“Tomaba caña porque quería parecerme a mi papá”

alcoholismo

Eneida empezó a beber desde niña a escondidas porque en su casa siempre lo hacían. El alcoholismo la llevó a la indigencia y prostitución

Yohana Marra/@yohanamarra

Caracas. A los 11 años quedó inconsciente con su primera borrachera. Su familia lo agarró como vacilón creyendo que a Eneida le había caído mal la bebida con un apenas un sorbo, pero no era así, a escondías había tomado bastante.

Quería parecerse a su papá y él se echaba muchos palos. A los nueve años probó alcohol por primera vez -en su hogar- y le gustó la sensación. Siempre que en las reuniones familiares la mandaban a buscar una botella a la cocina bebía en el camino sin que nadie la viera.

“En mi casa se tomaba por todo. Era la única hembra, quería ser varón y tomaba caña porque quería parecerme a mi papá. Tenía problemas con mi mamá, ella quería que fuera niña”, expresó Eneida, a quien se le protegió su apellido por petición.

A los 14 años fue su segunda pea en frente de toda su familia. Nunca la regañaron porque como era tan inquieta pensaban que eran cosas de muchacho. No fue así.

Eneida contó que podía tomar hasta tres días seguidos. Su adolescencia transcurrió entre la caña hasta que salió embarazada. “No tomé durante la barriga pero cuando mi hijo cumplió un año volví, por eso mi mamá se hizo cargo de él. Le pagaba a mi esposo ebria”.

Su empeño por ingerir alcohol fue por depresiones, intentó matarse dos veces. A los 25 años frecuentó las esquinas, tuvo amigos malandros y dormía en otros barrios; la detuvieron por actos inmorales en la vía pública, siempre borracha.

“Fui víctima de violencia sexual: me golpearon, me apuñalaron y me sacaron dos muelas. Quedé muy mal, pero eso no impidió que siguiera bebiendo. Solo me acuerdo que desperté en el hospital”, soltó.

El alcohol la llevó a la indigencia, dormía en plaza Catia, y la prostitución. 14 años después de ser alcohólica una amiga la vio por las calles, la reconoció y la sacó del mundo oscuro.

“Me enseñaron una cerveza y así me fui con ellos. Me bañaron, me cuidaron y conocí a Alcohólicos Anónimos, me hicieron renacer”.

El más hombre

John tiene una historia parecida a la de Eneida, pues comenzó a beber a los nueve años, cuando sus papás lo llevaban a fiestas. Recuerda que tenía mucha curiosidad por probar y le dieron. “Él me daba un poquito y me sentía el más hombre”.

A los 14 años, después de la fiesta de cumpleaños de su papá amaneció vomitado en su cama, pues esa vez bebió mucho. En casa no lo regañaron, ya estaba creciendo.

La muerte de su madre le marcó la vida y cada vez que se rascaba alucinaba pensando que le hablaba. También sentía que ebrio dejaba de ser ese chamo tímido para convertirse en el popular chistoso.

“Comencé a beber todos los días y no podía creer que lo hiciera tanto, no media la cantidad. A las 6:00 am tenía una cerveza en la mano”, detalló.

Aunque fue al psicólogo, estuvo medicado y la doctora lo mandó a Alcohólicos Anónimos no funcionó, ya que después de ir a una charla no volvió más, incluso se fue de su casa a un antro chatarra de la avenida Morán.

“Viví atormentado, escuchaba voces donde no las había, sentía que me estaba volviendo loco. No reconocía mi identidad sexual y eso me ponía peor porque me preguntaba qué me gustaba”.

Confesó que siempre supo que estaba por mal camino y por eso buscó ayuda, Regresó a Alcohólicos Anónimos esta vez seriamente, tanto que lleva cuatro años sin probar bebida alguna.


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