Pila de agua del cementerio de Pariata resuelve problema de escasez para habitantes de Maiquetía

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La falta de agua sigue siendo un dolor de cabeza para los 450.000 habitantes del Litoral Central. Por ello, la toma cercana al camposanto de Pariata se convirtió en una opción viable para muchos habitantes de Maiquetía.

La Guaira. “Ay Dios, a los pobres difuntos los dejaron secos”, exclamó Arcadia López, con un ramillete de flores en su mano derecha, antes de persignarse y observar el desfile de pimpinas de agua en la entrada del cementerio de Pariata, en Maiquetía.

Este camposanto ubicado al oeste del Litoral Central no destaca por la cantidad de visitantes, ni siquiera los fines de semana. Pero sí atrae las miradas desde la avenida Soublette que le bordea por los grupos de hombres, mujeres, niños, adolescentes y personas de la tercera edad que abastecen sus tobos, pipotes plásticos y otros recipientes “para tener un poquito de agua”.

Refaccionado hace dos meses en sus áreas externas por la Alcaldía del municipio Vargas, el cementerio de Pariata ha sido un aliviadero de suministro para más de 800 familias no solo de Pariata y otras zonas aledañas como Dos Cerritos, Mañongo, La Pedrera, Montesano, Monterrey, Calle Nueva, los bloques de Pariata y de 10 de marzo, así como de la urbanización José María Vargas.

Aquí encontramos agua limpia, la sacamos poco a poco por turnos y con mucha paciencia”, dijo Antonio Silva, un bachiller que “mata tigres de lo que salga”.

“Me vengo temprano para recoger agua lo más que pueda y así evito las colas del mediodía y las tardes. Cada vez vienen más personas, porque la escasez es brutal”, agregó.

El joven que habita en los cercanos bloques de Pariata ayuda a su abuelo, Eleuterio Rivas, quien se viene de Caraballeda (a 45 minutos del lugar en autobús) con sus botellas plásticas.

La pila de agua del frente del cementerio de Pariata no muestra una salida abundante del recurso, pero sus beneficiarios aprecian la posibilidad de alcanzarla para sus hogares. Están convencidos de que no se trata de aguas residuales.

Es limpia, no tiene ningún olor raro y la uso para cocinar y lavar la ropa, porque no puedo pagar cisternas privadas que cobran hasta 50 dólares (Bs 1250) por mil litros en un tanque”, indicó Yamilet Orozco, quien tuvo que soportar dos horas de cola para llenar sus tres pimpinas.

Carmen Molina proviene del sector Monterrey, en la parte alta de Maiquetía. “Tengo dos meses sin agua por tuberías y he pagado hasta tres dólares (Bs 75) por un pipote. Ya no puedo hacerlo más y por eso, estoy aquí, por esta agua bendita”, señaló acompañada de su esposo.

Déficit sempiterno

Entre los años 2021 y 2022, en Crónica.Uno se publicaron varios reportajes que explicaban que la ausencia del líquido por tuberías en La Guaira se remonta a más de cuatro décadas, que se necesita construir un embalse que permita almacenar agua en tiempos de lluvia y que el déficit actual de abastecimiento supera 55%, dado que se requieren 1700 litros por segundo y aproximadamente, se llega a 800.

Por tanto, es una problemática que no solo se mantiene sino que sus soluciones parecieran alejarse del imaginario colectivo.

No vale, eso es caso perdido, estamos condenados a recoger agua en tobos y que no me hablen de esos pozos que no solucionan absolutamente nada”, afirmó Tirso Antonio Malavé, vecino de Simetaca, también en la parroquia Maiquetía.

Desde que asumiera en diciembre de 2021, el gobernador de La Guaira, José Alejandro Terán, ha reconocido que la merma en el servicio de agua constituye la problemática más difícil que enfrenta en su cargo.

Aunque durante la campaña electoral se refirió a la extracción de agua desde las fuentes naturales del Parque Nacional El Ávila, su administración ha concentrado los esfuerzos en habilitar pozos de agua en las comunidades más populosas. Sin embargo, estas tomas aportan, en promedio, entre 8 y 15 litros por segundo.

De ahí que técnicos jubilados de Hidrocapital insistan en la reanudación de los trabajos del embalse de Puerto Maya (al extremo oeste, límite con el estado Aragua) para aprovechar el líquido en tiempos de lluvia y luego, distribuirlo en sequía o cuando se generen fallas en el sistema de bombeo.

Esta entidad federal, con 450.000 habitantes, es la única del país que no tiene un embalse de esta naturaleza. Solo existen dos diques, uno en Petaquire (parroquia Carayaca, al oeste) y otro en Migueleno, en la parroquia Naiguatá (este), los cuales no son suficientes para calmar las demandas populares.

Si la escasez de agua se profundizara en los próximos meses, no sería extraño que las colas que causaron asombro a Arcadia se convirtieran en el comité de bienvenida al cementerio de Pariata.


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