Este 25 de abril se conmemora el Día de la Malaria. Existe una estrategia técnica mundial contra esta enfermedad por parte de la OMS, que se propone reducirla en al menos 40 % para 2020. En el país en 2018 hubo más de un millón de casos, cifra que no ha sido notificada de manera oficial.

Caracas. La estrategia técnica mundial contra la malaria 2016-2030 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se propone reducir los casos de paludismo y las muertes causadas por la enfermedad en al menos 40 % para el año 2020. En Venezuela ese objetivo está en un letargo profundo.

En 2017 se calculó que hubo 219 millones de casos de paludismo en todo el mundo. Los datos del período que va de 2015 a 2017 permiten concluir que no se lograron avances significativos en la reducción del número de casos en ese lapso. En el país, de acuerdo con estimaciones divulgadas por exministros de Sanidad venezolanos en una carta abierta presentada en el Foro Malaria en las Américas (noviembre de 2017), se calcula que ocurrió, en 16 años, un aumento de 709 % del número de casos de malaria en relación con el año 2000.

En 2017, data oficial no divulgada indica que hasta la semana epidemiológica N° 26 (hasta el 1° de julio) la incidencia aumentó 63,1 % (184.225 casos) al compararse con el período homólogo del 2016.

Para la semana epidemiológica 42 de 2017 (correspondiente al 21 de octubre) el Ministerio de Salud recogió la alarmante cifra de 319.765 casos de malaria, un nuevo récord, pues representa la más alta en la historia del país desde que se inició el registro de casos. La cifra revela que ocurrió un aumento de 68,48 % en el número de casos en apenas un año, si se compara con el período homólogo de 2016 (189.785 casos semana 42 de 2016). El incremento fue de 817 % en 10 años (34.888 casos, semana 42 de 2007).

En 2018 la situación es aún más cruda. La data levantada por ONG que agrupan a médicos e investigadores da cuenta de 617.000 casos. Otros estudiosos hablan de más de un millón, si se suman las recaídas de los pacientes. En Bolívar, una de las nueve entidades con casos autóctonos, reportan pacientes que han tenido la enfermedad hasta ocho veces.

Historia sin fin

La Sociedad Venezolana de Salud Pública y la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, de la cual forman parte los médicos José Félix Oletta, Ana Carvajal, Carlos Walter, Oswaldo Godoy, Saúl Peña y Andrés Barreto, recuerdan que el país ha tenido una larga historia de combate efectivo y ejemplar en contra de las enfermedades transmitidas por vectores.

Explican que en el siglo XX se produjeron respuestas altamente satisfactorias contra la malaria, que fueron modelos emulados por organizaciones internacionales de salud y otros países en varios continentes.

Particularmente, en la lucha y control de los vectores que transmiten la enfermedad, los resultados exitosos de las campañas contra la malaria mantenidas durante varias décadas del siglo XX permitieron eliminar la transmisión continua de la enfermedad en un área superior a 460.397 Km2 del territorio nacional. Citan al doctor Arnaldo Gabaldón, por la experiencia ganada y las lecciones aprendidas en el combate de la enfermedad, que permitieron enfocarse, a partir de los años 60 del siglo XX, en el control del mal de Chagas.

Sin embargo —señalan los investigadores— el abandono de las campañas sanitarias para el control de vectores, la resistencia creciente de los mosquitos a los insecticidas, los cambios en la biología de los agentes causales, la dificultad y lentitud para desarrollar vacunas efectivas —algo que ha ocurrido en el caso del dengue y la malaria— la resistencia a los agentes antimaláricos, la reducción de la inversión financiera para el control de las enfermedades de este tipo y la subestimación de ellas como problema de salud pública, han llevado a que disminuyera su importancia en la agenda de políticas sanitarias, y en las estrategias y programas de salud. Esto trajo como consecuencia que se redujera la asignación de los recursos financieros, técnicos y humanos que se dedicaban a su control y se hayan incumplido los acuerdos regionales para la lucha contra estas enfermedades.

