Los “uber” de Caracas despiertan molestia en las líneas de taxi tradicionales

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Las asociaciones dicen que las apps les están quitando trabajo y que se han convertido en un problema. La situación ha llevado a líneas como S.C Libertaxis del centro comercial Sambil a convocar reuniones a principios de este año en las que acordaron bajar las tarifas. Otros consideran que debe darse un debate público.

Caracas. La aparición de aplicaciones que ofrecen servicios de movilidad despierta malestar en las líneas de taxi tradicionales. Aunque el debate no ha trascendido la esfera pública como en otros países, donde empresas como Uber han tenido que salir por regulaciones o rechazo de los gremios, en las principales líneas de la ciudad ya esto se convirtió en una preocupación y lo tildan tajantemente de competencia desleal. 

El año pasado en el mercado surgieron dos grandes apps de movilidad, que cada vez ganan más demanda en el país. Las calles se han llenado con publicidad de marcas como Yummy, una empresa tecnológica que empezó con el reparto de comida a domicilio y que poco después adoptó los traslados de personas como otro de sus servicios con una nueva marca llamada Yummy Rides. También está Ridery, que salió un poco antes y que ya cuenta con más de 97.000 seguidores en Instagram. 

Las líneas tradicionales dicen que las apps les están quitando trabajo y que se han convertido en otro problema, uno que se suma a la larga lista que provocó la crisis económica de los últimos siete años o la escasez de combustibles, que empeoró en marzo de 2020. La situación ha llevado a asociaciones como S.C Libertaxis, que lleva 23 años de fundada y opera en el centro comercial Sambil, a convocar reuniones para discutir qué hacer frente a la disminución de los servicios. 

En enero de este año la línea se reunió para bajar las tarifas y así poder competir con los precios de las aplicaciones. Antes del debate una carrera desde el centro comercial Sambil hasta La Candelaria costaba $10 y después del acuerdo la bajaron a $5, pero los miembros de la asociación dicen que es una medida muy reciente y que por eso no han visto el efecto. 

Reinaldo, fundador de S.C Libertaxis, con más de 20 años en este ramo dice a Crónica.Uno que los dueños de estas apps “son unos explotadores”, que “ponen el precio de las carreras por el piso, porque no les importa el costo de mantenimiento de los carros”.

Nosotros pagamos impuestos, ellos no pagan nada de eso, son ilegales. A nosotros nos hacen una prueba al año para ver cómo están los frenos, los cauchos, los extintores. Nosotros estamos molestos por eso porque es una competencia desleal, dice Reinaldo.

En varias líneas tradicionales el costo de la carrera mínima se ubica en cinco dólares. Los taxistas dicen que a veces las tarifas no varían tanto —entre estas y las aplicaciones— pero sí ven que las promociones que lanzan estas plataformas son más atractivas. Por ejemplo, en una app las carreras pueden llegar a ser de $2,50 o incluso el primer viaje puede ser gratis. 

Captura de pantalla de la App Yummy Rides

Ángel Ortiz, quien lleva 10 años como taxista, considera que las aplicaciones redujeron la demanda de los servicios en el Sambil en casi 50 %. “Antes te llevabas $40 en un día, ahora te llevas $15 o $20. Nos ha bajado la producción, es una competencia desleal y no sé qué está esperando el Estado para solventar la situación”. 

Pero las apps no son el origen de las desgracias del gremio. La mayoría de la población es pobre por ingresos, lo que ha derivado en una profunda contracción del consumo, que luego de siete años contraído se recuperó tímidamente el año pasado. Las líneas llevan demasiado tiempo lidiando con la pérdida de clientes que ya no pueden pagar servicios de taxi. Mantener los vehículos también es un reto para todos. Un caucho puede llegar a costar 90 dólares y un juego de pastillas de freno $25.

Foto: Luis Morillo

El impacto de la crisis se ve reflejado también en la reducción de la flota que hoy mantienen las asociaciones. S.C Libertaxis llegó a tener 500 vehículos en su mejor época y ahora apenas tiene 40 unidades. Taxi Tolón se inició con 180 carros y ahora solo tiene 14 unidades. La Cooperativa de Taxi Asocuter, otra de las más antiguas con 23 años de servicio, hace cinco años tenía 86 unidades y actualmente quedan 32. 

En Taxi Tolón se reúnen los taxistas para debatir sobre las apps, incluso entre asociaciones vecinas hablan de esto. La línea ha aplicado algunas estrategias para recuperar cancha, entre esas que a los clientes de confianza del centro comercial les hacen un ajuste. El gremio indica que antes hacían 10 carreras al día y ahora 1 o 2, aunque a veces también “se van en blanco”. 

“Las apps buscan carros nuevos, son piratas, eso no es transporte público, pero aquí lo tomamos todo como una moda”, dice Emilio Tarazona. Otros como Héctor Padilla, también de Taxi Tolón, manifiestan que los conductores de las apps “no son profesionales del volante”. “Nosotros trabajamos 12 horas, yo llego aquí a las 7 de la mañana y me voy a las 7 de la noche. Ellos no trabajan en las horas de cola, solo salen a hacer carreras puntuales”.

Félix, un conductor de Yummy Rides, cuenta que esta es su primera vez como taxista. Empezó en octubre del año pasado con esta compañía. Es TSU en Informática, pero renunció a su trabajo en la banca porque el salario ya no le alcanzaba para vivir. 

Renuncié a una empresa donde tenía la comodidad de aire acondicionado, una computadora, pero no tenía lo más importante: la comodidad del dinero. Me quitaron el seguro médico y después el estacionamiento, que lo tenía que pagar yo, así que entré a este mundo con Yummy, dice desde el auto, donde está estacionado en una zona céntrica en Chacao para agarrar algún servicio que surja en la aplicación.

