Conductores afirman que, aun con tarifas mínimas de entre $3 y $5, no le ven casi ganancia a su oficio porque son pocas las carreras que logran hacer. En Caracas, con suerte, concretan entre dos y tres viajes, pues buena parte de población no tiene cómo costear el servicio.

Caracas. “Ya dedicarse a esto es como jugarse la lotería, es una ruleta”, cuenta Luis Villalobos, quien con 21 años trabajando como taxista en una línea ubicada en Sabana Grande ha sido testigo del declive de su oficio en el país, hundido en más de siete años consecutivos de recesión económica y con los salarios más bajos de la región.

Si bien la dolarización, el auge de la informalidad y la aparición de nuevos comercios y franquicias puede dar a entender cierta recuperación en los bolsillos de los venezolanos, Luis afirma que en la calle no es mucho lo que ha cambiado. Calcula que, en su caso, la cantidad de carreras que realiza cayó 90 % respecto a hace diez años: “La gente antes pedía más taxis”.

El flujo de clientes ha impactado directamente en su bolsillo y los de sus colegas. En menos de una década, la línea ubicada en la avenida Casanova, a la altura del centro comercial El Recreo, se ha reducido en 75 %, bien sea porque los taxistas migraron o vendieron sus vehículos por la crisis.

líneas de taxis
Foto: Alberto Torres

La falta de clientes es tal que, para que todos los miembros puedan conseguir algo de dinero al día, se dividen en grupos de mañana, tarde y noche, y es la misma estrategia que aplican otras líneas de taxis consultadas por Crónica.Uno.

Nosotros trabajamos con tres grupos de cinco carros, a un grupo le toca guardia ciertos días y a los otros los demás, porque si trabajamos todos, no gana ninguno, cuenta Juan Jiménez, conductor de una línea de Chacaíto en la que ya tienen más de un año bajo esa modalidad.

Jiménez, con 23 años trabajando en esa asociación de conductores, señala que “con suerte” cada uno puede hacer entre dos y tres carreras por semana, situación que no necesariamente implica que se obtenga la misma cantidad de dinero, pues “a veces la necesidad hace que algunos conductores reduzcan su tarifa, es peor algo que nada”, afirma.

En Caracas, en general, la tarifa mínima en las líneas de taxis se mantienen en cinco dólares para carreras cortas, entre 10 y 15 dólares para recorridos intermedios y puede llegar hasta 25 dólares a zonas retiradas como La Lagunita, Las Adjuntas, los Altos Mirandinos y Vargas.

Taxistas consultados por Crónica.Uno aseguraron que con dos o tres carreras semanales a razón de $5 cada una es poco lo que pueden invertir en gasolina o repuestos, pues deben destinar casi todo a gastos del hogar y alimentación.

Y tanto Luis como Juan coinciden en que, si ya es poco común que un pasajero esté dispuesto a pagar cinco dólares “ahí mismito”, lo es aún más para las carreras largas y ni siquiera la afluencia de personas en zonas comerciales como Chacaíto o Sabana Grande marca la diferencia como otrora.

Cristóbal*, conductor de la línea de taxis del centro comercial Sambil desde que fue inaugurada hace 23 años, señala que el cambio ha sido radical y que “son contadas” las personas que se acercan al lugar a pedir una carrera.

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Foto: Alberto Torres

Hubo un tiempo en el que el gentío que salía del centro comercial se venía para acá y duraba 10 o 15 minutos en cola esperando que llegara una unidad, eso eran colas y colas y la línea no se daba abasto”, dice el taxista.

Actualmente el contraste es tal que, a simple vista, no se nota que disminuyó levemente la cantidad de carros por lo poco rentable que resulta mantenerlos, sumado a los problemas con el combustible que, por donde se vea, generan costos adicionales.

Michael Barreto, taxista de la línea La Rotaria ubicada a las afueras de la estación del Metro La Paz, explica que a muchos de sus compañeros se les han dañado sus carros y, al no tener como repararlos, han buscado otras fuentes de empleo porque puede haber semanas en las que no logran conseguir ni una sola carrera.

Incluso quienes, como él, tenían clientes fijos que trasladaban a sus trabajos o a hacer diligencias se han visto afectados por la caída del poder adquisitivo. “Ya no todos esos clientes utilizan taxi porque les resulta costoso y, por la inflación y la devaluación, ya no podemos mantener tarifas tan bajas”, dice.

Desde La Paz, la tarifa mínima en esa línea es de $3, hasta El Paraíso tiene un valor de $4, hasta Sabana Grande cuesta $7 y hasta Chacao $10.

Los consultados coinciden en que, lejos de ser una oportunidad que puedan aprovechar, la crisis de servicios de transporte público como el Metro, Metrobús y camioneticas incide muy poco en sus ingresos porque, como dice Michael, “no todos tienen para pagar un taxi”.

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Foto: Alberto Torres

El presidente de la Central Única de Carros Libres y Por Puesto, José Luis Montoya, estima que hace cuatro años se contabilizaban entre 300 y 400 organizaciones, asociaciones y líneas de taxis en Caracas, pero que la crisis económica y la pandemia han liquidado a cerca de 80 % de ese cálculo.

La pandemia, además, terminó de apagar la poca vida nocturna que había en la ciudad, que se mantiene focalizada en ciertos puntos de Caracas, por lo que las pocas líneas que siguen operando trabajan hasta las 10:00 p. m., cuando mucho, y con pocas unidades.

Ante las dificultades para movilizarse desde zonas con pocas opciones de taxis, han surgido iniciativas tecnológicas como Ridery y Yummy Rides, esta última filial de la empresa de entregas a domicilio con el mismo nombre, que brindan la posibilidad de pedir taxis desde aplicaciones móviles con pagos en bolívares, dólares y tarjetas internacionales.

A diferencia de las líneas de taxis tradicionales, ambas aplicaciones toman en cuenta la distancia entre los puntos de partida y llegada para calcular el costo total, que usualmente suele ser menor al de las líneas, y los conductores se quedan con un porcentaje mayoritario de la tarifa cobrada.

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