Para turistas, habitantes y comerciantes, la zona turística y gastronómica de El Junquito no es ni la sombra de lo que fue hace una década. Decenas de negocios han cerrado en ese lapso y, los que pueden, buscan innovar para no dejar morir la actividad y mantener sus tradiciones.

El Junko/El Junquito | Enviado especial. Cuando uno subía a El Junquito, todo era bochinche, música y alegría. Ahora vas y todo se ve como llevado por el tiempo y gris

Jaime Vidal acostumbraba subir al menos dos veces al mes a El Junquito porque, además de su clima y ubicación cercana a la parte baja de Caracas, el ambiente campestre, la cultura y la amabilidad de su gente se juntaban con la oferta gastronómica y la variedad de sus negocios de comida. 

Foto: Tairy Gamboa

Menos de 10 años después, Jaime va, cuando mucho, una vez cada tres meses. Su bolsillo no le da para consumir como antes y, más allá de eso, cree que el espacio recreacional “perdió atractivo” conforme pasaron los años, desaparecieron restaurantes y se quedaron en el tiempo los restantes. 

La gente ya lo que viene es a comer y pasear por su cuenta, no vienen a los restaurantes. Hace falta remodelar muchas cosas y que las mismas personas del pueblo mejoren esto para que haya más visitas y turismo”, reconoce Tania Meneses, empleada de Yovara Fast Food, uno de los negocios que sigue en pie en la zona.

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De acuerdo con una nota del Ministerio de Turismo de 2017, para ese año la zona de restaurantes contaba con 40 locales comerciales distribuidos en dos corredores donde se exhibían ofertas de cochino frito, parrilla, cachapas, entre otros platos típicos del lugar

Ahora, comerciantes consultados cuentan que, cuando mucho, quedan poco más de la mitad “y eso porque lograron medio recuperarse en los últimos dos años”, reconoce Cristóbal, encargado de un restaurante de venta de parrillas. 

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La desaparición de restaurantes en El Junquito es solo una parte del deterioro. Los que han logrado sortear la crisis, se enfrentan a calles y aceras deterioradas y vías en mal estado que le restan buen aspecto a la zona. Ni los conocidos vendedores que le ofrecen “muestras” de parrilla a cada persona o carro que pase logran aumentar la clientela.

Mira, esto antes era una guerra entre nosotros por ver quién convencía al cliente de comer en su restaurante. Ya no. Mucha gente está clara de que viene es a pasear o solo echarle un ojo a los precios, entonces ya ni siquiera aceptan los pinchos que uno ofrece, por más que se les persiga”, cuenta Maikel, uno de los promotores.

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La Cámara Nacional de Restaurantes (Canares) reconoció recientemente que el sector gastronómico tuvo un año de crecimiento en 2022, sobre todo en ciudades principales como Caracas, Maracay, Valencia, Lechería, Maracaibo y la isla de Margarita. 

Sin embargo, según el gremio, tres de cada cinco restaurantes que abrieron el año pasado durante el “boom gastronómico” podrían cerrar antes de que termine el 2023 por la caída del consumo, producto del alza del dólar y la inflación. Crónica.Uno contactó al presidente de Canares, Iván Puerta, para contrastar las cifras, pero no obtuvo respuesta. 

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Daniel, quien trabaja como promotor del restaurante Anacar, reconoce que “ya el turismo no es el mismo de antes por la situación económica, pero igual la gente sube”. Es por eso que, asegura, tanto ese como otros restaurantes han buscado impulsar las ventas con nuevas opciones y menús que llamen la atención.

En su caso, Anacar ofrece platos surtidos con cualquier tipo de carne que prefiera el comensal: pollo, res, cochino, morcilla, chorizo, chinchurria, entre otros, por un precio de 15 dólares por kilo, incluyendo contornos. En Junquito Campestre, otro negocio, ofrecen hamburguesas con las carnes típicas y, en vez de pan, usan cachapas. 

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Para Tania Meneses, de Yovara Fast Food, “los restaurantes deberían cambiar su estrategia de trabajo para mejorar las ventas y la cultura, que la gente vuelva a venir, pero no solo por el frío, sino por la comida y otras cosas que puedas ofrecer”.

A su juicio, esto depende del trabajo conjunto de los comercios y operadores turísticos de la zona y el apoyo de entes como la Alcaldía de Caracas y la Gobernación de La Guaira. Tania critica que, por ejemplo, en las ciudades se promueve la gastronomía con ferias y conciertos, pero a El Junquito no se llevan iniciativas parecidas. 

El Junquito
Foto: Tairy Gamboa

Los negocios pequeños de venta de comida, como dulces artesanales o las tradicionales fresas con crema, también sienten los embates de la caída del consumo, que no necesariamente se ha visto con menos turistas. De hecho, si bien el flujo de visitantes es menor a hace una década, “se ha mantenido estable desde hace dos años”, dice una comerciante. 

Pero en el interín, la crisis se ha llevado a unos cuantos. Mirna Sierra, encargada del puesto La Bendición de Dios, en el kilómetro 23 de El Junquito, lleva 20 años ofreciendo fresas con crema a propios y extraños, justo en la frontera entre Distrito Capital y La Guaira. 

El Junquito
Foto: Tairy Gamboa

Y en esas dos décadas, mayormente en los últimos cinco años, ha visto cómo otros pequeños negocios no han logrado sobreponerse o adaptarse a la caída de la economía y el consumo. “En épocas de gallinas gordas, siempre hay que pensar que habrá gallinas flacas”, reflexiona Mirna. 

Mirna insiste en que la adaptación al cambio debe llegar con apego a la tradición y apoyo por parte de las autoridades. Servicios como la electricidad, el aseo urbano y el relleno sanitario “lo están cobrando como si fuera un restaurante inmenso o una empresa grande”. 

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Foto: Tairy Gamboa

Pagué 120 dólares entre luz y relleno sanitario; la conformidad de uso es de un petro ($60), la licencia de actividad económica es un petro, la de sanidad es un petro y el permiso de bomberos también es de un petro”, explica Mirna.

Aunque su negocio, por ser patrimonio cultural del estado Vargas, está exento de las tasas, salvo las de servicios. A modo de ejemplo, un negocio pequeño tendría que pagar, al menos, 360 dólares solo en permisología para mantenerse operativo, monto que para algunos comercios luce cuesta arriba dada la caída de las ventas.

El Junquito
Foto: Tairy Gamboa

Para quienes dependen de la actividad turística en El Junquito, recuperar sus números pasa por sincerar los tributos y promover la inversión pública y privada, de la mano con incentivos para que la zona compartida entre Caracas y La Guaira vuelva a ser vista como un destino atractivo y no uno que se quedó atrás en el tiempo.

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