Comer tres veces al día quedó en el pasado. La mayoría de los marabinos hacen, en el mejor de los casos, dos comidas. “No puedo esperar que lleguen las bolsas porque nos morimos de hambre”, dice Gabriela Aguas.

Maracaibo. Las bolsas de comida que promete el Gobierno distribuir casa por casa a través de los Comités Locales de Abastacimiento y Prioducción (Clap) son las más codiciadas por los marabinos, aunque en el fondo saben que no pueden contar con ella para alimentar a sus familias.

Comer tres veces al día quedó en el pasado. La mayoría de los marabinos hacen, en el mejor de los casos, dos comidas. La estadística la conoce Francisco Arias Cárdenas, gobernador de Zulia, y la maneja la Sala Situacional que la integran además las autoridades militares del estado.

A Gabriela Aguas, ama de casa, la censaron hace dos semanas los Clap que hacen vida en el barrio La Lechuga en la parroquia Francisco Eugenio Bustamante, al oeste de Maracaibo.

No le dieron fecha para la entrega de las bolsas así como tampoco la periodicidad, ni lo que traerá y menos cuánto costará. “No puedo esperar que lleguen las bolsas porque nos morimos de hambre”, dice mientras hace una cola en un supermercado para comprar un litro de aceite y un kilo de pasta.

Dos veces al día come Aguas, quien vive junto a su esposo e hijo de cuatro meses. “Comer tres veces al día se hacía antes. Ya el desayuno  se eliminó, y el almuerzo es hasta las 2.00 o 3.00 de la tarde, porque a veces estamos metido en una cola a ver qué se consigue y se puede llevar”.

Junto a la joven de 28 años, está una mujer que se suma a la conversación. “Yo tengo esperanza y fe de que esto vaya a cambiar, aunque a veces se nos va la esperanza, la fe y la confianza, porque por más que hacen para que esto cambie, nos cierran las puertas”, comenta Yalitza Martínez, de 38 años, mientras carga en brazos a la menor de sus tres hijos.

La mujer de piel morena, sudada por el calor que agobia mientras espera su turno en una cola que hace bajo el sol, cree que una consulta popular puede ser la salida. “La solución es que haya un referendo si queremos paz, como lo dice él (Nicolás Maduro), porque si no esto va llegar a una guerra”, advierte Martínez quien votó por la revolución hasta las presidenciales de 2013.

Ella tampoco recibe las bolsas de los Clap, aunque espera a ver si “es verdad” que con ellas habrá menos desabastecimiento: “En mi casa ya nos acostumbramos a comer a las 11:00 a. m. y a las 5:00 p. m. No hay pa’ más”.

Según el gobernador Arias Cárdenas, en Zulia hay constituidos 1.000 Comités de los cuales ya fueron beneficiadas 500.000 familias. El plan de la Gobernación es atender en Maracaibo las parroquias del oeste, que son las que presentan mayor índice de pobreza: Francisco Eugenio Bustamante, Idelfonso Vázquez, Antonio Borjas Romero y San Isidro.

Pero los altos precios de alimentos y el desabastecimiento afectan a toda la capital zuliana. “La gente se está muriendo de hambre en las 18 parroquias de Maracaibo”, asegura la alcaldesa Eveling Trejo de Rosales, quien afirma que compra productos con sobreprecios para asistir a las fundaciones y a algunas familias. El Gobierno le bloqueó el código Sunagro hace tres años, por medio del cual recibía alimentos para hacer mercados municipales.

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Rubén Robaino vive en la parroquia Bolívar al este de Maracaibo. Es miembro del Consejo Comunal Samán de Guere, que hace vida en el sector Las Veritas. Hace un mes censaron a las 400 familias que forman parte del Clap, “pero no se sabe ni el día ni el mes ni el año en el que llegarán las bolsas de comida”.

Tiene 65 años y está pensionado por incapacidad hace unos 10. Su cara demacrada y ojeras pronunciadas denotan su cansancio, pero él se adelanta y cuenta que come una vez al día. “¿Qué es comer tres veces al día? Eso estaba en el pueblo antes. Si comemos una vez es más que suficiente”, comenta sentado al lado de una mesa en la que exhibe unos ponquecitos que vende en 350 bolívares.

Vive junto con su esposa en un cuarto alquilado por 5.000 bolívares mensuales. Su ingreso no le da para comer y menos para comprar medicinas, se queja Robaino, quien luego suelta: “Si esto sucede en otro país, ya el Gobierno se hubiese caído porque el pueblo sale a la calle y lo tumba. Pero no hay corazón”.

Foto: Cortesía Diario Contraste


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