Decenas de personas ven en la venta de artículos usados una oportunidad para salir adelante. Ropa, zapatos y controles remotos son los más productos más solicitados, según los vendedores.
San Cristóbal. En la prolongación de la Quinta Avenida del municipio San Cristóbal, existe un pequeño local que funciona como una venta de garaje, cuyo espacio brinda diversos productos de segunda mano a la colectividad, lo que le permite sobrevivir al tachirense Omar Meléndez, de 42 años.
Y es que por muchos años esta persona trabajó en la administración de Protección Civil en la ciudad de Caracas, pero debido a los bajos sueldos se vio obligado a abandonar su puesto de trabajo para dedicarse a alguna actividad más rentable.
Es por ello que tomó la decisión de retornar a la región, para evaluar qué hacer y así no huir del país en búsqueda de mejores oportunidades de vida. Es entonces cuando decide vender objetos usados. Al principio no fue fácil, según cuenta. Comenzó en el año 2019, con pocas cosas, pero con el paso del tiempo la mercancía fue creciendo y con ello la demanda de artículos.
Aquí lo que más busca la gente es ropa de segunda para trabajar, especialmente los caballeros. Ejemplo, mecánicos, albañiles, plomeros”, dijo.
Equipos de sonido y DVD también se venden en estos sitios. Foto: Maryerlin Villanueva
Electrodomésticos renovados
Si bien en su puesto de trabajo vende de todo, su especialidad son las herramientas. Meléndez se abocó a arreglar aquellos aparatos que las personas desecharon para que otras le dieran una nueva vida útil.
En su opinión, los electrodomésticos de hoy día no tienen la misma duración que los hechos años atrás. Los modelos viejos solo requieren un pequeño arreglo que les permitirá funcionar por más tiempo.
Aquí tengo licuadoras que yo le cambio la hojilla o los carbones y vuelven a funcionar. Las personas las venden porque prefieren comprar una nueva, mientras que yo las puedo arreglar para que sirvan de nuevo”, indicó.
Las herramientas también son buscadas, especialmente las que se requieren para hacer reparaciones de aguas servidas o agua potable. Los costos no superan los 70.000 pesos colombianos.
Otro producto que tienen venta son los reproductores de DVD, pues parte de la población no puede pagar el servicio de televisión por cable o internet.
Para Meléndez así como hay cosas “vendibles” hay otras que no tanto, por ejemplo portabebés y ropa de dama. Dice que a las tachirenses no les gusta comprar prendas usadas.
Aseguró que la población busca “cositas económicas”. Estas ventas le han permitido sobrevivir durante los últimos años. Tanto así, que en la misma zona donde se encuentran existen otras personas que se dedican a esta labor.
Esto incluye personas de la tercera edad. Un ejemplo de ello es Marcos Ramos, un hombre pensionado, a quien no le quedó más remedio que dedicarse a este oficio al ser insuficiente el dinero que recibe por parte del gobierno nacional.
Desde las 9:00 de la mañana hasta pasadas las 2:00 de la tarde, Marcos vende cualquier producto con un costo no mayor a 25.000 pesos, pues asegura que de ser un precio más alto, pierde su clientela.
La gente busca lo barato. Zapatos, repuestos, herramientas, eso es lo que más vendo y es lo que más buscan en estos sitios”, expresó.
No el importa pasar todo el día a la intemperie. Afirma que gana más dinero vendiendo productos usados que con la pensión mensual. No tiene familia, su esposa falleció hace años y no tuvieron hijos.
“Yo estoy solo, algunos vecinos del 23 de Enero me ayudan de vez en cuando, así que mientras pueda me dedicaré a esto”, dijo.
Temor
Al tomar espacios públicos de forma continua, los funcionarios policiales “los corren”, con el argumento de que no tienen autorización para ocupar las aceras ni plazas de San Cristóbal.
“A veces trabajamos a raticos porque la policía nos deja. No buscan ladrones, pero sí nos persiguen a nosotros”, expresó.
Por su parte, la vendedora Katherine Silva, madre de cinco hijos, está dedicada a esta labor ante la difícil situación económica que vive. Controles, zapatos y juguetes para niños es lo que más ofrece en su punto de venta.
Silva, quien trabaja en la plaza Bolívar, está consciente de que no es el lugar para ello, pero manifiesta que no tiene otro sitio dónde hacerlo. Con mucha empatía atiende a sus clientes. Aquellos que desean un producto en específico les ofrece buscarlo y traerlo para concretar la venta.
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