Tren de Aragua: grupo delictivo que está en la mira de guerrilleros y autoridades colombo-venezolanas

Tren de Aragua

Aunque esta organización tiene tentáculos bien extendidos en la zona de frontera, ahora está en el foco no solo de autoridades, sino de otros grupos armados que perdieron el control en regiones  en las que ahora manda el Tren de Aragua.

San Cristóbal. Más de 60 organizaciones criminales están golpeando la seguridad en todo el Norte de Santander, municipio colombiano, que limita con el estado Táchira. Y es que pandillas y bandas armadas se han hecho con el control de las actividades ilícitas que en este territorio se llevan a cabo. Sin embargo, la presencia del Tren de Aragua en la zona fronteriza colombo-venezolana ha agudizado los hechos de sangre en esta zona, pues los enfrentamientos entre miembros de esta organización criminal, guerrilla y paramilitares han sembrado el miedo no solo en el Norte de Santander, sino en otras poblaciones colombianas y suramericanas, donde ya se conocen los desmanes que estos sujetos cometen.

Extorsión, homicidio, secuestro, sicariato, así como el control de trochas, trata de personas y narcotráfico son el pan de cada día en la vecina población colombiana. Para todos es bien sabido que en barrio La Parada, en Villa del Rosario, es el centro de operaciones más grande que tienen estos delincuentes, pues sin reparo alguno se han dedicado a cobrar vacuna a todo el que hace vida económica tanto formal como informal en esa zona.

En noviembre del año pasado, el propietario de un negocio en La Parada fue asesinado en esa zona, Jhon Bonilla. Las hipótesis que manejaron los cuerpos de seguridad del vecino país, es que este se habría negado a pagar una vacuna, razón por la cual lo mataron a plena luz del día y ante la mirada de quienes allí se encontraban.

Tren de Aragua
Con motivo del paro armado decretado por el ELN en Colombia, surgieron las pintas en contra del Tren de Aragua en La Parada. Foto: Cortesía.

Quienes deben pasar la frontera por trochas, saben que los sujetos que allí se encuentran pertenecen a esta organización. Trochas como Las Pampas, La Platanera, La Marranera, Los Mangos, entre otras, están minadas de hombres armados que controlan todo lo que pasa por allí. Desde viajeros hasta contrabandistas, quienes deben pagar cuotas especiales a cambio de que los dejen transitar por estos caminos verdes.

 El comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, Óscar Moreno, informó que las denuncias son lo que ha permitido el accionar de los cuerpos de seguridad, razón por la cual, al menos unas diez personas, pertenecientes a esta organización han sido detenidas del lado colombiano.

Del lado venezolano, el gobernador del estado Táchira, Freddy Bernal, confirmó la presencia de esta peligrosa banda en la zona fronteriza, al tiempo que acusaba a las autoridades colombianas de ser cómplices de esta organización criminal, al no tomar acciones contundentes que erradicaran la presencia de estos sujetos en el eje fronterizo.

El mandatario regional reportó la detención de varios miembros de esta organización y aseguró que saneará la frontera de este grupo delictivo.

En su momento se estimaba que la presencia de hombres armados en las trochas era de otro tipo de grupos de choques, pero con la llegada de la pandemia, delincuentes pertenecientes a esta organización también migraron. Unos siguieron rumbo a países como Ecuador, Perú y Chile, donde ya se registra la presencia del Tren de Aragua, mientras que otros, se unieron a distintas organizaciones y a plomo se hicieron poco a poco, del control de los pasos ilegales y todo negocio ilegal que pueda surgir.

No es raro que en horas de la noche se escuchen ráfagas de disparos en la zona de La Parada, en donde se han registrado enfrentamientos entre bandas armadas que buscan el control total de esta zona, que, tras la migración masiva de venezolanos, se convirtió en el punto de llegada de muchas personas, quienes se dedican a diversas actividades.

Incluso, hace un par de semanas, se registró un enfrentamiento en la trocha de Las Pampas, el cual se extendió hasta la zona urbana de La Parada y allí una mujer resultó herida.

Y es que la red no solo opera con hombres armados. Carretilleros, fruteros, vendedores de café y maleteros, pertenecen en su mayoría a esta organización, por lo que tienen ojos en todos lados. En esa zona no se oye acento colombiano o tachirense.

Aquí uno tiene que luchar contra caraqueños, valencianos y gente del centro del país. Usted no ve a un trochero de Cúcuta. Todos son venezolanos”, dijo un taxista que llegaba a este congestionado lugar, donde los primeros que reciben a quienes arriban allí son los trocheros y maleteros.

Salir del monte

Tras la apertura de los pasos peatonales por los puentes internacionales, el pasado 27 de octubre, la merma de personas por las trochas se hizo evidente, razón por la cual se vieron en la obligación de salir del monte y arreciar con las extorsiones no solo a comerciantes, sino a informales y a viajeros, estos últimos interceptados en las adyacencias al Puente Internacional Simón Bolívar donde deben pagar cuotas por “protección”.

Objetivo militar

Luego del inicio del paro armado, este 23 de febrero, convocado por el ELN, guerrilla colombiana, hicieron pintas en La Parada en las que le declaraban la guerra al Tren de Aragua, por lo que el panorama en esta zona se oscurece mucho más, pues no se descarta que se inicien nuevos enfrentamientos armados en la zona fronteriza.  Todo el mundo sabe que el ELN perdió gran parte del control de la zona y estaría, junto con otros grupos, entre ellos el Clan del Golfo, intentando rescatar su espacio.

El principal temor de la población es que en las trochas se siembren minas antipersonales o “quiebrapatas”, como las han denominado las autoridades venezolanas, tal y como ocurre en el estado Apure, donde ya se ha registrado la muerte de civiles al pisar estos artefactos.

De acuerdo con las declaraciones del ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, el 11 de febrero, son ochos las personas que han fallecido a consecuencia de estos explosivos de fabricación casera sembrados en la frontera de Apure. Sin embargo, solo se conoce la identidad de dos campesinos: Emil y Jonathan Rojas, tío y sobrino, que fueron víctimas de esta práctica condenada por los organismos de derechos humanos.

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