Este barrio, famoso por la visita que hiciera el fallecido presidente Hugo Chávez en 2010, está sumido en las ruinas y el abandono. Hoy día quedan familias esperando que se materialice la orden de desalojo.
Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento
Caracas. Las lluvias que están por venir en estos momentos no preocupan a los habitantes de La Pedrera, parte alta de la parroquia Antímano.
La mayoría en el barrio dijo, encogiendo los hombros, que eso es algo normal. “Cuando lleguen ya veremos. Ahora lo puntual es que no tenemos comida”, señaló Fidelina Hernández.
Promesa incumplida
El sector La Pedrera está carcomido por el abandono y la desidia. En 2010 el fallecido presidente, Hugo Chávez, visitó la zona trajeado de campaña y con un altavoz les pidió a todos que salieran.
Prácticamente fue una orden, un dictamen, que hoy en día reposa en las gavetas de algún funcionario público, pues el barrio continúa (con viejos moradores y con nuevos invasores), con los mismos problemas de deslizamientos y con deficiencia en los servicios públicos.
En 2010 había una data cercana a las 6.000 familias afectadas por los derrumbes, directa o indirectamente. Desde el Primer Plan hasta el Séptimo, en la frontera con la carretera hacia El Junquito, se notaba la miseria.
Era evidente el colapso de vías, principalmente en el Tercer y Segundo Plan. Por todos lados se observaban cañerías rotas por los movimientos de tierra, y casas a un tris del desplome.
Casi seis años luego de esa visita gubernamental, lo que se observa en La Pedrera es algo similar a una zona donde acaba de ocurrir un terremoto.
Cuadras enteras de casas derribadas y sectores de tierra, en los que hay uno o dos ranchos en medio de montañas de escombros. La soledad es algo que se ve en cada curva, en las esquinas y hasta en las ventanas de las casas aún en pie.
“Aquí no vino nunca más nadie. Hace seis meses que no se ve un desalojo más. Creo que van a dejar esto así, y ya no quiero que me saquen”, dijo Fidela Hernández.
Hernández vive en el Séptimo Plan. Para llegar a su casa no hay transporte público, el jeep la deja a dos cuadras prácticamente. De allí se empina un camino de tierra, monte y sin alumbrado público.
“Aquí uno vive cada vez más pobre y pendiente para que los malandros no se metan en el rancho. A mí me censaron y esperé reubicación y nada de eso se cumplió. Me imagino cómo estarán esas personas a las que les tumbaron las casas y aún están metidas en refugios”, contó.
Zona de riesgo
Lo cierto del caso es que la única vía que recorre los planes tiene desniveles y hundimientos. Las quebradas están repletas de basura y hay pedazos de montañas que requieren muros de contención.
Lo otro que abunda cerro arriba son los vertederos de desechos incontrolados, a los que los vecinos le prenden candela de vez en cuando para evitar el mal olor y la proliferación de alimañas.
Las grietas y la separación de las casas de suelo son otros de los problemas constantes en el sector, así como la falta de drenajes formales, y del agua que les llega cada 15 o 30 días.
“Aquí nos sentimos abandonados, hace a tiempo que por aquí no pasa un funcionario. La quebrada es un peligro. Uno tiene que pasar cuando está escampado, cuando llueve fuerte nos quedamos atrapados”, señaló Antonia Guaramato.
De cara a la temporada de lluvias a iniciarse, según los pronósticos del Inameh, a finales de junio de este año, los vecinos manifestaron que ni los bomberos ni Protección Civil se han dado una paseadita por los planes, en donde las casas conservan en sus fachadas los números rojos colocados por el Instituto Municipal de Gestión de Riesgos y Administración de Desastres Imgrad), y llamados anónimos que le hacen el presidente de la República Nicolás Maduro.
Fotos: Cheché Díaz
Infografía: Charlie Barrera
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