Félix indica que este trabajo “le da para comer” y cubrió el mantenimiento del carro que hizo hace unas semanas. “Las carreras son sumamente económicas, a mí me toca 75 % y a la empresa 25 %. Hoy a las diez de la mañana apenas llevo una carrera de tres dólares, me activé a las 9:00 a. m., mi meta es hacer 10 al día que son $30 o $25 mínimo”. Para él, este servicio ofrece comodidad a los usuarios al pedir el taxi desde el celular y así no tienen que salir a preguntar precios porque la aplicación se los da.

Foto: Luis Morillo

“En general (Yummy Rides) es muy buena opción para las personas que estamos desempleadas. Para ingresar hay unas condiciones: que el vehículo tenga aire acondicionado, papel ahumado, que sea de cuatro puertas y del año 2005. Te hacen una prueba psicológica y si la pasas, luego te hacen una entrevista en la sede principal, si quedas te dan una inducción de dos horas. El proceso para que te aprueben tarda una semana”, dice Félix.

Simón Ramos tiene 72 años y trabaja en este ramo desde hace 40 años. Ahora está en la línea La Hacienda diagonal al C. C. Tolón Fashion Mall, allí la alcaldía les da un derecho de calle por el que pagan impuestos. El de este año ya lo pagaron y tuvo un valor de 600 dólares, pero con la disminución del trabajo le preocupa si puedan hacer lo que toca pagar el que viene. Ramos se pregunta por qué en Venezuela no se han dado discusiones como en México o Colombia sobre el surgimiento de las apps. 

En enero de 2020, por ejemplo, Uber dejó de operar 20 días en Colombia luego de una resolución de la Superintendencia de Industria y Comercio, que dio la razón a Cotech, una empresa de taxis que interpuso una demanda contra la aplicación al argumentar competencia desleal. Pero después volvió bajo un nuevo modelo de contrato que incluyó una alianza histórica entre Uber y la empresa TaxExpress. En ese momento las partes abogaron por una solución que beneficiara a todos los prestadores de servicios de movilidad en ese país.  

Al suroeste de la ciudad los taxistas también manifiestan estar afectados. Leonel Correa de la Línea Longaray de El Valle dice que “por todos lados les afecta”. “Estamos estacionados y se montan los clientes en los de Yummy o Ridery. Ellos tienen las tarifas más económicas, la carrera de El Valle a Plaza Las Américas nosotros la cobramos en $10 y en las aplicaciones sale en $7”. Leonel comenta que antes hacía unas seis carreras al día y ahora hay días que no sale nada. 

En la Cooperativa de Taxi Asocuter, del centro comercial El Recreo, Alirio Gallardo también se hace las mismas preguntas que surgen en el resto de asociaciones. “¿Qué impuesto pagan al Estado y qué aporte dan a la comunidad?”. El impacto dice que se ha acentuado desde enero. “Antes hacía de tres a cinco carreras ahora hago 1 o 2 cuando mucho y eso que estoy aquí de 9:00 a. m. a 5:00 p. m.”, explica.

Un conductor de la aplicación Ridery manifiesta que hasta ahora le ha ido bien trabajando allí. “Con buena administración te da para vivir”, dice. Lleva cuatro meses prestando sus servicios.

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Foto: Luis Morillo
“Únete al enemigo”

Algunos conductores de líneas tradicionales también empiezan a evaluar alternar sus servicios en ambos espacios. Kervin Casañas, de la línea Asociación Civil Cotebo 3B de Los Símbolos, por ejemplo, cuenta que desde que salieron las apps estas les “están dando palo”. Al punto de que piensa hacer un pote para ahorrar y cambiar su vehículo por uno más nuevo y así poder aplicar, pues su auto es un Toyota Corolla del 97 y ya no cumple los requisitos de las apps.

“Esto ha hecho que mengüe el trabajo, antes teníamos clientes fijos todos los días, hoy en todo el día llegó un solo cliente. A veces estamos los cinco carros de la línea aquí parados porque no hay trabajo, no se mueve”, indica Kervin. Ningún escenario había sido tan malo como hasta ahora. El conductor comenta que antes existió Nexo y lo superaron, pero ahora no solo se siente el impacto de las apps, sino también de la pandemia y de la crisis económica. 

Hace cinco años la línea comenzaba a moverse a las 5:30 de la mañana y al mediodía ya podían irse porque habían hecho dinero suficiente, incluso cuentan que tenían que hacer guardias para que la línea no se quedara desierta después del mediodía. “Antes el fiscal nos aturdía por el radio, por tanto trabajo que había, pero eso fue así hasta 2017”, recuerda Kervin Casañas. Por esta razón evalúa nuevas opciones.

“Este año tengo pensado hacer un pote para unirme a las apps, porque el usuario va a donde le cobren menos, el cliente va por la tendencia. Si logro cambiar mi carro, me quedo en la línea y hago carreras por las apps que sean cercanas”, dice.

Los taxistas ya perdieron la cuenta de todas las crisis que les ha tocado enfrentar en el país que alguna vez fue potencia petrolera. La mayoría tiene intactas las anécdotas de los lubricantes de mala calidad que vivieron durante la escasez de 2017 o la falta de combustible. Para conductores como Leonel Correa, la gasolina “fue la tapa del frasco”. “Hacía viajes a Charallave y en algunos tramos me lanzaba con el carro apagado para ahorrar gasolina”, recuerda. Ahora les toca atravesar una nueva batalla con el surgimiento de las aplicaciones, que parecen despertar un debate cercano en el gremio.


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