Zoë Kravitz debuta como directora con una película de suspenso absoluto de principio a fin.

Caracas. Frida (Naomi Ackie) está cansada de la pobreza. Es una camarera que deambula por la vida en la preocupación de la precariedad. Tiene una amiga llamada Jess (Alia Shawkat), con la que comparte penurias.

Todo empieza a cambiar cuando van a la fiesta del magnate de la tecnología Slater King (Channing Tatum), una gala muy correcta, de esas que suelen reseñar las notas de sociales a la vieja usanza, todo un ritual de conexiones, apariencias y planes tras bastidores.

Frida tiene un ligero accidente en el evento, y Slater es quien la atiende caballerosamente. Ella se siente entonces elogiada por el gesto, y está segura de que el multimillonario gusta de ella. 

Parpadea dos veces
Parpadea dos veces actualmente está en la cartelera venezolana

Así es el primer acto de Parpadea dos veces, el debut como directora de Zoë Kravitz, quien hasta entonces ha tenido una buena carrera como actriz. En esta ocasión también coescribe el guion E.T. Feigenbaum.

Al terminar la fiesta, cuando todo parece seguir la línea de cada quien para su casa. A Frida y a su amiga Jess Slater las invita a seguir la juerga, pero lejos de todo.

Toman una avioneta hasta un isla privada en la que desde el aire se ve la extensa propiedad del magnate. Es un grupo mediano, mujeres y hombres. Todo parece indicar que serán días de locura inolvidable, desenfreno con quienes no sacan cuentas para gastar en placer.

Sin embargo, la protagonista va viendo que lo que imaginaba no ocurre. De hecho, todo pinta muy calmado para lo que se predispuso -o preparó-.

Parpadea dos veces
Channing Tatum interpreta en Parpadea dos veces a un cruel sujeto inadvertido

Zoë Kravitz lleva muy bien la tensión en los tres actos de Parpadea dos veces, especialmente en los dos primeros. Sabe construir un ambiente de ambigüedad, extrañeza y misterio. Pasa del misterio de la tranquilidad a la explosión terrorífica de lo inesperado.

Por que sí,  Frida descubre la razón por la que ella y su amiga Jess están allí. No es para pasar uno días de jolgorio entre millonarios, sino que son parte de una rutina macabra que ya es común en la isla.

Es así cómo busca las mil maneras de salir de ese círculo en el que se ve envuelta. Es cierto que la directora acude a ciertos clichés del género, como la presencia de habitantes autóctonos de un lugar remoto que parecen conocer el misterio, con maneras enigmáticas de expresarse, de moverse, de mirar, de sonreír. Eso que tanto se ha visto otras veces. Todo para justificar solo unos segundos que son clave en la resolución del conflicto. 

También es cierto que el clímax de la película apunta a un molde reivindicado un tanto forzado porque abre una pregunta sobre su justificación, pero si se pasa por alto, es un buen final que solo no está del todo claro en su argumentación. Uno de esos puntos es que Jess como personaje no está desarrollado de una manera contundente. Tan solo es una persona que quiere salir cuando descubre el horror. Pero más allá de eso, no hay mayores elementos es su perfil para generar más vínculo. 

Pero en líneas generales, Parpadea dos veces es un largometraje que más allá de sus breves deslices, mantiene al espectador en la tensión absoluta desde sus primeros minutos.

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