El trabajo comunitario es una cosa que le quita el sueño, pues su ideal de vida es que todos a su alrededor tengan calidad de vida. Empezó haciendo proyectos para el reciclaje de la basura y para controlar los vertederos ilegales y hoy en día apuesta por la descentralización parroquial. Esa es su mayor bandera.

Caracas. Marlene Mora, una mujer con un gran nivel de altruismo, perdió la cuenta de cuánto tiempo lleva trabajando en pro de una mejor Catia y de una mejor ciudad.

Desde que se conoce patea la calle en busca de sus problemas y soluciones. Comenzó con los vecinos, conociéndolos y empapándose del día a día de su zona.

Lo primero que le interesó fue el tema de la limpieza. Por donde iba tomaba una foto y luego tocaba puertas en las oficinas municipales en busca de solución.

Así logró que quitaran vertederos de basura en las zonas de Propatria y promovió una serie de talleres en las comunidades sobre la manipulación y disposición final de los residuos sólidos.

“Obtuvimos financiamiento para los talleres de formación y fueron de mucho impacto, pues les hablábamos sobre el efecto invernadero en los barrios. Eso fue un gran aporte. Fuimos involucrando a la gente y creando una comunidad activa”, contó.

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Cuando Mora dice “fuimos”, es porque sumó gente que la ayudó a crear una asociación civil llamada Procatia. Eso fue en 2013 y desde entonces el trabajo comunitario fue más organizado y logró dejar algo más tangible.

Promovieron un centro comunitario en Catia y lograron motivar a la gente de Casalta y parte baja de Propatria. Trabajaron de la mano con las escuelas de la zona para sensibilizar a la población, pero la traba fue a nivel de gobierno.

“Nos costó convencer a la Alcaldía de Libertador para que nos ayudara a montar el centro. Incluso con la embajada de Japón logramos algunos aportes, pero a nivel local no hubo luz verde. El incentivo quedó en manos de la comunidad, pues creamos un plus ambiental en la zona y se tomó conciencia de la disposición final de la basura, no de una manera global, aunque sí en zonas focalizadas”.

Luego, Marlene y su combo de colaboradores fijaron la mirada en algo más completo: la descentralización administrativa.

Ahí comenzó todo un movimiento a favor de Catia como municipio. Comenzaron a amalgamar otras organizaciones comunitarias y se apoyaron en la Constitución bolivariana para ello.

“La idea que propongo es un gobierno más cerca de la gente, es más fácil para resolver los problemas que vivimos y además se fortalecen las comunidades y la participación. Ha sido algo cuesta arriba lograrlo. Pero ese trabajo lo estamos haciendo pulso a pulso con los vecinos. Les decimos, en los talleres, cuáles son los deberes y derechos que tenemos como ciudadanos, cuáles son las leyes y reglamentos. Esto lo hacemos porque necesitamos un modelo de organización que trascienda lo social. Eso es necesario pues la ciudad está muy destruida”.

¿Cómo lo logran?

Marlene contó que se reúnen con los vecinos y con las fuerzas vivas de Catia. Lo hicieron con el sindicato del Metro de Caracas para tratar de trabajar conjuntamente en el mantenimiento de las áreas comunes; y se apoyan con el Servicio Comunitario Estudiantil para realizar encuestas puerta a puerta.

“Así sabemos cómo está la zona, cuáles son sus debilidades, cuáles son los problemas de la familia, las necesidades de los adolescentes… Eso nos permite conocer qué nos está pasando. Ahora pretendemos levantar un estudio sobre el comercio, si han cerrado, los motivos, cómo está la criminalidad”.

Esas estadísticas les permitirán tener un esquema de los barrios. Incluso piensa que el paso siguiente será abordar a las muchachas embarazadas que no se están alimentando bien.

Pero un gran sueño que ronda su cabeza es volver a tener en las comunidades caraqueñas un médico de familia.

El dato

Casada, tres hijos y ocho nietos. Pero con más de 20 años como activista comunitaria. Defensora a ultranza de Catia y promotora de una ciudad más ecológica. Marlene Mora es una mujer de a pie, sencilla y sensible a los problemas de su barrio.

“Viví un tiempo el seguro social, en la avenida Sucre, y recuerdo que una vez mi papá enfermó y mi mamá o mi hermano mayor buscaban al doctor en el seguro. Él agarraba un jeep y cuando estaba en la comunidad veía de una vez a varias familias. Eso se puede lograr en de nuevo. Pero como algo más completo, que un especialista vaya a las comunidades y levante un expediente por familia, por persona y lo pase a un equipo multidisciplinario, humanizaría un poco la salud y nos permitiría saber las condiciones sanitarias de la población. Pero eso es un trabajo para lo cual se requiere de mucha sensibilidad gubernamental”.

Y aunque este es un sueño que no se va a materializar en los próximos meses, está segura de que puede hacerse realidad si se lucha y se trabaja el entorno familiar. “Rescatando valores y motivando a los vecinos. Yo ando en esto desde muy joven. Siempre me preocupé por el de al lado y por su bienestar y, a pesar del tiempo y de los problemas sociales y económicos, no decaigo en mis propósitos”.

Dijo que le preocupa ver a tantas niñas que podrían ser sus nietas con un muchacho en los brazos. “Y para no seguir viendo cómo se acaba con un país, con los sueños de la juventud, voy a seguir pateando calle y promocionando un país mejor”, sentenció Mora, una catiense sin descanso, aunque como la mayoría de los caraqueños, nacida en la Maternidad Concepción Palacios, parroquia San Juan.

Foto: cortesía Facebook


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