La ganadora del Oscar abre un camino para las películas de ciencia ficción en los certámenes. Una historia de vida como tantas, pero con un envoltorio que buscó la trascendencia

Caracas. Se cumplieron los pronósticos con Todo en todas partes al mismo tiempo en la noche de los premios Oscar. No solo ganó las estatuillas de Mejor Película y Mejor Dirección, sino que también obtuvo tres de los cuatro galardones de actuación por los trabajos de Michelle Yeoh, Ke Huy Quan y Jamie Lee Curtis. En total fueron siete la noche de aquel domingo.

Es un largometraje raro para este tipo de ceremonias. No tanto por su temática, que es universal, sino por las maneras de llevar el mensaje al espectador.

Daniel Kwan y Daniel Scheinert, conocidos como los Daniels, escribieron y dirigieron un drama familiar en un estallido de ciencia ficción en el que los personajes viajan a distintos universos, aprenden artes marciales, se adentran en mundos de absurdo con gente con dedos de salchicha.

Además, Todo en todas partes al mismo tiempo es un muy intencionado collage de referencias a películas de culto del género como Matrix y 2001: la odisea del espacio, así como a la animada Ratatouille. No hay solapamiento en los guiños, son totalmente claros para subrayar intenciones.

Todo en todas partes al mismo tiempo,
Jamie Lee Curtis se presenta como una contraparte con una lectura que también puede ser política

La película comienza en un universo en el que una familia china tiene una lavandería mal administrada, por lo que el fisco está dispuesto a no perdonar más las omisiones de los dueños.

Evelyn (Michelle Yeoh) no vive un buen momento con su esposo Waymond Wang (Ke Huy Quan); a la vez que todavía se enfrenta a los juicios de su padre Gong Gong (James Hong), además de tener una tensa relación con su hija Joy Wang (Stephanie Hsu).

Todo eso es lo que ocurre en el círculo íntimo, pues para alterar más la línea de vida de la familia, aparece Deirdre Beaubeirdre (Jamie Lee Curtis), una agente fiscal dispuesta a saldar deudas.

Cuando todo parece estar por perderse, aparece su esposo Waymond, pero no el que ella conoce, sino otro más seguro, contundente y hábil físicamente. Es de otra dimensión, donde posee otros dotes y contextos.

Pero no es el único que verá. Hay otros Waymond, algunos famosos y otros no tanto en Todo en todas partes al mismo tiempo. A Evelyn le dicen que es la elegida para enfrentar un peligro demoledor. Así es como inicia un viaje similar al de Neo en Matrix para entender su destino y misión.

Todo en todas partes al mismo tiempo
El sosiego en la película va llegando a la par de la aceptación de la vida como reto constante

Se desarrolla una historia familiar, un drama sobre los reconcomios del pasado, las decisiones tomadas, las vidas que pudieron ser y las relaciones entre padres e hijos, así como la depresión. Todo con una intención de los símbolos constantes en su discurso. Lo que parece deslumbrante en un principio, poco a poco va tomando otro cariz, en el que el esplendor como meta pierde fuerza para alinearse más a asumir la adversidad como inevitable, y por consiguiente, los planes para afrontarla como mecanismo de contundencia de la vida. 

Todo en todas partes al mismo tiempo es la historia de siempre, como todo, pero con artilugios dignos de edición y guion que hacen del caos personal y grupal y la familia protagonista, todo un espectáculo audiovisual. Busca marcar un despliegue de autor a partir de los artilugios técnicos y temáticos que enarbola, como si Marvel hubiese aprendido a comer con cubiertos.

Es un largometraje pretencioso, pues busca trascender, pero también en esa aventura llega un momento en el que aturde con tanta información y reiteración, y por eso es su mitad decae. Le sobran minutos, como se suele decir, en su casi dos horas y media de duración.

Su triunfo en los Oscar es celebrado, aunque hubo otras producciones que se adentraron en conflictos similares con mayor precisión. Pero sin dudas, Todo en todas partes al mismo tiempo abre un camino para riesgos de este tipo en la temporada de premios. Claro que se piensa igualmente en otras nominadas de ciencia ficción que se quedaron en la banca esperando por su turno, como las maravillosas Dune y Arrival, ambas de Denis Villeneuve.

Pero más allá de la revisión histórica y de anhelos ingenuos de cambiar el pasado, la película cumplió con sentar un precedente, además de brindar un espectáculo audiovisual que se propone una reflexión sobre la realidad de un individuo y la aventura de la vida en sus constantes vaivenes.

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