Si bien la producción de maíz aumentó hasta 20 % respecto al período anterior, el déficit para su aprovechamiento en la agroindustria llega a 70 %. El contrabando y la falta de créditos y combustible siguen impidiendo la recuperación del sector agrícola.

Caracas. Para el período 2021-2022 la producción de maíz y arroz y sus rendimientos aumentarán por segundo año consecutivo, luego de la caída de de 36 % y 18 % registrada entre 2019 y 2020, aunque seguirá siendo insuficiente para cubrir los requerimientos y la demanda local y derivará en que continúen las importaciones de esos rubros.

Según cálculos de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos y afines (Sviaa), al final de su período de cosecha se espera que la producción nacional de maíz llegue a 510.000 toneladas en 160.000 hectáreas, 13 % más que en la cosecha de 2020. La de arroz, por su parte, se espera que cierre en 140.000 toneladas, misma cifra que hace dos años.

La asociación estima que la cantidad de maíz que se produce actualmente en el país solo permite cubrir tres meses de abastecimiento del mercado nacional, y la de arroz se extiende a cuatro meses y medio. Hasta 2013, la producción de maíz rondó alrededor de 1.300.000 toneladas anuales, mientras que la de arroz llegó hasta 385.000, por lo que las disminuciones fueron de al menos 60 %.

El presidente de la Sviaa, ingeniero Saúl López, calcula que este año el sector agrícola podría llegar a aportar entre 25 % y 28 % de los alimentos requeridos en el país, cifra destacable si se compara con 2019, cuando llegó a cubrir 18 % del consumo y que el ingeniero determinó como “el peor año agrícola”.

Detrás del impulso del maíz

Saúl López aseguró que el incremento en el último ciclo de maíz puede atribuirse al leve retorno en el campo a las actividades agrícolas, luego de años de controles y falta de insumos que hacían menos rentable la agricultura y, en el caso del maíz, a la siembra de maíz transgénico importado que, advirtió, no cumple con las medidas sanitarias y regulatorias aptas para su uso.

Por su parte, el presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), Celso Fantinel, dijo a Crónica.Uno que este año fue “benévolo para el agricultor” en cuanto a la producción de maíz, pues el factor climático favoreció su siembra y permitió que el período se extendiera incluso hasta agosto, dos meses más de lo normal.

El productor y líder gremial afirmó que el repunte de la producción de maíz y de caña de azúcar (que aumentó 22 % en el año) y sostenimiento de rubros como el arroz se debió principalmente al esfuerzo e iniciativa privados. Fedeagro calcula que al menos 95 % de la producción nacional está en manos del sector privado, aún con falta de acceso a combustible y financiamiento.

Fantinel destacó que, por el contrario, el factor climático no se tradujo en mejora de la producción de arroz, pues las lluvias sí afectaron sus ciclos de siembra y cosecha. La falta de diésel, por su parte, hizo que cerca de 300.000 toneladas de caña de azúcar se quedaran en el campo y afectó también la producción de hortalizas, que se vio mermada por el contrabando y la importación de rubros desde Colombia.

Sin créditos, el sector sigue en declive

El ingeniero López señala que la falta de créditos bancarios es la principal traba que enfrenta actualmente el sector agrícola, sumada al problema del combustible y la precariedad de servicios como la electricidad. A su juicio, la cartera crediticia debería pasar de los 100 millones de dólares de este año a al menos 500 millones de dólares para comenzar a reimpulsar la producción.

La inversión, asegura, debería estar dirigida principalmente a la adquisición de maquinaria agrícola, acompañamiento profesional y mejoras tecnológicas que permitan no solo aumentar la producción, sino que esta dé buenos rendimientos y puedan aprovecharse la mayor cantidad de recursos, pues con la tímida liberalización de la economía la falta de insumos ya no es notoria.

Fantinel calcula que la cartera agrícola de los bancos solo ofrece 5 % del financiamiento que requiere el sector, razón que ha llevado a los productores a buscar fondos por doquier para mantener sus unidades produciendo aunque sea insuficiente para levantar por completo la agricultura.

La gran pregunta es: ¿podemos seguir aumentando superficies de tierra sin financiamiento ni diésel? ¿Nos podemos mantener a este ritmo? Yo diría que no, para mí este fue un año excepcional donde el clima nos acompañó, pero no todos los años tienes clima seco en las zonas productivas y ese es el gran reto de 2022”, indica Fantinel.

Efectos de aranceles a importación de maíz

En un comunicado difundido esta semana, Alimentos Polar alerta de que el nivel de cosecha actual de maíz en el país es insuficiente para atender la demanda de la agroindustria, principalmente de la harina de maíz precocida, uno de los alimentos más consumidos por la población.

Señala que la imposición de aranceles de 15 % a la importación del rubro, cuya exoneración quedó sujeta a un procedimiento discrecional de autorización previa según Decreto N.° 4552 de la Gaceta Oficial 6636, encarece el costo de la materia prima y de producción de su harina de maíz, que desde que se derogó el control de precios ronda el $1 por kilo al consumidor.

Según Polar, este año será necesario importar 50 % de la materia prima, pese a que Fedeagro estima en 20 % el aumento de la producción de maíz. El gremio agrícola calcula que de las 190.000 hectáreas sembradas, 70 % son de maíz blanco y 30 % de amarillo, y todo lo producido va dirigido a la agroindustria para su procesamiento.

Por lo que, tal y como señala el ingeniero Saúl López, la limitada producción del rubro y la imposición de aranceles a su importación obligarían a la agroindustria, que incluye a Polar y otras empresas, a pagar maíz más caro para abastecer el mercado. Polar, de hecho, añade que sus volúmenes de maíz importado alcanzan para cubrir el consumo de septiembre y principios de octubre.

López, además, estima que la imposición de aranceles e impuestos al valor agregado, que podría llegar a 20 % adicional al costo de la materia prima, puede aumentar incluso entre 40 % y 50 % el precio al consumidor, dados los problemas adicionales que enfrenta el abastecimiento nacional como alcabalas, combustible y riesgo país.


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