La directora Greta Gerwig adapta un clásico que se adentra en la vida de cuatro hermanas que aprenden a entender un mundo donde quieren destacar y ser felices, a pesar de las contrariedades.

Como si de un cuadro se tratara, Greta Gerwig hace de la pantalla un lienzo para contar su versión de Mujercitas, la famosa novela de la escritora estadounidense Louisa May Alcott publicada en 1868, que ha sido llevada anteriormente al cine; una de las más famosas adaptaciones fue la realizada en 1994 por Gillian Armstrong, con tres nominaciones al Oscar.

La directora, que también es guionista de este largometraje, dice haber estudiado la obra de pintores como Winslow Homer, Lilly Martin Spencer y Seymour Joseph Guy, quienes se enfocaron en la vida cotidiana, doméstica y laboral de finales del siglo XIX.

Y es destacable cómo la apreciación de estas pinturas se refleja en obra de la realizadora de 36 años de edad, quien da una importancia a los colores y especialmente a la luz, no solo para diferenciar las distintas épocas en las que transcurren estas vicisitudes, sino también para espiritualizar los cambios en la vida de las protagonistas.

La película cuenta la vida de cuatro hermanas: Jo March (Saoirse Ronan), Meg March (Emma Watson), Amy March (Florence Pugh), Beth March (Eliza Scanlen).

Mujercitas

En los primeros años, viven en Concord, Massachusetts, con su madre Marmee March (Laura Dern). Es 1860 y el padre de ellas está en el frente, en plena Guerra de Secesión.

La añoranza por el papá es un factor determinante en el anhelo por un hogar completo, pero ninguna se amilana. Al principio viven la amena compañía mutua de los primeros años de la juventud, pero ya dan señas de talentos que empiezan a configurarse como proyectos de vida.

En Jo March recae parte importante de la atención. Quiere ser escritora, en la gaveta guarda sus entusiastas apuntes que espera algún día sean publicados con exitosa acogida. Es la que enarbola un discurso de independencia, y de contrariar los convencionalismos de entonces asociados a la mujer. Su personaje es uno de los más complejos, con ideas y sueños en los que surge el inmediato apoyo.

Su desarrollo como persona es uno de los logros de Mujercitas, porque son cercanos sus dilemas, que son los de toda vida, sin importar las épocas. Además, Saoirse Ronan se luce en el papel. Confirma el derrotero que emprendió hace unos años en filmes como Expiación, Brooklyn y Lady Bird, en esta última también bajo la dirección de Greta Gerwig, quien seguramente ve en este personaje un espejo de los vericuetos de la industria, en el caso del filme: la editorial.

Mujercitas está nominada a seis premios Oscar, entre ellos Mejor Película. El filme es sutil y eficaz al adentrarse en las distintas situaciones producto de las emociones, entre ellas la rivalidad que puede surgir en determinados momentos entre hermanas; claro, al principio guiada por la inmadurez, como se constata en lo que ocurre entre Jo March (Saoirse Ronan) y Amy March (Florence Pugh), quien desea ser pintora, pero no una más del montón. De serlo, no valdría la pena, piensa ella.

Eso sí, la autora no evade la rivalidad ni la condena, más bien la comprende para con el paso de los años hacerla llevadera. Por eso, el personaje de Amy asume muy bien las dinámicas familiares, y la lectura de los roles que cada hermana desempeña y alcanza. Los acepta, y una vez alcanzada la adultez, no actúa en detrimento de otras.

Son estados dos actuaciones, las de Saoirse Ronan y Florence Pugh, las que sobresalen en el elenco de las hermanas. De hecho, por momentos el espectador puede que olvide la presencia de Emma Watson, acostumbrada llevar el peso de metrajes, que, en esta ocasión, sobresalen por la contundencia de los personajes de Jo y Amy.

Mujercitas

Watson encarna a Meg March, con dotes para la actuación. Sí, todas las hermanas tienen vocación artística, pero Meg en realidad está interesada en una vida vista por Jo como convencional y poco arriesgada. Además, ella es el enlace cuando las emociones más intensas de las otras generan distancia. También está Beth March (Eliza Scanlen), un prodigio en el piano amable, familiar y enigmático.

La madre es abnegada en un entorno que por momentos se vuelve engorroso, especialmente cuando las calamidades trastocan la tranquilidad de la vida familiar. También cuentan con la tía March (Meryl Streep), adinerada y quien ve la vida desde una forma estratégica.

Greta Gerwig pudo haber hecho una versión Mujercitas que derivara en manifiesto, pero no. Muy lejos de posturas inflexibles que coarten objetivos y sentimientos.

La cinta elogia los deseos individuales de cada una de las protagonistas. No escapa del cuestionamiento que existe entre ellas como parte de la convivencia entre hermanas, sino también de las pasiones en las distintas edades que se ven durante el metraje. Tampoco es una patada a la mesa a instituciones como el matrimonio, aunque el filme sirve como reflexión a las diversas perspectivas que se plantean sobre esta unión.

Mujercitas

Sin dudas, más de un espectador sentirá proximidad con algunas situaciones, que verá como pertinentes a los tiempos que corren, además de tener empatía hacia algún personaje, pues Mujercitas es una obra sobre las dinámicas humanas, con sus virtudes, pero también sobre dudas, bajezas, reivindicaciones, el perdón, la determinación, el amor, el fracaso y el éxito.


Participa en la conversación