Maracaibo, una ciudad que se apaga frente al miedo por la COVID-19

Maracaibo

La Cámara de Comercio de Maracaibo precisó que 90 % de las empresas se encuentran cerradas en el estado.

Maracaibo. Amanece y el calor se torna insoportable, hay altas temperaturas y humedad mientras que los habitantes de Maracaibo se enfrentan a otro día en medio de la cuarentena que los obliga a “forrarse” más de lo necesario para el cuidado de la salud.

“Andar con todo este trapero encima no es fácil”, comentó Berta Urdaneta, mientras hacía una cola para comprar comida que parecía más larga de lo común por el distanciamiento físico. Llevaba puesto tapabocas, guantes, camisa manga larga y en la mano una sombrilla para el sol.

La ausencia del transporte público obliga a más de uno a caminar para llegar a los establecimientos que aún permanecen abiertos y que son fuente de trabajo. Ese es el caso de Humberto, un joven estudiante que en medio de la pandemia consiguió trabajo limpiando en un supermercado.

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En Maracaibo los servicios públicos están colapsados.  Foto: José Núñez.

Camino seis kilómetros de ida y vuelta para ir de la casa al trabajo porque no hay carritos ni buses y aun cuando funcionaba la ruta de los buses rojos me daba miedo montarme. Prefiero caminar que contagiarme, porque metían demasiada gente”.

Los casos de COVID-19 continúan en ascenso en el Zulia. De acuerdo con datos del gobierno de Maduro, el foco más grande del país es el mercado Las Pulgas. Hasta el 11 de julio la cifra es de 2078 contagiados en la entidad.

Desde muy temprano comienza “el corre corre”, los marabinos aprovechan para comprar alimentos y medicinas. En los supermercados se restringe el paso de 10 en 10 personas. Les rocían alcohol en las manos y hasta les miden la temperatura en el brazo, eso en el caso de los mercados que aún permanecen abiertos parcialmente como Los plataneros. La aglomeración de ciudadanos es descontrolada y no todos usan tapaboca.

Luego del cierre del mercado Las Pulgas, algunos de sus vendedores se han mudado a calles y avenidas para vender artículos que van desde ropa, hasta útiles escolares.

“Hay que aprovechar, cuando me enteré de que estaban vendiendo pantaletas aquí, vine a comprar algunas porque ahorita casi todo está cerrado”, dijo una joven mientras pagaba con un billete de 10 dólares por tres piezas de ropa interior. El tapabocas le colgaba a la altura de la barbilla.

El aumento de casos en el Zulia ha afectado la actividad económica de la región. El presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo, Ezio Angelini, precisó que 90 % de las empresas se encuentran cerradas en el estado, pero que los comercios que han abierto “lo han hecho de forma ilegal, con bajas ventas y aumento en los índices de desempleo”.

80 % de las compañías de la región no cuentan con el capital suficiente para cubrir el pago correspondiente a la nómina de julio. Angelini señaló que estos comercios y empresas “no tienen flujo de caja y están entre la espada y la pared”.

La angustia de volver al confinamiento
A medida que avanzan las horas, la ciudad se va quedando sola. Las santamarías bajan y con el sol picante del mediodía todo se apaga. La gente vuelve a casa a lidiar con el confinamiento.

Otra vez sin luz, hasta cuándo con estos bajones, como que no entienden que estamos encerrados”, exclama Nairobi Gutiérrez, una madre soltera con un niño de dos años. Las fallas en el servicio de agua por tubería son otra razón para su mal humor.

“Tenemos 28 días sin agua, todos los días tenemos que salir a la plaza a buscar de una tubería que hay ahí. Estoy cansada y no quiero salir, porque ahí va mucha gente y me puedo contagiar”.

Carmen –nombre ficticio por seguridad– vive en el mismo edificio de Nairobi, ella está contagiada de COVID-19. Su mayor temor es estar en un hospital o que vengan “los astronautas a buscarme para llevarme a un hotel”. Dice que siente ahogo y mucha tos. “Por las noches sobre todo se me descompone el cuerpo, y cuando se va la luz no puedo salir, porque los vecinos están pendientes. Si salgo me denuncian”.

Para Carmen su mayor temor no es la muerte, aun cuando es consciente de que es una posibilidad, sino ser trasladada por el gobierno local a algún centro de confinamiento.

