“No me gustaba echar plomo, lo mío era vender drogas”

sucesos

Reinaldo Guilart vendió marihuana y perico desde que tenía 14 años. Apoyó al colectivo Abre Brechas de Petare, hasta que su padrino le pidió que abandonara.

Yohana Marra/@yohanamarra

Caracas. A los 14 años, a Reinaldo Jesús Guilart lo botaron de su casa porque estaba con malas juntas y su mamá no se lo caló. Desde los Valles del Tuy paró en el barrio El Winche, de la carretera Petare-Santa Lucía, con un amigo que tenía una venta de drogas.

“Así fue cuando me metí en el malandreo. Vivía con un pana que tenía la venta de todo el cerro, éramos panas, nos respetábamos”, contó.

Ese negocio le dio bastante plata, tanto que alquiló una casa que amuebló y equipó con todas las de la ley. Pero su momento de fortuna y buena vida se detuvo el día en que acribillaron “al pana que comandaba el barrio”.

“Cuando vi su cuerpo tirado en el piso fue como si mi alma saliera del cuerpo y me viera a mí. Al entrar en sí me regresé a mi casa a jalarle a mi mamá, dejé todo tirado en Caracas, porque pensé: si mataron a ese chamo que llevaba un carro, a un pendejo como yo lo van a matar más rápido”.

Reinaldo relató que comenzó a trabajar con su papá, con quien casi no tuvo buena relación y por eso buscaba pasar tiempo con él. Aunque olvidó la venta de drogas momentáneamente, siguió rumbeando y tomando mucha caña. Si hacia algo era disimuladamente y por fuera del barrio.

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Solo consumió marihuana y probó el perico solamente en la lengua. “Tenía que asegurarme de que estaba vendiendo lo que era, porque si después llegaba alguien y se daba cuenta de que no era perico me iban a matar”, detalló riéndose de tan solo pensar en algo así.

Su vida delictiva siempre fue fuera del barrio donde vivía en los Valles del Tuy, por eso levantó pocas sospechas al principio. Aseguró que sus clientes eran policías, funcionarios pesados y hasta personas mayores, que usted nunca se imaginaría.

Llegada al colectivo

“Mi padrino me dijo que en Petare había un colectivo y quería que yo los apoyara, que los panas me iban a dar plata y la comida”, inició Reinaldo.

Detalló que creyó que ayudarían al barrio con donaciones, pero todo fue al revés cuando les negaron apoyo de logística para actividades porque eran anillos de seguridad.

“A mí no me gustaba echar plomo, apoyaba en anillos de seguridad, pero lo mío era vender droga y ya. Claro, amenacé a mucha gente que me pidió fiado y no me pagaba”, alegó, recordando cuando llegaban personas desesperadas porque él les vendiera.

Con 26 años decidió abandonar el colectivo Abre Brechas porque se lo pidió su padrino Tony, exvicepresidente del grupo, quien lo llevó en un principio. Tomar la decisión no fue fácil porque sus panas le decían que no lo hiciera, pero prefirió ser leal a su padrino.

Lleva siete meses desempleado, colaborando en las actividades deportivas que organiza Tony para niños en comunidades. “Decidí salir de esa mala vida y no voy a volver al pasado”.

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Un hogar

Reinaldo no estudió, pues desde pequeño cuidó a sus hermanitos cuando su mamá pasaba una semana en Caracas trabajando. Ahora que se arrepiente de llamarse y comportarse como malandro, sueña con estudiar algo.

“Si no lo hice de chamito quiero hacerlo de grande. No tengo chamos ni mujer, pero quiero formar mi hogar y nunca abandonarlo como mi papá, voy a ser mejor que él”.

Sueña con demostrarle a su mamá que sí vale la pena. “Quiero que sepa que sí sirvo, quiero que se sienta orgullosa de mí y ponerla a vivir más cómoda”, soltó con la voz quebrada, acompañada de unos ojos aguarapados.

Escuche la entrevista:

Foto: Cristian Hernández


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