Los investigadores advirtieron en varias oportunidades la escasa inversión de recursos que con este fin eran asignados y aprobados para el MPPS en las leyes de Presupuesto Ordinario de la Nación. La malaria alcanzó en 2013 cifras récord de incidencia de casos (76.621) y una tasa de 281,4 por cada 100.000 habitantes, de las peores desde que se llevan registros epidemiológicos de la enfermedad. En comparación con el año 2012 hubo 50,1 % de aumento. La Incidencia Parasitaria Anual (IPA) fue de 12,9 por cada 1000 habitantes.

Durante 2013 la epidemia se focalizó en el estado Bolívar, principalmente en el municipio Sifontes, y estuvo vinculada con factores ecológicos, geográficos, climáticos y biológicos de difícil control. Destacan sobre todo la migración sin límite de miles de mineros ilegales provenientes de todos los estados del país y países vecinos, que se expusieron al riesgo de adquirir la enfermedad, la cual tiene una elevadísima endemicidad en la zona minera.

“Preocupa adicionalmente, que en la última década ha aumentado significativamente el porcentaje de casos producidos por Plasmodium falciparum y se ha multiplicado el número de casos de infecciones mixtas por Plamodium vivax y Plamodium falciparum, por lo que puede esperarse un aumento del número casos graves y de muertes, así como los casos con aumento de resistencia al tratamiento”, había advertido el médico José Félix Oletta en 2013.

¿Qué hacer?

La malaria es una enfermedad parasitaria transmitida a través de la picadura de mosquitos Anopheles hembra. Según el informe Mundial sobre la Malaria 2018 de la OMS, es prevenible y tratable, pero se estima que, por su causa, 435.000 personas murieron en todo el mundo en 2017. África representa 92 % de todos los casos.

En Venezuela ha dejado de tener un comportamiento epidémico y se ha focalizado en áreas meridionales (especialmente de Bolívar y Amazonas) para avanzar con un patrón de reintroducción a extensas áreas del país, vecinas o no al estado Bolívar, de las que fue erradicada y que hasta ahora ofrecían un bajo o moderado riesgo de transmisión.

La Sociedad Venezolana de Salud Pública y la Red Defendamos la Epidemiología Nacional proponen lo siguiente:

  1. Las medidas de vigilancia epidemiológica y control de la transmisión de esta enfermedad, y otras transmitidas por vectores, deben ser activadas y fortalecidas inmediatamente en todo el país.
  2. Debe aumentarse el nivel de sospecha clínico-epidemiológica de malaria, en presencia de casos de fiebre, otros síntomas y hallazgos de la enfermedad, aún sin el antecedente epidemiológico de viajes a zonas consideradas tradicionalmente endémicas.
  3. Deben reforzarse las medidas de control del foco epidémico meridional de malaria, especialmente en el municipio Sifontes del estado Bolívar, para reducir el riesgo de expansión de la enfermedad.
  4. Debe evaluarse con urgencia la efectividad y los resultados del plan especial de tratamiento único masivo iniciado en el mes de agosto de 2013.
  5. Deben tomarse en consideración las recomendaciones elaboradas por la Red Defendamos la Epidemiología en abril de 2010.
  6. Deben hacerse los preparativos para fortalecer en todo el país la vigilancia epidemiológica y el control del dengue y la fiebre Chikungunya. Asimismo, para la fiebre del Oeste del Nilo.
  7. Aumentar la concienciación sobre la amenaza que suponen los vectores y las enfermedades vectoriales, y animar a las familias y a las comunidades a que adopten medidas de protección. Un elemento básico de la campaña será la difusión de información en las comunidades. Como las enfermedades vectoriales empiezan a sobrepasar sus fronteras tradicionales, es necesario que las medidas se amplíen más allá de los países en los que actualmente medran estas enfermedades.
  8. Lograr que las familias residentes en zonas donde no hay transmisión vectorial sepan cómo protegerse cuando viajan a lugares en los que estas suponen una amenaza para la salud; que los ministerios de salud de los países en los que las enfermedades vectoriales constituyen un problema de salud pública tomen medidas para mejorar la protección de su población; y que las autoridades sanitarias de los países en los que las enfermedades vectoriales empiezan a ser una amenaza colaboren con otras autoridades pertinentes, entre ellas las encargadas del ambiente, tanto nacionales como de los países vecinos, para mejorar la vigilancia integrada de los vectores y adoptar medidas que eviten su proliferación.

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