La tuberculosis se instaló en cárceles y calabozos y el Estado proporciona escaso tratamiento

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Una Ventana a la Libertad registró que 183 reclusos padecen tuberculosis en 60 calabozos de Caracas, Miranda y Vargas. Mientras que el Observatorio Venezolano de Prisiones documentó que 74 reclusos murieron por esta enfermedad y 25 de ellos por coinfección con tuberculosis y VIH.

Caracas. Sin agua y hacinados. Sin ventilación y con pocos tratamientos disponibles. Sin diagnóstico adecuado. Esta es la realidad de los privados de libertad que padecen tuberculosis en los centros de detención preventiva y en las cárceles de Venezuela.

Al menos 183 privados de libertad tienen esta enfermedad en los calabozos de Caracas, Miranda y Vargas. Una Ventana a la Libertad monitoreó 60 centros de detención, entre mayo y septiembre de 2020, y en este período registraron que ocho reclusos murieron a causa de tuberculosis, en las celdas ubicadas en el área metropolitana.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la tuberculosis es ocasionada por una bacteria y se transmite por el aire, de persona a persona, y es una de las 10 causas de mortalidad en el mundo. El Observatorio Venezolano de Salud destacó que el aumento es altamente significativo y además no hay cifras oficiales desde el boletín de 2016.

Yolanda* tiene a su hijo en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), en Boleíta, donde contrajo tuberculosis. Hace un año hizo una lista de cuántos reclusos tenían la enfermedad, porque no todos tienen un tratamiento continuo. Ella ha debido ir a varias sedes de la Sanidad para obtener los medicamentos, que no puede darle por el tiempo indicado debido a la escasez.

El tratamiento es suministrado por la Sanidad, dependencia del Ministerio para la Salud y Una Ventana a la Libertad constató, a través de los familiares, que no tiene. Durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, los parientes han tenido más dificultades que antes para obtener el tratamiento, la escasez de gasolina y de unidades de transporte público incrementaron estos obstáculos.

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La PNB de Boleíta es uno de los calabozos con más hacinamiento de Caracas. Foto: Tairy Gamboa

Antes de la pandemia 30 reclusos recibieron tratamiento para la tuberculosis, pero después ha sido difícil. Eva contó a Una Ventana a la Libertad que fue a los distritos sanitarios de San Martín y La Urbina y solo encontró los medicamentos para una semana. En junio la organización constató a través de los parientes que 5 % de los detenidos recibieron atención de salud.

En los calabozos de Valles del Tuy, estado Miranda, una madre contó a Una Ventana a la Libertad que intenta obtener un beneficio de casa por cárcel para que su hijo pueda cumplir con el tratamiento.Los tratan como animales. En ese centro de detención es imposible que cumpla con su tratamiento, es antihigiénico y complicó su cuadro. Temo por su vida en medio de estas condiciones.

Los centros de detención preventiva son espacios para albergar a detenidos por máximo 72 horas, sin embargo, hay reclusos que tienen entre uno y hasta cuatros años ahí. Además la infraestructura no es la apropiada para mantener a tantas personas, en la gran mayoría no hay baños, no hay agua, nos les dan comida, no hay ventilación ni entra la luz solar.

Sus familiares deben ir diariamente a entregarles alimentos, agua, artículos de higiene personal y ropa limpia. Crónica.Uno ha conocido testimonios de parientes que viven muy lejos de los calabozos policiales y no siempre pueden viajar, por esta razón los detenidos no comen frecuentemente, a menos de que sus compañeros compartan la comida.

Familiares viajan desde con ropa, agua y comida para entregarle a los detenidos. Foto: Tairy Gamboa

Según la investigación de Una Ventana a la Libertad en 60 centros (Caracas, Miranda y Vargas) hay una población de 5218 detenidos y la capacidad es para albergar a 2180 personas, el hacinamiento es de 239,40 %. 

La desnutrición es otro de los graves problemas que se suma a los pacientes con tuberculosis. La ONG registró que 558 reclusos tienen desnutrición y 10 tienen el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

En los calabozos de Guarenas, Guatire y Barlovento, en el estado Miranda, Una Ventana a la Libertad registró que 18 reclusos tienen tuberculosis. Los detenidos fueron aislados del resto de la población, pero no tienen tratamiento médico ni los cuidados mínimos requeridos, como una buena alimentación, exposición al sol diariamente y antibióticos por largos períodos. 

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En los calabozos no hay suficiente entrada de luz solar para los reclusos. Foto: Miguel González

El artículo 6 del Código Orgánico Penitenciario establece que el Estado tiene la obligación de velar que los centros de detención cuenten con las condiciones mínimas para garantizar el respeto a los Derechos Humanos de los presos, entre ellos el derecho a la salud. Sin embargo, la mayoría de los enfermos no reciben chequeo médico ni atención de salud, según lo descrito por las ONG.

VIH y tuberculosis también en cárceles

De acuerdo con la investigación del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) las cárceles se convirtieron en reservorios para la bacteria que causa la tuberculosis. Desde 2019 esta es una de las principales causas de muerte en los privados de libertad, al igual que la desnutrición, a diferencia de años anteriores en los cuales la violencia tomaba el protagonismo.

La tuberculosis es un indicador de la salud, es la pandemia de la pobreza, y está íntimamente relacionada con las condiciones de vida y de salud de un país, explicó Santiago Bacci, médico internista e infectólogo, durante la presentación del informe El VIH y la tuberculosis en las cárceles venezolanas, del OVP. 

La organización hizo una investigación entre octubre de 2019 y abril de 2020 y registraron que 55 reclusos fallecieron en los recintos penitenciarios y 40 fueron por problemas de salud. Mientras que en los calabozos murieron 61 privados de libertad, de los cuales 28 fueron por enfermedades. 

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Foto: Miguel González/ Archivo

Bacci explicó que el VIH es el factor de riesgo inmunosupresor más potente para desarrollar la enfermedad de tuberculosis, porque debilita al sistema inmunitario haciéndolo más propenso para el alojamiento de microorganismos. 

Los reclusos que también padecen VIH no reciben antirretrovirales con frecuencia, aunado a que tampoco tienen el tratamiento para tratar la bacteria. No hay suficientes médicos en las cárceles y no se detecta a tiempo este tipo de enfermedades.

En Lara 13 privados de libertad murieron por tuberculosis durante el período de la muestra (octubre 2019-abril 2020). De 116 reclusos enfermos, 74 fallecieron por tuberculosis y 25 de ellos por coinfección con tuberculosis y VIH. De los 74 que murieron solo 18 recibieron tratamiento, la mayoría no recibió tratamiento.

El Estado ha dejado a un lado enfermedades como la tuberculosis, que a principios de la década anterior se encontraba estable. Bacci explicó que en 2019 se conocieron 11.000 casos de tuberculosis, lo que representó un aumento considerable luego de que en 2018 se registraran 6000 casos.

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Crónica Uno visitó calabozos de Miranda Foto: Miguel González

Las investigaciones del médico infectólogo indican que la tasa en Venezuela llegará a 70 casos por cada 100.000 habitantes según las estimaciones para 2021. La tasa se mantuvo estable hasta 2015 que comenzó a subir, para entonces era de 30 casos por cada 100.000 habitantes

Una Ventana a la Libertad registró 10 detenidos con VIH en los 60 calabozos que investigaron en Distrito Capital, Miranda y Vargas durante mayo y septiembre de 2020. Ocho están en centros de detención preventiva de Vargas, uno en Caracas y uno en Miranda.


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