Rubros colombianos reinan en los supermercados tradicionales. Zulianos expresan su favoritismo a las importaciones, pues llegan hasta a tener un menor precio.

Alixel Cabrera / @AlixelCabrera

Maracaibo. Una política de la Gobernación del Zulia distingue al estado de los demás; la importación de productos colombianos se hace tan común en los supermercados tradicionales, que los marabinos empiezan a experimentar algunos aspectos de un mercado en un país sin controles de precios. Los anaqueles están llenos de rubros de primera necesidad, y aunque todavía se perciben colas, no se comparan con las que salen de los supermercados.

Usuarios hacen compras de los artículos extranjeros en modo de castigo para los altos precios impuestos por el comercio informal. “Prefiero comprar un producto de esta calidad que ir a mantener a los ‘bachaqueros'”, introduce Andreina Vega, una jubilada que se formaba en cola en un supermercado de la ciudad que vende exclusivamente las importaciones hechas por el gobernador Arias Cárdenas.

Y es que, en ese establecimiento puede llevar todos los productos que desee y pagarlos con su tarjeta de crédito. Los precios, a pesar de que se acerquen a los de los “bachaqueros”, no los sobrepasan en algunas ocasiones. Una harina PAN colombiana tiene un precio de Bs. 1.350, mientras que el del mercado informal es de Bs. 1.500. Para comprar un kilo de azúcar importada, el cliente debe sacar de su bolsillo Bs. 1.760 y para la bachaqueada, Bs. 1.800.

“Esto vale lo que es. Así estuvieran todos los supermercados si el Gobierno entendiera que tiene que producir y darle carta libre a los empresarios”, concluye Vega. Pero, a pesar de que muchos lo perciban como un beneficio, la mayoría de los zulianos no puede tener acceso a los artículos del vecino país. “Muy poco he comprado, solo la harina de maíz, porque no me da la base, si igual no me rinde el dinero comprando los normales”, asegura Glenda Vargas, ama de casa en un mercado popular.

“Cuando toca compro. Ahorita en un supermercado compré una mayonesa y una harina de maíz, los precios son accesibles, pero normalmente no me alcanza para puros productos colombianos”, afirma Andrea Moreno, diseñadora gráfica. Aunque intenta hacer la mayor cantidad de trabajos independientes para subsistir encuentra las adversidades de los demás transeúntes que caminan a su lado. “Yo me siento frustrada porque aquí podrían haber productos hechos aquí mismo en Venezuela y no los hay”, confiesa.

Elda Montero, ama de casa, no se maravilla al ver las importaciones en las tiendas venezolanas. “Yo probé la harina colombiana y no me gusta, aunque la venezolana la vendan cara, lo mío primero”. Cuenta que, a pesar de que no compra los artículos colombianos, su presupuesto semanal se excede de los ingresos a los que tiene acceso. “Puedo llegar a gastar 20 mil bolívares y no llevo nada, mi despensa y mi nevera están vacías, vivo del día a día”.


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