sojo exvocalista de la banda Los Colores. Claudia Lizardo, quien es compositora de La Pequeña Revancha, recuerda que en su caso el ser la hija de un músico, Petete Lizardo, de alguna forma la protegió de contarse hoy entre las víctimas. “Estuve relativamente protegida de todo eso, creo que por privilegio y por suerte”, dice. 

Claudia describe haber estado bajo el amparo de dos hombres que eran autoridad en la música, como Petete Lizardo y Juan Olmedillo: “Más allá de mis capacidades eso hizo que el proyecto avanzara”. Además, recuerda que al año de comenzar La Pequeña Revancha su papá desapareció de la escena musical porque sufrió un ACV: “Si hubiésemos coincidido más quién sabe qué hubiese pasado, pero tuve el espacio de ser yo”.

La voz de Lizardo cambia y reflexiona, porque hoy todavía se pregunta: “Cuál es mi voz. Eso fue una plataforma y me ayudó, pero a nivel personal me he preguntado qué es lo que estoy queriendo decir y qué quiero hacer. No sé lo que es estar en la música sin la compañía de un hombre, y eso lo quiero tratar de entender, incluso lo técnico lo quiero aprender”.

No hay programas con perspectiva de género

La última Encuesta Sobre Condiciones de Vida revela que el país está rezagado con respecto a la región. Casi todos los indicadores reflejan un aumento en la desigualdad. Por ejemplo, 4 de cada 10 mujeres participan en la fuerza laboral, mientras que por el lado de los hombres es 7 de cada 10. Para la socióloga Lissette González, si hace 20 años el país fue puntero en políticas públicas con visión de género, hoy estos programas están abandonados. En ese sentido, recuerda el programa Hogares de Cuidado Diario que impulsaba la ex primera dama Blanca Rodríguez de Pérez en los años setenta.

“Ese programa se mantuvo por décadas y se masificó en el año 1989. Luego con la llegada del gobierno de Hugo Chávez, como estaba tan asociado a la figura de los adecos, se le cambió el nombre y se transformó a Simoncitos. Tiendo a pensar que si en el 91 teníamos 351.000 niños en el programa, no creo que hoy tengamos alguno. Hogares de Cuidado Diario fue pionero en el modelo de política pública y replicado en otros países de la región y lo abandonamos”

Hogares de Cuidado Diario organizaba guarderías en zonas populares administradas por madres cuidadoras de cada comunidad. El gobierno se encargaba de la remuneración, los recursos y alimentos necesarios para atender a los niños que cuidaban. Esto les brindaba a las mujeres la posibilidad de tener un trabajo formal.

Para la especialista el gobierno de Chávez y ahora el de Maduro desarrollan políticas que no están orientadas a facilitar que las mujeres trabajen. Por el contrario, buscan fortalecer a la mujer como madre y en la casa. “Las políticas no están centradas en la mujer como trabajadora, estudiante o universitaria”, dice.

Si no hay guarderías públicas y accesibles, las mujeres no tienen posibilidad de trabajar fuera de casa. Afecta la ausencia de políticas de cuidado, afirma la socióloga Lissette González.

Qué pasa ahora

Las denuncias se hacen más visibles y despiertan la reflexión de hombres y mujeres. Por un lado, algunos se preguntan si han ejercido algún tipo de violencia y, por el otro, si alguna vez las sufrieron. Para Claudia Lizardo el movimiento #YoTeCreo era necesario: “La sociedad civil está haciendo lo que tiene que hacer ahora mismo. Esto es una purga y las purgas nunca son agradables. Ahora es necesario revisar la historia y las narrativas ancladas en la cultura”. La compositora dice que fueron dos semanas intensas de usar las redes sociales porque es lo que las víctimas tienen como plataforma.

Creo que ya se ganó solo con hablar del tema, y no podemos dejar de hablar de esto más nunca. Que constantemente estemos pensando qué hice yo, que una cantidad de hombres se pregunten qué hice yo, me parece valiosísimo; la clave es continuarlo, indica Lizardo.

“Creo que toca asesorarse y aprovechar el rigor de las ONG. Acudir a organizaciones como Avesa, que llevan años acompañando y trabajando en estos temas. Cuando en un país hay un Estado criminal lo que toca es ir a las ONG y fortalecer las estrategias. Esto avanzará una vez más y, como siempre, desde la misma ciudadanía. Toca pasar del grito. El grito es necesario, pero creo que tiene que haber una consecución”, apunta la compositora.

La abogada Milagros Urbano considera que el movimiento #YoTeCreo en algún momento va a trascender a gente que no usa Twitter. Por otro lado, se muestra pesimista sobre la actuación del gobierno o de la oposición en cuanto a estos casos: “En una Venezuela poschavista puedo vislumbrar más oscurantismo, porque en la oposición hay un sector conservador. Hasta ahora no hay algún partido feminista, ni siquiera esto es discutido en la oposición. En el fondo, ningún partido tiene dentro de sus políticas una perspectiva de género”.

Para Lissette González el Estado es responsable de atender estas denuncias y lo primero que debería hacer es aplicar la Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, aprobada en Venezuela en el año 2007: “Ahí están establecidas las acciones de prevención, pero la verdad es que el Estado no investiga estas denuncias, no les hacen caso. Lo primero sería aplicar esa ley y medidas de protección a las víctimas, favorecer las autonomía de las víctimas”.

La abogada Milagros Urbano advierte que incluso en los países con sistemas de justicia robustos estos les fallan a las víctimas de violencia de género y en algunos casos las revictimizan al no creerles, al hacer que repitan lo que sufrieron una y otra vez o culparlas.

“En un contexto autoritario como el de Venezuela no es raro que capitalicen esto para dañar a la gente que les estorba, pero las fallas del sistema van más allá. Incluso en Estados Unidos a partir de este movimiento, el Me too, el sistema ha fallado y está diseñado para revictimizar porque son sistemas machistas. Los delitos en contra de las mujeres no son tan urgentes para la sociedad, por eso movimientos como #YoTeCreo son tan importantes”.


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