Médico venezolana en Ecuador se recupera del COVID-19: “La ciencia y la fe me han salvado”

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Lidia Cabrera es una anestesióloga caraqueña que se estableció en el estado Lara desde que se graduó en la Universidad de los Andes hace 20 años. De Barquisimeto salió hace dos años buscando bienestar, como otros cientos de miles médicos venezolanos. En Guayaquil, Ecuador, casi encuentra la muerte de no haber sido por su profunda fe en la Divina Pastora y por el apoyo médico que recibió de colegas y paisanos, algunos desde Malabo, en Guinea Ecuatorial.

Maracay. Aún debe mantenerse aislada en su casa por unos 15 días más. Las sospechas clínicas de que el virus COVID-19 queda en las heces de un paciente contagiado la obligan a seguir un confinamiento más estricto hasta que esté totalmente recuperada. Fue dada de alta el Jueves Santo luego de permanecer 11 días hospitalizada. Lidia Cabrera, médico venezolana, es una de las miles de personas que ha resultado afectada por el COVID-19 en Ecuador.

La egresada de la Universidad de los Andes en 1992, con una especialización en Anestesiología en el Hospital de Los Magallanes de Catia, llegó a Guayaquil como otros tantos médicos venezolanos que han buscado fuera del país mejor calidad de vida. Lo que jamás se imaginó es que estaría al borde de la muerte, y menos lejos de sus dos hijos y de su tierra.

Este virus nos ha tomado a todos por sorpresa, incluidos los médicos. Así que nunca imaginé que caería enferma. Pero un día comencé a sentir dolores en la espalda, en la cintura y un poco de fiebre. Nunca tuve dolor de garganta. Hasta que comencé a tener dificultad para respirar y es cuando me diagnostican”, relata.

Cabrera forma parte de los 5290 casos positivos que registra el gobierno ecuatoriano solo en la provincia de Guayas, una de las más afectadas. Hasta el 12 de abril, el gobierno de ese país registraba 7466 casos positivos y 333 fallecidos, además de 501 casos con alta hospitalaria.

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Cabrera fue dada de alta el Jueves Santo. Foto: Gregoria Díaz

Es Guayaquil, una de las ciudades de Ecuador más golpeadas por el COVID 19, adonde la médico venezolana llegó hace dos años para trabajar en uno de los hospitales más importantes de la zona.

“En las últimas semanas de marzo –cuenta a Crónica.Uno la anestesióloga– caímos varios colegas. Tuve serias dificultades respiratorias y aunque mi cuadro empeoraba, no fue necesaria la intubación. Entonces recé, recé mucho a José Gregorio Hernández y a la Divina Pastora. No quería morirme”.

La médico venezolana hace una pausa. Además del COVID-19, aún la muerte en Ecuador de su colega y compañera Lyll Gisela Montes, también médico anestesiólogo, exdirectora del Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto, en el estado Lara, la deja sin aliento. Debe tomar aire para seguir hablando.

Me bloqueé como paciente y como médico. Esta es una enfermedad de ensayo y error para la que nadie ha estado preparado. Así que me aferré a la fe y también comencé a buscar opiniones y apoyos de otros colegas que también están lidiando con este virus”, añade.

Uno de esos médicos está en Guinea Ecuatorial. A través de los innumerables grupos en Whatsapp en los que Cabrera comparte información médica, dio con el doctor Ernesto Zavarce, pediatra y neumonólogo larense que llegó a ese país centroafricano hace apenas dos meses.

“El día que estuve más grave –narra Cabrera– este colega neumonólogo me contactó a distancia y, luego de indicarme un medicamento que está en uso experimental, comencé a sentir mejoría después de varias horas, solo con una primera toma”.

El doctor Ernesto Zavarce  advirtió a sus colegas en Venezuela que no deben subestimar ninguna forma  de contagio. Foto: Gregoria Díaz

“Aunque está en fase experimental, hay demostraciones científicas hechas en Australia, por ejemplo, que aseguran el futuro de este medicamento ya de vieja data para uso veterinario y también humano en el tratamiento del COVID-19”, asegura el doctor Ernesto Zavarce, egresado de la Universidad Central de Venezuela y con 28 años de experiencia médica.

La médico venezolana Lidia Cabrera confirma su mejoría a las cuatro a seis horas de la primera toma y, mientras sigue al pie de la letra las indicaciones médicas para su total recuperación, sigue rezando.

Todo va junto: la ciencia y la fe. Eso me ha salvado”, sostiene Cabrera.

Cree que las cadenas de contagio en los centros asistenciales de Ecuador se incrementaron mucho por la insuficiencia en los equipos de protección para el personal de salud durante los primeros días. Sin embargo, a medida que han pasado las semanas, las autoridades han ido cubriendo estas deficiencias.

Cabrera también asegura que la desatención ciudadana ante el llamado a aislamiento social fue un peligroso caldo de cultivo para la propagación del COVID-19 en ese país, que le ha dado cobijo junto a su madre de 74 años de edad y a su esposo. Este también resultó contagiado y, aunque presentó varios síntomas, ha logrado reponerse durante su aislamiento voluntario.

Cabrera espera reincorporarse a su trabajo. Entiende que la grave situación que vive el país que la ha recibido requiere de la ayuda y el apoyo de todos los médicos y personal sanitario.

“Sentí temor al tener tan de cerca a la muerte –dice– pero hay que seguir adelante, y Dios me ha dado esta oportunidad para seguir ayudando”.

Tanto Cabrera como Zavarce coinciden, además de en el oficio, en la preocupación por sus colegas venezolanos. No solo por quienes están en otros países aportando sus conocimientos y ayuda, sino principalmente por quienes aún siguen ejerciendo en Venezuela, en medio del colapso sanitario nacional.

“No quiero ni pensar en las consecuencias que este virus traerá para mi país y para mis colegas, quienes deben trabajar en medio de tantas penurias y deficiencias. Deben exigir los equipos necesarios para su protección. Las consecuencias son graves”, señala Cabrera.

Su colega Zavarce, desde Guinea Ecuatorial, lanza un llamado a los venezolanos y también a sus colegas en el país: “No se puede jugar con el aislamiento social. Este virus es altamente mortal. Y a mis colegas, no deben menospreciar ninguna posibilidad de contagio. Deben cuidarse y extremar las medidas de protección”.


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