Prefiero estar aquí sin luz y sin agua, que estar en un hospital sin comida y presa, porque sé que allá tampoco dan medicinas, al menos aquí me estoy tratando por mi cuenta”.

Cuando comienza a caer la tarde, parece que el desespero de estar encerrados surte efecto y es común ver en canchas, conjuntos residenciales y plazas internas de edificios a los varones jugando dominó, bolas criollas y hasta básquetbol, mientras que las mujeres se reúnen a conversar o a jugar cartas, sobre todo si hay racionamiento eléctrico, que puede extenderse hasta por cinco horas.

El Zulia es el epicentro
El Zulia posee actualmente cinco centros centinela para la atención de pacientes con COVID-19. El Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo, Hospital Chiquinquirá, Hospital doctor Adolfo Pons, Pedro García Clara y Noriega Trigo; además de 15 hoteles y la habilitación del Palacio de Eventos de Maracaibo y la Biblioteca Pública del estado, según han informado autoridades regionales.

Juan Berríos, coordinador general de la Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia, (Codhez), dijo: “El derecho a un nivel de vida adecuado está vulnerado en la región”. El vocero refirió: “No están claros los criterios para aislamiento en hospitales y hoteles”.

Asimismo, añadió que en estos centros de cuarentena hay hacinamiento. “Nos han reportado sobre personas que dan positivo en la prueba rápida y en la PCR dan negativo, entonces estuvieron 15 y hasta 30 días en un refugio, más bien expuestos a la enfermedad en unas condiciones de hacinamiento”.

Berríos explicó que, en los albergues, como en toda la ciudad, el servicio de agua por tubería se interrumpe o es escaso, no hay electricidad y tampoco la higiene adecuada.

Casos en ascenso
Un total de 1950 “posibles contagios de coronavirus” se encuentran en aislamiento preventivo en Maracaibo. Esperan los resultados de sus pruebas PCR, según informó el alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, el 10 de julio. Dijo que se “están haciendo unas 2500 pruebas a diario para captar los casos y aislarlos de manera inmediata, mientras que esta semana suman 619 casos positivos en la ciudad”.

El 21 de junio el Colegio de Médicos del estado Zulia declaró alerta roja ante el creciente número de pacientes y exigió la aplicación de “un programa de contingencia en los hospitales”.

En el comunicado, la directiva denunció la ausencia de insumos y equipos requeridos en los centros de salud e instó a mantener la limpieza de áreas de emergencia, salas de examen y de hospitalización.

Advirtieron sobre el “deterioro de los ambulatorios rurales y urbanos” y el “insuficiente número” de camas operativas en las unidades de cuidados intensivos de hospitales centinela y satélites como el Hospital Universitario de Maracaibo (Sahum), el Hospital General de Cabimas, el Hospital Adolfo Pons, el Hospital Chiquinquirá y el Hospital Central.

Por su parte, la ONG Médicos Unidos por Venezuela denunció el 10 de julio a través de su cuenta twitter: “Cuatro fallecidos de personal de salud en las últimas 24Hs con criterios para COVID-19 que eleva la cifra a 14. Un médico y una enfermera en Zulia, un médico en Lara y un médico con probable Dx de Covid-19 en el estado Bolívar enlutan a los gremios de la salud y a familiares. QEPD.”

Aislamiento obligatorio
El 28 de junio, el gobernador del Zulia, Omar Prieto, advirtió que dio instrucciones a los cuerpos policiales de la región de buscar a las personas contagiadas de COVID-19 que se escapan de los centros de salud. “Hay personas que son confirmadas y se nos pierden. Es un delito y he orientado y formado un grupo especial para captarlos y llevarlos a los Centros de Diagnóstico Integral a tratarlos”. También les pidió a los zulianos no temer a la atención médica. “Ténganle miedo al coronavirus”, dijo.

José Luis Alcalá, abogado penalista, aseguró que no existe en la legislación venezolana la tipificación de delito  por la que un ciudadano detectado con COVID-19 se vaya de un centro asistencial a su casa.

Lo que tiene que evaluar el Estado es por qué un ciudadano afectado por el virus no está recibiendo la asistencia médica debida”.

Refirió que estos casos no se consideran delitos, porque el ciudadano no está en calidad de detenido, por lo tanto, no se puede hablar de fuga. Alcalá explicó que cuando el Estado no garantiza las condiciones necesarias para la atención y recuperación del paciente, existe el derecho legítimo de preservar la vida: “Un derecho constitucional, y por eso deciden irse a su casa”.


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