Protagonizada por Jim Caviezel, el largometraje toma un hecho de la vida real para hilvanar una historia tensa sobre un tema deleznable. Sin embargo, no busca la exaltación de los hechos, sino más bien logra un todo adecuado para llamar la atención.

Caracas. Sonido de libertad no pretende ser una obra maestra. Su fin es otro, pero tampoco cae en el afán por exponer un mensaje sin contemplación. La obra cumple como película en muchos sentidos.

Está basada en una historia de la vida real: la de Tim Ballard, un exagente de Seguridad Nacional de Estados Unidos, eficaz en su labor en escudriñar entre pederastas en su país. Se muestra seguro en lo que hace. Sin embargo, llega un momento en el que se da cuenta de que no es suficiente. 

Su vínculo con la búsqueda de dos niños centroamericanos que fueron secuestrados lo hace tomar la decisión de desprenderse de las cadenas burocráticas. Y así forma su propio grupo de rescate, sin las ataduras de las jurisdicciones de los superiores.

Sonido de libertad es un thriller protagonizado por Jim Caviezel, quien interpreta al exagente, presentado como un hombre familiar, creyente y con sólidas convicciones. Con un claro sentido de su propósito en el mundo, decide ir más allá de su radio de acción. Es así como descubre todo un entramado criminal de tráfico de niños. 

Sonido de libertad
Llega un momento en el que el protagonista entiende que su labor no es suficiente

Dirigida por el mexicano Alejandro Monteverde, la película entiende que si bien tiene como objetivo llamar la atención sobre la explotación sexual de menores, también es un producto cinematográfico que debe cumplir con su labor mientras se proyecta en salas. 

Por eso, mantiene en tensión constante al espectador, absorto ante una historia sórdida que conoce sus límites, pues tampoco busca la explotación de los hechos desagradables, ni cae en la redundancia ante lo que se denuncia, como ocurrió con la francesa Cuties en 2020. 

Hay un tratamiento que sugiere lo deleznable, aunque tan solo la sugerencia es suficiente para conectar con la indignación ante una realidad que puede ser muy cercana a todos. 

Aunque a veces la película se excede en el melodrama durante algunos diálogos y momentos del protagonista, Sonidos de libertad supera sus propios defectos, incluso aquellos en los que se acerca a las maneras de la telenovela.

Por un lado está la contundencia de su origen. Presenta a una figura que es fácil de emparentar con el superhéroe, una persona que de manera abnegada pone en riesgo su vida para salvar la de otros. Luego están aquellos que se suman a su causa, quienes por distintos motivos apuestan a la empresa. Por el otro, están los villanos, indefendibles en todos los aspectos. Ingredientes suficientes para una historia redonda que mezcla atinadamente cada uno de sus elementos.

Sonido de libertad
Criminales arrepentidos y policías se suman a la causa del ex agente

Previo al estreno ha habido toda una controversia debido a las denuncias de censura por parte de los productores de la obra, entre ellos el actor Eduardo Verástegui, que también actúa en Sonido de libertad. Se ha hablado de las teorías de conspiración que defienden algunos de los involucrados en la película, así como los detractores han afirmado que el largometraje impone una agenda conservadora, cristiana y reaccionaria.

Sin embargo, más allá de ese ruido mediático, en ningún momento las principales líneas que presentan a la obra han ido más allá. Tanto su sinopsis como el tráiler hablan de un hombre que decide adentrarse en el tráfico de niños para capturar a culpables. Además, es una premisa basada en hechos noticiosos.

Sí se podría cuestionar las cifras que aluden al problema. Hay quienes han dicho que el número de víctimas de tráfico de personas no corresponde al que muestran los responsables de la película. Un dato a tener en cuenta para ser exhaustivos.

Sonido de libertad
La película se ha convertido en una de las sorpresas de la cartelera internacional

Hay quienes también cuestionan algunas líneas del protagonista, quien afirma en la trama estar motivado por Dios para llevar a cabo su misión. Pero no es más que una característica del personaje, así como otros tantos que ven en su viaje designios para cambiar su vida. Están los ejemplos de Josiah Bartlet en The West Wing o más recientemente el padre Stuart “Stu” Long en Father Stu.

Habrá también quienes subrayen el catálogo cristiano de Angel Studios, la compañía que distribuye Sonido de libertad, pero más bien es un elemento a destacar, pues Tim Ballard es mormón en la vida real. 

La película es potente. Sus actuaciones son justas en su mayoría, con un guion que pudo pulirse un poco más, una dirección suficiente y una fotografía que supo leer lo lúgubre de todo.

Una trama que se presta a la fácil conexión, un tema que puede ser cercano por su inminencia, pero que demuestra que a pesar de los peligros del mundo, destacan aquellos que buscan superar lo ruin y macabro para sobreponerse a la adversidad y ayudar a los demás. En fin, el ímpetu de muchos por el bien.

Sonido de libertad se convierte así en una película austera que busca llamar la atención sobre un flagelo, poner en el debate un tema cuya existencia es conocida, pero tal vez solapada ante tanto día a día brumado. Logra su cometido con una obra sencilla, pero muy potente.

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